La recta final de Netflix en los últimos impases del año está siendo bastante espectacular con estrenos de series españolas muy exitosas que le están proporcionando buenos réditos de audiencia, al margen del desenlace de su buque insignia Stranger Things. Es el caso de series como El cuco de cristal o Ciudad de sombras, cómodamente instaladas en el top 10 de las más visionadas que dan buena cuenta del interés por el género y del momento dulce que vive nuestra industria audiovisual en esta materia.

A esos títulos vamos a sumar Innato, una adictiva serie de ocho episodios de unos 45 minutos de duración que, esta vez, no beben de la letra impresa. Han participado en la creación de la serie Fran Carballal (La tregua) y Enrique Lojo (En fin) mientras que el equipo de guionistas ha contado también con la experiencia de Pablo Roa, Verónica Marzá, Fernando Sancristóbal y Pablo Manchado. Un equipo extenso para alumbrar un producto bien cuidado y repleto de intrigantes premisas.

A su favor, un reparto que trabaja muy bien y un desarrollo de la historia bien dosificado para mantener el interés en todo momento. En su contra, un final que cierra en falso, dejando incógnitas en el aire de cara a una futura segunda temporada y una banda sonora poco estimulante, que no consigue realzar el conjunto (y se llega a echar de menos un impulsito sonoro). Pero iremos desgranando todas estas cuestiones…

Miedo a los genes

Innato nos presenta la historia Félix Garay, conocido como «el asesino del gasoil», un hombre acusado y encerrado por el asesinato de tres personas con un grave transtorno de psicopatía. Justo después de salir de la cárcel, tras haber cumplido íntegra su condena, aparece un cadáver calcinado siguiendo su mismo modus operandi, lo que despierta el enfermizo interés de la prensa, que vuelve a acosarlo en su propio domicilio.

De forma paralela descubrimos qué fue de su hija Sara, en plena adolescencia cuando fue atrapado. Decidida a evitar el escrutinio público, cambió su identidad y empezó una nueva vida en otra localidad desarrollando posteriormente sus estudios de psicoterapeuta y manteniéndose alejada de su padre.

Cuando descubre que ha puesto los pies en la calle, su reacción instintiva es la de protegerse y hacer lo propio con su marido y su hijo, si bien éste parece tener un interés desproporcionado por el asesino del gasoil, lo que se sumará a varios altercados con compañeros y profesores 

La historia de Innato es apasionante y busca que los espectadores estén constantemente haciendo cábalas respecto a los nuevos asesinatos: ¿se trata de un imitador? ¿Ha vuelto a las andadas el mismo asesino? ¿Fue acusado el padre de Sara con pruebas falsas? Así se van abriendo poco a poco un montón de interrogantes que alcanzan su respuesta en el episodio final. Sin embargo, no todas las subtramas quedan cerradas por completo: quedan flecos y el desenlace es todo un cliffhanger para una segunda temporada que es más que necesaria para continuar la historia.

En el apartado técnico, no hay gran cosa que se le pueda objetar a la serie: hay un trabajo de ambientación muy solvente, con una fotografía oscura, buenos efectos especiales y una cuidada atención a los detalles.

La dirección de actores es otro de los platos fuertes de este thriller psicológico en el que Elena Anaya da el do de pecho mostrando a una mujer atormentada por el pasado, preocupada por el presente y caminando siempre al borde del precipicio a punto de perderse. Imanol Arias da verdadero miedo con su caracterización y su mera presencia: impone y le da los matices oportunos a un personaje complicado y devastador. Y el tridente se completa con el joven Teo Soler, que se ajusta a la perfección a su inquietante personaje, del que no sabes nunca qué pensar.

Innato habla sobre el legado y el miedo a haber heredado una enfermedad mental que te priva de la empatía necesaria como para vivir con humanidad. ¿Cuánto hay en nosotros de heredado y cuánto de aprendido? Al final del visionado, consigues responder algunas preguntas pero hay otras que se quedan contigo. Continuará.

Valoración

Nota 73

Muy adictiva y con grandes interpretaciones, especialmente las de Elena Anaya y un hosco Imanol Arias que impone con su mera presencia. Invita a jugar a las adivinanzas y sorprende con la resolución.

Lo mejor

La calidad de las interpretaciones, los giros y revelaciones y la manera en que se dosifican para mantener el interés de la audiencia. Muy buenos FX y consistencia dramática.

Lo peor

Deja muchos flecos sin resolver y termina en un momento álgico, privándonos de un cierre real. Da rabia, es algo tramposa.