Un patrón que se repite: H3N2 y una relación conflictiva con las vacunas
Desde la perspectiva histórica, A(H3N2) es el subtipo del virus de la Influenza que más frecuentemente tensiona la estrategia vacunal anual.
No solo se asocia a una mayor carga de enfermedad en adultos mayores, sino que exhibe una deriva antigénica sostenida en la hemaglutinina, la proteína clave para la neutralización por anticuerpos.
El resultado es conocido por cualquier clínico: temporadas en las que la vacuna protege menos contra infección sintomática, aun cuando mantiene impacto frente a hospitalización y muerte (que, en definitiva, es lo más importante).
Lo que distingue a 2025 es la velocidad para copar los contagios: el subclado K, identificado a mitad de año, pasó en pocos meses de ser un virus renovado a explicar la mayor parte de los H3N2 detectados en países con vigilancia intensiva.
Estados Unidos: ¿qué está pasando con la gripe?
El informe FluView del CDC correspondiente a la semana epidemiológica 49 de 2025 (finalizada el 6 de diciembre) ofrece un retrato nítido del inicio de la temporada:
- 59.364 muestras respiratorias analizadas en laboratorios clínicos.
- 4.790 positivas para influenza (8.1% de positividad semanal).
- En laboratorios de salud pública: 547 virus influenza detectados, con 525 (96%) influenza A.
- De 401 virus A subtipados, 345 (86%) fueron A(H3N2) y 56 (14%) A(H1N1)pdm09.
Cuando el análisis se profundiza, el subclado K aparece como protagonista: entre 163 virus A(H3N2) caracterizados genéticamente desde fines de septiembre, 89% pertenecieron a este subclado.
En pruebas realizadas por el CDC, de 22 virus A(H3N2) evaluados frente a antisueros de referencia del componente vacunal 2025–2026, solo 2 (9.1%) fueron considerados antigénicamente similares. Con esos datos, el subclado K se considera un “drift antigénico” respecto de la cepa incluida en la vacuna.
En paralelo, la carga sanitaria acumulada no es menor:
- 2.9 millones de casos de influenza.
- 30.000 hospitalizaciones.
- 1.200 muertes, con la confirmación del primer fallecimiento pediátrico de la temporada.
Estos números ayudan a entender por qué la discusión no es académica: la influenza ya está impactando en el sistema de salud.
Reino Unido: confirmación independiente del mismo fenómeno
La vigilancia del UK Health Security Agency en el Reino Unido muestra un escenario casi superponible.
Entre las semanas 40 y 49 de 2025 se caracterizaron 632 virus influenza estacionales:
- 520 fueron A(H3N2).
- 489 de esos H3N2, es decir el 94%, correspondieron al subclado K.
Los indicadores asistenciales (semana 51, datos hasta el 14 de diciembre) muestran que la circulación viral ya se traduce en demanda:
- Positividad global de influenza en laboratorio, 20.7%.
- Positividad en hisopados de atención primaria, 36%.
- Consultas por síndrome gripal, 23.6 por 100.000 habitantes.
- Hospitalizaciones por influenza, 10.32 por 100.000.
- Ingresos a la unidad de cuidados intensivos, 0.32 por 100.000 habitantes.
En cuanto a prevención, las coberturas vacunales son heterogéneas: 72.8% en mayores de 65 años, pero por debajo del 40% en otros grupos prioritarios, un dato relevante a la hora de interpretar la carga hospitalaria observada.
¿Qué significa “deriva antigénica” en la práctica clínica?
La deriva antigénica implica que los anticuerpos inducidos por la vacuna reconocen peor al virus circulante. Eso se traduce, en general, en menor efectividad para prevenir la infección leve o moderada.
Sin embargo, esto no equivale a que la vacuna “no sirva”. La experiencia acumulada con H3N2 muestra que, aun en temporadas con discordancia antigénica, la vacunación sigue reduciendo las hospitalizaciones, los ingresos a cuidados críticos, y la mortalidad.
De hecho, estimaciones preliminares citadas por el CDC, basadas en datos del Reino Unido, sugieren que la efectividad de la vacuna frente a hospitalización por influenza se mantiene en rangos clínicamente relevantes:
- 70-75% en niños.
- 30-40% en adultos, aun en este contexto de subclado K dominante.
La comunicación en tiempos de redes: un desafío adicional
El escenario actual ocurre en un contexto de alta sensibilidad social. En redes y algunos medios, la idea de “vacuna mal elegida” o “vacuna que no funciona” circula con facilidad.
Aquí, el rol del médico es clave: explicar que la influenza es un blanco móvil, que la actualización anual es una necesidad y que la efectividad vacunal no es binaria.
Proteger menos contra la infección no invalida su impacto sobre los desenlaces que más importan.
Las conclusiones: ¿qué nos deja la temporada 2025–2026 hasta ahora?
La expansión del subclado K de influenza A(H3N2) confirma un patrón conocido, pero no por eso menos relevante. El virus volvió a adelantarse a la vacuna en términos antigénicos, algo esperable con H3N2.
Los datos de Estados Unidos y Reino Unido muestran una circulación intensa, con impacto asistencial medible.
Aun así, la evidencia disponible respalda seguir promoviendo la vacunación antigripal como la principal herramienta para reducir enfermedad grave y mortalidad, especialmente en adultos mayores y personas con comorbilidades.