La nueva Estrategia de Seguridad Nacional de EEUU redefine objetivos geopolíticos, tiende a consolidar su dominación en el hemisferio occidental y reafirma que la política arancelaria juega un papel en esos objetivos. El apoyo al gobierno Milei se inscribe en esta redefinición.
La ESN, publicada el viernes 5 de este mes, es un documento político-estratégico que el Congreso estadounidense exige hacer público a todos los gobiernos, que definen allí sus lineamientos de política internacional. Debe ser continuado próximamente por el que fije la Estrategia de Defensa Nacional del Pentágono, objetivos y programas militares.
El documento en cuestión está prologado por el presidente Donald Trump en el marco de su política “América First” y lo define como “una hoja de ruta para garantizar que EEUU siga siendo la nación más grande y poderosa de la historia de la humanidad”… “En todo lo que hacemos priorizamos a EEUU”.
Referencia histórica
La nueva iniciativa retoma el espíritu intervencionista de la Doctrina Monroe que es tomada como referencia histórica al explicitar que “Estados Unidos reafirmará y hará cumplir la Doctrina Monroe para restaurar la preeminencia estadounidense en el Hemisferio Occidental”…“Negaremos a los competidores no hemisféricos la capacidad de posicionar fuerzas u otras capacidades amenazantes, o de poseer o controlar activos estratégicamente vitales en nuestro hemisferio”.
La Doctrina “América para los americanos”, enunciada en 1823 para bloquear posibles intervenciones europeas y todo intento de recolonización, aparece entonces como referencia histórica para la nueva ESN. Conviene recordar que en 1904, el presidente Roosevelt agregó un corolario que habilitaba intervenciones directas de EEUU en países latinoamericanos. Ahora se trata del corolario trumpista que justifica su política internacional en “… los derechos naturales otorgados por Dios a sus ciudadanos”.
Cambio de prioridades
Si bien mantiene ciertas políticas ya enunciadas en la primera presidencia de Trump, luego en parte continuadas por la administración Biden, la nueva estrategia implica un cambio radical en las prioridades geopolíticas estadounidenses. Tres tendencias que han confluido en la última década han motorizado esta mutación. Por un lado el Covid 19, la pandemia que desbarató las cadenas de valor integradas mundialmente; por otro, como resultado de lo anterior, el pasaje de la globalización a la regionalización, producto de un giro proteccionista en los distintos bloques, que se profundiza con el ascenso de Trump a la presidencia de EEUU. Por último la irrupción de China en el comercio mundial, liderando el libre comercio, la integración y disputando hegemonía.
Estrategia defensiva
En este contexto es que la ESN redefine sus objeticos geopolíticos. Priorizando el hemisferio occidental EEUU busca recuperar el control de Nuestra América y de nuestros bienes comunes (recursos naturales) que considera estratégicos, bloqueando el acceso de otras potencias a los mismos. Toma distancia de Europa que ha decrecido mucho en términos económico-comerciales y que estaría perdiendo su carácter civilizatorio producto de la invasión de inmigrantes, agregando que debe asumir la responsabilidad de su propia defensa. Mientras, pierde centralidad el Medio Oriente. Todo implica un redespliegue militar, desplazando recursos desde zonas que considera menos prioritarias hacia el hemisferio occidental, al que presenta como un «frente crítico para su seguridad».
El actual despliegue naval frente a las costas de Venezuela, el bombardeo a barcazas supuestamente al servicio del narcotráfico y ahora el bloqueo a buques cargados con petróleo venezolano son una muestra de la política de “paz armada” de la nueva ESN, que combina presión militar, coerción económica y objetivos geopolíticos de largo plazo. Es también una advertencia para el resto de los países de la región.
Esta reconfiguración se da en el contexto de la declinación relativa de la hegemonía de EEUU y el ascenso de China, que le disputa hegemonía, prioritariamente en el plano estratégico de los semiconductores. Observando esta dinámica queda en evidencia que la nueva estrategia es una estrategia defensiva. Un requisito para su recuperación económica, su estabilidad interna y su estrategia global frente a otras potencias, que lo lleva a reorganizar sus prioridades geopolíticas, refugiándose en el hemisferio occidental (para ellos el continente americano), especialmente en su “patio trasero”, Nuestra América.
La seguridad nacional y el comercio internacional
La política arancelaria juega un rol en la nueva ESN. El orden global que pretende imponer EEUU, cuyo centro es la relación competencia-cooperación con China, se sostiene en gran parte en el comercio y las inversiones y se basa en la necesidad de resolver el enorme déficit comercial y de cuenta corriente del país del norte que en buena parte es fuente de los desequilibrios de la economía mundial. La salida a estos desequilibrios estaría en que EEUU reduzca su consumo interno y aumente la inversión en la industria reduciendo así su déficit comercial mientras que para China sería la inversa, que aumente su consumo interno y reduzca sus exportaciones industriales. Claro que este mecanismo no es lineal y está sometido a múltiples tensiones que se expresan en la política arancelaria que es utilizada como herramienta política y, en la mayoría de los casos, argumentada en cuestiones de seguridad nacional (este año más de la mitad de las medidas proteccionistas estadounidenses y el 30% de las chinas se justificaron por cuestiones de seguridad nacional).
Argentina aliado privilegiado
Vista desde el contexto de la nueva ESN la relación de los gobiernos Trump-Milei adquiere otra dimensión. El continente americano es prioridad absoluta y dentro de esta prioridad la Argentina de Milei tiene un papel relevante como el aliado estratégico-ideológico.
Así el apoyo del Tesoro estadounidense (que podría reeditarse si fuera necesario) no fue solo para evitar un colapso financiero y ayudar a un curso estabilizador (por ahora bastante inestable) de la economía según el manual neoliberal. Sino un primer paso para instalar en nuestro país un sistema productivo que se integre con las necesidades del país del norte para lo que, en determinadas condiciones no explicitadas, induciría inversiones en las áreas de la agroindustria, los hidrocarburos, los minerales críticos, las tierras raras y la economía del conocimiento. Particularmente aprovechando las condiciones climáticas de nuestro sur patagónico, con abundante agua y energía para la instalación de un Centro de Datos necesario para el desarrollo de la Inteligencia Artificial. Para esto está el anunciado Acuerdo de Inversiones y Comercio entre los dos países, aun no firmado, que consolidaría la alianza estratégica.
En palabras del nuevo embajador Peter Lamelas “EEUU apoya a la Argentina y va a hacer todo lo necesario para que salga para adelante y se desarrolle económicamente”… “Esta es más que una relación personal. Compartimos los mismo valores de Occidente”.
El reciente triunfo del ultraderechista Kast en Chile favorece la formación de un bloque, al que podría sumarse la Bolivia de Rodrigo Paz, que rompería con la soledad de Milei en el Cono Sur y fortalecería su presencia.
Pero nada está consolidado todavía. A nivel internacional la deriva de las guerras genera una incertidumbre creciente, lo mismo que el débil comportamiento de la economía mundial. La relación Argentina-EEUU es por ahora una relación entre gobiernos, no entre Estados.
Milei ya pasó exitosamente el rubicón de las elecciones de medio término pero aún no derrotó al movimiento popular (en estos días la CGT movilizó una multitud contra el proyecto de Ley de Reforma Laboral, y tuvo sendas derrotas políticas en el parlamento) mientras crece la inquietud entre las clases dominantes. Trump irá a elecciones parlamentarias el año próximo cuando la oposición interna está en pleno crecimiento, ha perdido varias elecciones y la defensa de Palestina es asumida por buena parte de la población, mientras que una mayoría no comparte una agresión militar a Venezuela.
Nada está definido, no es seguro que la ultraderecha mundial bajo la conducción de Trump alcance sus objetivos. Hay condiciones para la lucha. Será una lucha difícil.
*integrante del colectivo EDI-Economistas de Izquierda-
Buenos Aires, 20.12.2025