Ser hijo de un artista consagrado no siempre garantiza un camino fácil ni exento de conflictos. Y el claro ejemplo es el caso de Sergi Capdevila, único hijo de Sergio Dalma, que ha tenido una historia personal marcada por la exposición temprana, los desencuentros familiares y la necesidad de encontrar su propio lugar lejos del apellido y de los focos. Ahora, con 30 años, ha logrado construir una vida discreta y estable, en la que la reconciliación con su padre y la familia se han convertido en el verdadero punto de partida de una nueva etapa.
Sergi Capdevila nació fruto de la relación del cantante con la exmodelo Maribel Sanz, con quien Sergio Dalma se casó en 1994. El matrimonio se rompió pocos años después, en 1998, en una separación mediática que marcó profundamente la infancia y adolescencia del joven.
Mientras su padre optaba por blindar su vida privada y centrarse en su carrera musical, Sergi creció en un entorno más expuesto, con reproches públicos y tensiones familiares que se hicieron visibles con el paso del tiempo. Aun así, el cantante siempre defendió que su hijo debía tener una formación y una vida al margen de los focos. Aunque la relación entre padre e hijo no siempre ha sido buena.
El salto a la televisión y el conflicto familiar
Uno de los episodios más delicados de la relación entre padre e hijo llegó en 2014, cuando Sergi Capdevila decidió participar junto a su madre en el programa ‘¡Mira quién salta!’. Aquella aparición televisiva supuso un punto de inflexión. El propio Sergi, de 19 años en aquel entonces, reconoció que llevaba meses sin hablarse con su padre, una distancia marcada tanto por diferencias de carácter como por la forma de entender la exposición pública.
Sergi Capdevila decidió participar junto a su madre, Maribel Sanz, nen el programa ‘¡Mira quién salta!’
GTRES
Sergi había dejado su trabajo como camarero y buscaba abrirse camino por sí mismo, aunque este cambio no convencía a Sergio Dalma, siempre reacio a mezclar familia y televisión. Este conflicto se agravó en años posteriores, cuando incluso llegaron a surgir desacuerdos legales relacionados con la manutención, un asunto que terminó resolviéndose en la esfera privada.
Reconciliación y madurez
Con el tiempo, las asperezas se limaron. En 2016, Sergi compartía una imagen junto a su padre en redes sociales acompañada de un mensaje revelador: “Feliz de poder estar así con mi padre, ha costado pero estoy muy orgulloso de ti”.
Padre e hijo, han conseguido mantener una buena relación, a pesar de los conflictos del pasado.
Redes sociales
Aquella frase marcó el inicio de una nueva etapa, más serena y adulta, en la que ambos aprendieron a relacionarse desde el respeto mutuo. A pesar de que la distancia geográfica complicaba los encuentros, ya que Sergio Dalma ha residido en Madrid durante años, mientras Sergi vivía en Altea (Alicante), la relación se fue normalizando.
Tras retomar el contacto y sanar una relación complicada, el joven se instaló en un apartamento propiedad de su padre y comenzó a construir una vida estable, lejos de la televisión y del ruido mediático.
Una vida familiar discreta
En los años previos a la pandemia, Sergi Capdevila encontró estabilidad sentimental junto a Laura, una joven que trabaja como masajista terapeuta y esteticista en Benidorm. La pareja se casó en 2021 en una ceremonia íntima, lejos de los flashes, que un día invadieron su vida.
En junio de 2023 llegó uno de los momentos más importantes para la familia: el nacimiento de su primer hijo. La noticia transformó también a Sergio Dalma, que no ocultó su emoción al convertirse en abuelo. “Ser abuelo me tiene loco, es algo mágico”, confesó el cantante, visiblemente emocionado por la llegada de un nuevo miembro a la familia.
Desde su paso por ‘¡Mira quién salta!’, Sergi Capdevila ha evitado cualquier incursión televisiva. Su vida transcurre con normalidad, centrada en su familia y en su día a día, compartiendo solo pequeñas pinceladas en redes sociales.
Ha elegido un camino alejado del apellido artístico, demostrando que su historia no gira únicamente en torno a ser “el hijo de”. Y tras años de tormenta, padre e hijo mantienen una relación tranquila, marcada por la madurez y el entendimiento. Después de años de desencuentros, ambos parecen haber encontrado el equilibrio y valorar lo verdaderamente importante de esta vida, la familia.