Andy Schleck recupera el ADN de un ciclismo que ya no existe

La noticia tiene ese aroma a nostalgia que tanto gusta vender hoy en día, pero que conviene analizar con la lupa fría de quien lleva años viendo pasar “retornos” por la puerta giratoria del World Tour.

Andy Schleck, el niño mimado del pelotón de hace una década, el talento puro y cristalino que nos hizo soñar y desesperar a partes iguales, ficha por Lidl-Trek como Director General Adjunto.

CCMM Valenciana

Se une así a su hermano Frank, completando la reunión del clan luxemburgués en una estructura que, recordemos, está echando el resto (y los millones) para sentarse en la mesa de los mayores.

Pero lo que me chirría no es el fichaje —el marketing manda y el apellido Schleck vende—, sino la frase con la que Andy aterriza en el despacho: “Todavía conozco el ADN de este deporte”.

¿De qué ADN estamos hablando?

Andy se retiró en 2014.

En términos ciclistas, eso es el Pleistoceno, sólo hay que hablar con los que aguantan desde entonces.

El ciclismo que él vivió, el de los ataques por intuición, el de las “pájaras” monumentales y el de la gestión humana de las crisis, entonces el Team Sky sólo asomaba.

ha sido devorado por el ciclismo de los vatios, la nutrición milimétrica y los directores que parecen ingenieros de la NASA. Decir que se conoce el ADN actual por haber ganado el Tour de 2010 (en los despachos, recordemos) es, cuanto menos, osado.

Su labor, dicen, será transversal y tocará la mentoría de figuras como Juan Ayuso.

Y ahí es donde quizás, solo quizás, este movimiento tenga sentido.

No para enseñar táctica —Andy nunca fue un genio en la la estrategia, su hermano, menos—, sino para gestionar la presión.

Si alguien sabe lo que pesa un maillot amarillo que te queda grande, o lo que duele que la prensa te llame “blando” mientras tienes las piernas de oro, ese es Andy.

Si su rol en Lidl-Trek es ser el escudo humano y el consejero emocional de un Ayuso que vive en el alambre de la expectativa, bienvenido sea.

Pero si esperamos que Andy Schleck traiga la fórmula mágica para batir a Vingegaard o Pogačar desde la estrategia, quizás estemos pidiendo peras al olmo.

El ciclismo romántico ha vuelto a la oficina, esperemos que no se ahogue entre tanto Excel y tanto potenciómetro.