Especial Navidad: Suscríbete hoy a Viajes National Geographic por solo 1€/mes. ¡Por tiempo limitado!
Hubo un tiempo en el que lo habitual era pasar cada verano en el mismo destino. Quien “tenía un pueblo”, raíces en un rincón alejado de las grandes ciudades, pasaba entre sus calles los días más cálidos del año, disfrutando de su calma pegajosa y sus fiestas patronales. Quien no lo heredaba de nacimiento, lo buscaba. Fue el caso de Almudena Grandes y su marido, el poeta Luis García Montero. Buscaron un paraíso estival en el que refugiarse del calor de Madrid, ciudad que la escritora amaba con pasión. “Yo vivo en Madrid y no me gustaría vivir en otro lugar”, aseguraba para el Blog del Instituto Cervantes.
Su segundo hogar lo encontró en la costa gaditana, en un pueblo que tiempo después describiría como “la luz de todos sus veranos” y el “territorio de la felicidad”. Un “paraíso anual” en el que echó profundas raíces y que jamás la olvidará. Almudena Grandes es Hija Adoptiva de este edén gaditano, y sus calles, plazas y vecinos la recuerdan con un profundo amor correspondido.
Cargando vídeo: Pueblos cádiz
Amor a primera vista
Foto: Shutterstock
“Tuve la suerte de que Almudena se enamorara de mí y quisiera pasar nuestros veranos junto al mar”, diría Luis García Montero en aquel pequeño pueblo que durante más de veinte años fue su segundo hogar. “Se convenció de que no había mejor sitio para pasar sus veranos”. Las palabras lo descubren en Rota, el “paraíso anual” de la pareja en el que la escritora dio forma a muchas de sus novelas. Todas a partir de Atlas de geografía humana, según el que fue su marido. “No lo cambiaría por ningún otro”, declaraba Grandes en el medio citado previamente: “Tengo muchas raíces, y no me gustaría vivir en otros sitios distintos de donde vivo”.
Belleza rural
España en los ojos de Unamuno
Miguel de Unamuno narró España en sus artículos, en sus novelas y en sus ensayos. Para él, el país que lo vio nacer tenía una belleza incomparable frente a las grandes ciudades europeas.
La pareja comenzó a pasar sus veranos en Rota allá por 1990, apenas un año después de que Grandes ganara el Premio Sonrisa Vertical por Las edades de Lulú, libro que la lanzó a la fama. En el 94, recuerda el periodista roteño Balsa Cirrito, la pareja se alojaba aún en casa de un buen amigo y compañero de profesión, Pepe Moreno.
La casa, “una vivienda llena de libros y con un número infinito de habitaciones de techos altísimo”, describe Balsa en Rota al día, se encontraba cerca de la plaza Barroso, una de las muchas postales roteñas. De pequeño tamaño y forma acogedora, la plaza Barroso se encuentra en pleno centro histórico, a pocos metros del Castillo de Luna, con árboles, bancos y alguna terraza para sentarse a tomar algo. Es una de las plazas con más encanto del casco antiguo: conecta con calles tradicionales como Pérez de Bedoya, y es, quizá, el punto de partida perfecto para una ruta a pie que permita descubrir este precioso pueblo.
¿Quieres viajar por los pueblos más monumentales de España? ¡Descarga gratis nuestro eBook y descubre cuáles son!
En las calles de Rota
Foto: Adobe Stock
Alrededor de Almudena Grandes se configura un grupo de artistas e intelectuales que, gracias a ella y al encanto natural de Rota, deciden pasar cada verano frente a su costa. Son Joaquín Sabina, Jesús García, Felipe Benítez Reyes, Benjamín Prado, Miguel Ríos, Juan Vida, Ángel González y Ángeles Aguilera, entre otros muchos nombres que cada verano se reunían en las casas de unos y otros. Tras aquellos maravillosos veranos en casas de amigos, Grandes y su marido decidieron adquirir una vivienda ubicada cerca de Punta Candor, cuya avenida principal lleva hoy el nombre de la escritora.
Su relación con Rota no era la de un visitante puntual. Almudena se implicó con el pueblo, y Rota la correspondió. Cada verano, recuerdan en Cope, y gracias a la autora, escritores de talla nacional se reunían en la plaza del pueblo, a la linde del Castillo de Luna y la Iglesia de Nuestra Señora de la O, para ofrecer a Rota un regalo cultural. Noches literarias y completamente altruistas para el disfrute de todos.
Un viajero apasionado
Los viajes de Miguel de Cervantes
El escritor más importante de la literatura en lengua castellana fue, además, un acérrimo viajero, amante de las aventuras y un hombre apasionado por descubrir el mundo más allá de su natal Alcalá de Henares.
Estos dos edificios son parte de la arquitectura que da su encanto a Rota, y parte de la historia de Almudena con el pueblo. El Castillo de Luna, fortaleza del siglo XIII levantada sobre un antiguo ribat musulmán, es hoy sede del Ayuntamiento y un símbolo histórico de Rota. En cuanto a la Iglesia de Nuestra Señora de la O, es el corazón del casco histórico. Su fachada y su torre marcan uno de los perfiles más reconocibles de la villa desde el siglo XVI.
Cerca de allí se encuentra otro de los lugares favoritos de Almudena, según recuerdan sus amistades: el Mercado Central de Abastos. Era allí donde, cada mañana, la escritora se hacía con el pescado fresco del día. “Shosho, hoy no compres de este género”, “Shosho, mira qué pescado tengo hoy”, recuerda el periodista Juan Cruz (El Periódico) que compartían las pescaderas con la escritora, a la que consideraban una más del pueblo.
Junto a la orilla
Foto: Shutterstock
El pueblo de Rota, en todo su esplendor, fue hogar emocional de la autora. Y así lo recuerdan con su título póstumo de Hija Adoptiva de la Villa de Rota. Además, de entre todos los rincones del pueblo, su favorito se encontraba en el litoral, en Punta Candor. Esta playa seminatural, en la periferia occidental de Rota y con más de 1 km de arena fina y dorada fue el escenario habitual de sus días.
En temporada alta, los servicios básicos y los chiringuitos dan la bienvenida a los visitantes. Aunque para Almudena lo esencial estaba en lo profundo del mar, en los paseos, en los atardeceres. En aquel segundo hogar junto al que escribió algunas de sus grandes novelas, y en el que aún sigue recordándose su memoria con un cariño especial.