Fue un notable rejoneador y un ganadero de cine. Tanto, que su habilidad a caballo le llevó a participar como extra y doble en las … películas del oeste que Hollywood produjo en España entre los 60 y los 70. Ahora, el extremeño Diego García de la Peña regresa a Gijón, ciudad que lleva en el corazón y a la que es fiel cada verano, para ofrecer mañana el pregón de la Feria Taurina de Begoña.
–¿Cómo recibió la noticia?
–Pues estupendamente, porque Gijón es muy especial para mí y es una feria taurina tan sumamente buena y agradable… Es que yo amo Asturias. Yo canto el ‘Gijón del alma’ todos los días.
–¿Se ha llevado de El Bibio algún recuerdo especial?
–Que hay un público extraordinario que ha captado lo que es la fiesta y que hay que ir a divertirse. Y es un público muy ocurrente, que habla mucho, pero dice cosas siempre positivas, de las graciosas. En otras plazas del centro de España, hablan solamente para meterse con los ganaderos, con los toreros, con los empresarios, por la cosa aquella de decir ‘yo sé mucho de esto y entonces todo lo que me presentan es malo’. Gijón es todo lo contrario, es una feria agradabilísima.
–Fue rejoneador y es un apasionado del rejoneo. ¿Cree que está en un buen momento?
–Hay un rejoneador que es un fuera de serie, Diego Ventura –que pisará El Bibio el día 14—. Es bueno ahora y hubiese sido bueno en todas las épocas de la historia. Y hay una rejoneadora que es extraordinaria, Lea Vicens. Está en un buen momento y hay unos caballos cada vez mejores, porque se están seleccionando perfectamente. Son la Fórmula 1 de la equitación. Y los toros se están seleccionando también con un ritmo especial. Entonces, claro, se consiguen cosas extraordinarias. Porque la tauromaquia es una ciencia viva, está evolucionando constantemente. En cada época los toros embisten distinto. Las ganaderías hoy seleccionan de otra manera muy distinta a las de la época de mi abuelo, de mi bisabuelo y de mi tatarabuelo. Puntuaban cosas que hoy ni las miramos. Y sin embargo, no se fijan en cosas a las que hoy le damos una importancia extraordinaria.
–¿Qué es lo que más se mira hoy?
–Hoy, a cualquiera que le preguntes, todos decimos la misma cosa: que el toro no humille, que tenga tranco, que se arranque de largo, que tenga recorrido en la muleta, que dure, que en vez de seis muletazos tenga 60, que sea fijo, que se arranque con alegría. Lo que pasa es que todos llegamos a ese toro por caminos distintos. Es un animal único porque es el único que ataca por instinto, no por hambre. Nacen embistiendo. Lo ves y dices: es un milagro. Y lo tenemos que saber conservar, porque yo digo siempre que soy católico, soy monárquico y soy taurino. Sin los toros, creo, que no sería capaz de vivir.
–Es usted muchas cosas: no le puedo no preguntar por su faceta en el cine.
–Sí, en el cine hice de extra, mi especialidad eran los caballos. Era una época en la que el cine tenía una importancia muy grande en España. Llegó a rodar medio Hollywood aquí, porque era mucho más barato que en América. Y eso se diluyó, como se ha diluido casi toda la industria cinematográfica, porque las grandes superproducciones ahora son carísimas.