Dejó la raqueta aparcada en abril de 2023, pero el tenis no la dejó a ella. Al contrario, Garbiñe Muguruza (Caracas, 1993) mantiene su vínculo insondable con este deporte que la coronó en Roland Garros 2016 y Wimbledon 2017 y por el que sigue … sintiendo la misma pasión. Ahora, es verdad, desde otro nivel: entre bambalinas de los torneos. Directora de las WTA Finals, embajadora de Tennis Channel y para este 2026, además de tener a su primer hijo, codirectora del Mutua Madrid Open. El tenis y Muguruza siguen de idilio.
—¿Cómo está llevando estos últimos días?
—Bien, tranquila, deseando que lleguen las navidades, que es una época bonita, de estar en casa. Y tranquila en mi recta final del embarazo, con paciencia.
—Paciencia, pero codirectora del Mutua Madrid Open. Suena fuerte.
—Es verdad. Suena estupendo. Estoy supercontenta con esta oportunidad. Ha sido un gran nombramiento. Y no va a ser simbólico, sino estratégico. Estoy muy feliz de formar parte del torneo, que es de una magnitud enorme, muy importante, y, además, el único femenino que hay en España, lo que le da todavía más importancia.
—¿Cuál va a ser su papel?
—Es un torneo combinado y quiero que eso esté reflejado en la estructura deportiva. Quiero aportar esa credibilidad, y ese toque femenino a la gestión del torneo. No va a ser que Feliciano López se encargue del cuadro masculino y yo del femenino; nos complementaremos; será una dirección mixta y un liderazgo compartido. Estoy orgullosa de formar parte del equipo y quiero dar todo lo que pueda de mi experiencia en el mundo del tenis y con mi vínculo con las jugadoras del circuito.
—¿Tratará de impulsar y potenciar el circuito femenino dentro del torneo? Siempre ha habido algunas diferencias con los horarios, con público…
—Intentaré estar ahí para ayudar, para dar mi punto de vista, con la WTA, para ver qué cambios hacen falta, qué detalles podemos mejorar. Todavía no me he puesto a empaparme del proyecto como quiero, en eso estoy, reuniendo información para ver los puntos más importantes en los que puedo aportar mi punto de vista, y que pueda ayudar. Poco a poco me iré adentrando más. Este complemento de tener dos directores va a aliviar mucho la carga de trabajo y ese liderazgo compartido con Feli [López] hará que el torneo sea siendo como es, innovador, comprometido.
—Es un papel muy distinto a todos, y con un gran peso sobre usted.
—Es mucha responsabilidad; y lo voy a afrontar, seguro, con mucho perfeccionismo, como cuando jugaba. Es un torneo muy grande y hay que tener a todo el mundo contento. Pero siento que va a ser algo natural para mí, porque estoy rodeada de mi ambiente, desde un nivel más corporativo que antes. Pero este par de años me han ayudado mucho a formarme para saber qué esperar. Aunque las WTA Finals es un torneo más pequeño que el MMO, cuya magnitud es mucho mayor. Pero quiero liderar un poco la visión del torneo, cómo cuidar a las jugadoras, ver qué necesitan, cómo se comportan. Y eso me sale natural porque lo viví como jugadora no hace tanto tiempo. Y también, claro, quiero hablar mucho con mi codirector, que tiene mucha experiencia, y que él también me guíe para poder llevar el torneo mejor y sacar adelante las tres semanas de evento.
—Ahora que lo vive desde fuera, ¿cómo es intentar mejorar las condiciones de las tenistas? ¿Se ha encontrado muchos rivales, muchos muros?
—De momento no he tenido que pelear. Y precisamente el que yo entre en este cargo es para mejorar, para dar otro punto de vista. Y desde el principio, todo han sido facilidades, con una bienvenida muy buena en un evento en el que, yo diría, que es pionero en este paso a la igualdad. Ni antes ni ahora me he encontrado ninguna situación en la que no haya podido dar mi opinión.
«Es un honor para mí que me sigan queriendo en el mundo del tenis, seguir formando parte de él. Y que me quieran para cargos importantes, como la responsabilidad de ser doble directora»
—Hace poco que dejó el circuito, pero desde que empezó, ¿nota una evolución real?
—Yo creo que sí. Yo sí que noto más interés. El espectáculo solo hace que mejorar, y la conexión con el público y los patrocinadores está creciendo constantemente. Sí siento que el tenis femenino lidera el deporte femenino en general. Este año, Forbes ha sacado que las deportistas que más han ganado han sido tenistas. El espectáculo femenino se está volviendo superinteresante y va mejor cada año.
—A veces todo parece convertirse en una batalla de chicos contra chicas.
—Es que no hay que etiquetar ni comparar. Es el mismo deporte, pero cada uno tiene su recorrido, su interés, su espectáculo. Y tanto mujeres como hombres deberían disfrutar de ambos porque son interesantes en sí mismos. No le veo sentido comparar.
—Se retiró del tenis, pero sigue ahí. ¿Qué tiene este deporte que no se puede despegar?
—Cuando me retiré hace dos años fue un momento bonito y triste. Iniciaba una nueva etapa que miraba con mucha ilusión. Y con la incertidumbre de saber cómo será esta nueva Garbiñe. Pero rápidamente, el tenis me devolvió al circuito de otra manera. Siento que está en mi ADN. Amo el tenis y amo la competición. Y el mundo del deporte siempre me ha parecido muy bonito y honesto. Y estoy superpuesta en el mundo del tenis. De alguna forma es como si no me hubieran dejado irme. Y es un honor para mí que me sigan queriendo en el mundo del tenis, seguir formando parte de él. Y que me quieran para cargos importantes, como la responsabilidad de ser doble directora… Es un honor con el que quiero dar mi mejor versión. Poco a poco se van dando los pasos y ojalá este sea un paso solo, y que empecemos a ver a más mujeres en cargos importantes.
«Echo de menos la competición, la adrenalina, sacar el puño, jugar delante de un público vivo. Son sensaciones muy difíciles de encontrar fuera del deporte»
—¿Hay algo que aún hoy eche de menos?
—Hay cosas, sí. En general, la vida de deportista de élite no la echo de menos; es muy sacrificada y disciplinada, que no te permite hacer otras cosas o estar con tu familia. Y eso acaba desgastándote. Pero echo de menos la competición, la adrenalina; echo de menos sacar el puño, estar con los fans, jugar delante de un público vivo como cuando jugaba los partidos en la Caja Mágica. Esas sensaciones son muy difíciles de replicar y de encontrar en la vida fuera del deporte.
—Con todo lo malo, lo bueno, lo regular y lo buenísimo que ha vivido en el tenis, ¿querría esta vida para sus hijos?
—¿Si me gustaría que fuera tenista? Claro. Yo quiero que haga deporte y el deporte que más me gusta es el tenis. Y poco a poco ya se vería, pero sí, me encantaría que hiciera deporte y tenis. Pero la vida del profesional no se decide a los 5 años. Esos son pasos, si cumple los requisitos de personalidad, talento, sacrificio… hay quienes lo tienen más natural y otros que no. Lo que me gusta del deporte es, de lo que yo noté de niña, lo centrado que te puede tener, porque es como tener una misión: entrenar, descansar, la competición, ir a este campeonato. Entras en una vida de comer sano, hacer tus tareas, acostarte temprano; me parece un sistema muy bueno como educación. Luego, si quieres ser el mejor en algo, tenista o abogado, es sacrificado y va a ser duro. Tiene sus pros y sus contras. Pero es que también te da un montón de beneficios físicos y mentales… Sí, el deporte es una buena carrera.
—Y en los últimos tiempos se ha sacado casi un máster de eventos entre las WTA Finals y ahora el torneo de Madrid.
—Ha sido un aprendizaje constante. Siempre fue una parte que me gustaba, desde jugadora. Nunca fui vergonzosa para hacer actos, eventos, tener el trato con los patrocinadores. De hecho, me resultaba refrescante hacerlo. Y ahora estoy aprendiendo a encajar todo; al menos son trabajos muy intensos, pero no tan largos. Hay que hacer un seguimiento anual, pero no cada minuto y cada día. Me voy haciendo un calendario estratégico y con la familia. Estoy aprendiendo a gestionarlo todo.
—Siempre ha habido controversia con esas WTA Finals en Arabia. Usted que ha estado allí trabajando en el torneo, ¿cómo lo ve desde dentro?
—He recibido mucho esta pregunta, existe esa curiosidad. Durante el año voy bastantes veces, a hacer diferentes actividades: hablar con niños, con los padres; hacer clínics, actos en escuelas, en universidades. Hemos hecho muchas cosas en estos últimos tiempos, y siempre me han tratado muy bien. Lo que sí he notado es lo contentas que estaban las mujeres de que estuviéramos ahí con ellas haciendo ese evento y trabajos sociales y de comunidad. A mí siempre me han tratado muy bien. Por los mensajes que te llegan de fuera, la primera vez que vas sí que fue ‘a ver qué me encuentro’; pero siempre me he sentido muy bien. Y las jugadoras también. Están evolucionando muy rápido y cambiando muchas cosas.
«Así es el tenis: contratas a un equipo para que te guíe. Pero el jugador evoluciona y quiere escuchar otras cosas. Puede ser una relación muy compleja»
—Le tengo que preguntar por la ruptura entre Carlos Alcaraz y Juan Carlos Ferrero. ¿Cómo lo vivió?
—Pues sorprendida, como todos. Una noticia que no esperábamos después de lo bien que habían trabajado juntos. Porque ha tenido un año inmejorable. Hay que felicitar a Juan Carlos por el gran trabajo que ha hecho, y a Carlos, porque ha sido un alumno magnífico.
—¿Cómo es de complicado esta relación entre un jugador que paga a otra persona para que le dé órdenes?
—Así funciona: contratas un equipo para que te guíe y te ayude a ser el mejor del mundo. Puede llegar a ser una relación muy compleja. Por eso suele haber siempre bastantes cambios de entrenador en una carrera deportiva. Rara vez se queda un entrenador con un jugador. Porque el tenista evoluciona, quiere escuchar otras cosas. Cada jugador es un mundo, pero sí, puede llegar a ser una relación muy compleja.
—Para bien y para mal, tú eres el responsable de todo, ¿no?
—Es un deporte individual, tienes que hacer tu propio equipo, y la responsabilidad es tuya. Tú eliges a la gente con la que quieres trabajar. Y puedes decidir: ahora quiero una persona que me transmita esto; o experta en esto otro. Tienes mucho poder de elegir y tomar tus decisiones, independientemente de lo que puedan decir los demás. Pero sí es difícil tener jefes a los que les pagas tú. Tan difícil es manejar el éxito como el fracaso. Porque está el ego del jugador, del entrenador; cómo hacer las cosas, qué necesitas en cada momento.