A las 04:30 horas del 16 de octubre de 1793 y a la luz de las velas, María Antonieta de Austria escribe por última vez en su celda. París no duerme del todo durante el Terror. Al amanecer, la antigua reina de Francia, … viuda de Capeto, será conducida al cadalso. Ha rechazado los servicios de un sacerdote. Por orden de sus verdugos, se ha quitado el traje de luto y se ha puesto una enagua blanca sobre otra negra. No muestra vacilación al atravesar los pasillos de la Conciergerie y subir al carro.
Stefan Sweig describe cómo, en la esquina de la calle Saint-Honoré junto al Café de la Régence, un hombre la espera lápiz en mano. EsJacques-Louis David, uno de los artistas más grandes de su época. Desde la calle esbozará a la reina erguida y de perfil, con las manos atadas a la espalda. Un pañuelo de muselina le cubre la cabeza, a la que han cortado el pelo. El dibujo capta la decadencia de una era en la grandeza de esta condenada de 37 años.
Podría decirse que Jacques-Louis David (1748-1825) es un artista que encarna casi en solitario un momento fundacional de la historia europea. No solo fue un gran pintor, dotado de una fuerza creativa y una potencia expresiva únicas, sino que también participó activamente en política. Vivió bajo seis regímenes distintos y pintó los últimos coletazos del Antiguo Régimen, la Revolución francesa, la furia de los años del Terror, el ascenso de Napoleón y la restauración borbónica. De esta manera fue moldeando nuestra memoria visual: aún hoy imaginamos esos acontecimientos a través de su pincel. Fue él quien percibió el papel crucial de las imágenes en la afirmación de un poder naciente.
David trabajó en la creación y la reforma de los estatutos del Louvre
El 29 de diciembre de 2025 se cumple el 200 aniversario de su muerte y el Louvre le celebra con una de las exposiciones más interesantes del momento, compuesta por un centenar de obras de gran densidad. Debido al número de ellas que alberga es el único lugar en el que puede organizarse, pero también es el más legítimo dados los estrechos vínculos que lo unen a un pintor que se alojó allí desde muy joven y, hasta 1805, creó muchas de sus obras en sus talleres, impartió clases y trabajó en la creación y la reforma de sus estatutos. Si, además, asociamos el Louvre con las Tullerías, es en la sala del Manège, y luego en la de las Máquinas, donde, como diputado entre los montagnards subió a la tribuna de la Convención. Allí fueron colgados sus cuadros: Le Peletier de Saint-Fargeau y Marat asesinado, mártires de su religión laica y también donde fue acusado tras la caída de Robespierre.
Los comisarios han dividido el Hall Napoleón en una decena de secciones centradas por una sala oscura donde las tres versiones enfrentadas de ‘La muerte de Marat’ (1793) salen de la penumbra iluminadas por un tenue foco. Parte integrante de la exposición son también: ‘Bruto’, ‘Leónidas en las Termópilas’ y ‘La coronación de Napoleón’, que no han sido trasladadas desde la sala Daru.

Jacques-Louis David. ‘La muerte de Sócrates’
© New York, The Metropolitan Museum of Art
La Revolución se contempló en los grandes cuadros de David como en un reflejo. Sin embargo, no fue un pintor revolucionario por casualidad: la rebelión de su mente, que había emancipado al hombre para convertirlo en soberano de sus leyes y guiarlo hacia la Libertad, Igualdad y Fraternidad, fueron el alma de su estética.
Expuesta en Roma y en el salón de 1785, ‘El juramento de los Horacios’ provocó un estruendo en el firmamento de las artes
En 1775, Luis XVI acaba de subir al trono. Aquel otoño, al ganar el gran premio de Roma tras tres fracasos consecutivos, cuando llegó a la Ciudad Eterna aún no tenía ni el estilo ni las certezas de quien, veinte años más tarde, reinaría en la pintura francesa. Italia supuso para él una conmoción. Nada más llegar, le invadió una fiebre por el dibujo que le empujaba a recorrer la ciudad, lápiz en mano, multiplicando los estudios como fundamentos de su educación. Le atraían los colores vivos, las formas vigorosas, las luces violentas y admiraba el claroscuro de Caravaggio. Al abandonar Roma y volver a París la «nueva ruta» estaba marcada. La línea no era solo un contorno, sino un pensamiento. El suyo era un arte de la moderación, idealizado y cuidadosamente construido, y es precisamente todo esto lo que estalla en ‘El juramento de los Horacios’.
¿De dónde proviene la sensación de formidable novedad que suscitó este cuadro? Se trata de la asombrosa adecuación del estilo que adoptó en la escuela de los Antiguos a la crisis política de la que pronto sería testigo. La tormenta revolucionaria parece presagiarse misteriosamente en los cuerpos electrizados de los Horacios. El cuadro responde a una geometría total en las horizontales del pavimento, las verticales de las columnas y las diagonales que convergen hacia el punto focal de la mano del padre. Expuesta en Roma y en el salón de 1785, la obra provocó un estruendo en el firmamento de las artes.

Jacques-Louis David. ‘La muerte de Marat’
© Grand Palais Rmn (musée du Louvre)
La consagración de David llegó con ‘La muerte de Sócrates’, aclamada en 1787. Su protagonista señala con la mano izquierda hacia el cielo en un eco directo al Platón de ‘La escuela de Atenas’, de Rafael. Pero, en el Salón de 1789, expone la obra premonitoria ‘Los lictores traen a Bruto el cadáver de sus hijos’, también pintada para la corona. El tormento del padre se muestra invirtiendo la composición tradicional y representándole oculto entre las sombras, mientras las mujeres, entregadas al dolor, están bañadas por una luz intensa.
Además de Rafael, en la obra de David parece retumbar la voz áspera y violenta de Miguel Ángel. Este Bruto se inspira en el Isaías de la Sixtina, con la mano apretando el decreto de condena a muerte y los pies encogidos, la soledad del político es evocada por la «terribilità» florentina. Sobre la mesa en rojo sangre, una cesta de labor con unas tijeras sugiere el sacrificio de los hijos. La elección de este cuadro por Luis XVI, resulta paradójica: Bruto es el héroe republicano por excelencia. Sin embargo, Sébastien Allard, comisario de la exposición, advierte contra una interpretación revolucionaria precipitada en 1787, fecha en la que David decide el tema. Nadie podía imaginar entonces que la caída de la monarquía estaba cerca. Fueron los acontecimientos de 1789 los que cambiaron la percepción de este cuadro. El Salón en el que debía presentarse se celebró un mes después de la toma de la Bastilla. En su reverso se lee la inscripción: «Este cuadro fue realizado en/ el tiempo (sic) de la Revolución/ el año 1789».
Pintaba todos los personajes desnudos, incluso los que posteriormente irían vestidos
¿Cómo se produciría la transformación del pintor de éxito de los años 1780 en el hombre leal a los sans culottes? Para medir la precocidad de su compromiso político, basta con fijarse en el boceto del ‘Juramento del Juego de Pelota’ (1791-1792), que debía inmortalizar el acontecimiento fundacional. El cuadro nunca se terminó pero queda un boceto mítico con las caras de cuatro diputados pintadas en alto grado de detalle. Presente en la sección de la exposición dedicada al retrato y, colgado casi a ras del suelo, preside una sala teñida de azul nocturno. El su libro ‘Louis David’ (1904), Léon Rosenthal explica cómo su obsesión por el dibujo y el miedo a cometer errores le llevaba a pintar primero a todos los personajes desnudos, incluso los que posteriormente irían vestidos. Es más, cuando un cuerpo quedaba parcialmente oculto por otro personaje o por un accesorio, lo dibujaba igualmente para asegurar la armonía de las partes visibles.
El 9 de Termidor del año II (27 de julio de 1794), Robespierre fue derrocado por la Convención, declarado fuera de la ley fue condenado sin juicio y ejecutado en la plaza de la Revolución, donde meses antes Luis XVI y María Antonieta habían sido decapitados. Por su cercanía a Robespierre, a mediados de septiembre, David sería trasladado a la prisión habilitada en el Palacio del Luxemburgo. Allí comenzó a plantearse ‘Las Sabinas’, su primera gran obra posrevolucionaria. En medio de la batalla, admiramos la actitud radiante de Hersilia, mujer de Rómulo, colocada en plena luz del lienzo para llamar, desarmada y con los brazos abiertos, a romanos y sabinos a bajar las armas. Las murallas de la ciudadela, muy poco romanas, evocan las de la Bastilla, tomada el 14 de julio. La intervención de las mujeres para poner fin a la guerra entre sus maridos romanos y sus hermanos y padres sabinos es un llamamiento a la reconciliación en un país que necesita poner fin a la Revolución. Francia se desangraba.

Jacques-Louis David. ‘Bonaparte cruzando el Gran San Bernardo’
© Grand Palais Rmn (musées des châteaux de Malmaison et de Bois-Préau)
Durante la época de celebración de los éxitos de Bonaparte en Italia, David conoció al general aureolado de gloria militar, quien visitaría su taller. Bonaparte encontró a quien pintaría la historia de su leyenda y David a un héroe «hermoso como los antiguos». En 1801, expondrá el que probablemente sea el retrato más conocido de Napoleón: ‘Bonaparte cruzando el Gran San Bernardo’, encargado por Carlos IV para el Palacio Real de Madrid.
El artista busca inspiración en los monumentos más prestigiosos del Barroco
Consciente de la comparación que sin duda se haría con los retratos de Velázquez, el artista busca inspiración en los monumentos más prestigiosos del Barroco. Aunque históricamente inexacto -el Primer Cónsul cruzó el paso en mula-, el cuadro responde a los deseos de su modelo, que quería ser representado «tranquilo sobre un caballo fogoso». Los nombres de Aníbal y Carlomagno, inscritos en la roca al pie del caballo, lo elevan a leyenda.
David permanecerá fiel a Bonaparte hasta el final. Tras su caída, Luis XVIII regresó a Francia pero tuvo que huir de nuevo durante los Cien Días ante el regreso de Napoleón de su exilio en la isla de Elba. Apoyado por una cámara ultrarrealista, la venganza del rey no se hizo esperar y el Terror Blanco se desató sobre bonapartistas y regicidas condenados al destierro perpetuo. David soñaba con Roma pero será Bruselas, donde llega el 27 de enero de 1816, para un exilio definitivo en la ciudad de Van der Weyden y Brueghel el Viejo.