No ha habido sorpresas. La contundente victoria de la popular María Guardiola en las elecciones autonómicas de Extremadura, aunque sin la mayoría absoluta que pretendía … al adelantar los comicios, confirma un escenario previsible que debilita con claridad a Pedro Sánchez y refuerza a Alberto Núñez Feijóo con algunas cautelas. La derrota se ha cebado en el Partido Socialista, que paga en las urnas los escándalos de corrupción. La elevada abstención –casi un 57% de participación– ha posibilitado la amplia victoria de la derecha y su ventaja histórica sobre la izquierda, sobre todo porque el voto del enfado de las ciudades y del campo se ha decantado sin dudas por el cambio político. La presencia como candidato socialista de Miguel Ángel Gallardo, procesado por el supuesto enchufe del hermano de Pedro Sánchez en la Diputación de Badajoz, ha sido un evidente lastre. El desgaste de la marca PSOE supone una seria amenaza a la continuidad de la legislatura de Sánchez. Hace poco tiempo sería impensable esta realidad si se tiene en cuenta que Extremadura era un bastión tradicional de la izquierda.

Vox, el gran triunfador de la noche, tiene el Gobierno de Extremadura en su mano

Desde un principio de la noche electoral, los socialistas tenían asumido que los resultados iban a ser catastróficos y se lo fiaban todo a que el PP necesitara a Vox para poder gobernar. Esa es la apuesta desde un principio de Pedro Sánchez, que Extremadura marcase el inicio de un debate que pueda calar en sectores de la opinión pública, muy sensibilizados y preocupados por la posibilidad de una alianza entre el PP y la ultraderecha. Pero Vox, y la marea internacional que le empuja con fuerza, ha roto en buena medida el prejuicio de esa barrera que existía en el 2023 y le consagra como la llave de la gobernabilidad de la Comunidad.

El PP ha logrado que esta derrota del PSOE visualice el final de ciclo del ‘sanchismo’ y precipite el cambio en España. Pero ese recambio tiene un problema porque la dependencia de Vox –los grandes ganadores de la noche– representa un serio talón de Aquiles para Feijóo. Guardiola adelantó los comicios para tener mayoría absoluta y no la ha logrado. Se abre una novedosa dinámica repleta de bombas de profundidad para el conjunto de la derecha.

Extremadura ha sido un primer ensayo de la exitosa estrategia de Vox, que ha logrado articular su discurso sobre el campo, el abandono rural, el malestar de los autónomos y la conexión con los jóvenes mediante un hábil empleo de la redes sociales. La tormenta perfecta. El péndulo del descontento ha terminado en la extrema derecha. Un vuelco político y social que tendrá consecuencias.