Pocos conceptos más dramáticos en sí mismos que el de esperar a que alguien se muera. Esos días en los que ya no hay nada que hacer frente a una enfermedad terminal, en los que la ciencia también ha tirado la toalla salvo para los cuidados paliativos, en los que solo quedan las lágrimas adelantadas, el esfuerzo por evitar el sufrimiento de la persona enferma, y las últimas dosis de cariño.

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Si a la tragedia de la situación le sumamos el tiempo navideño, además del elemento cinematográfico, ya tendríamos la combinación perfecta para estas fiestas: sofá, pañuelos a mansalva y plena confianza en la familia con elemento de construcción y no de destrucción. El cóctel que ha elegido la actriz Kate Winslet para dar un paso al frente y debutar como directora: Adiós, June, coproducción de Netflix que exhibe en exclusiva la plataforma, no engaña a nadie. Es lo que es, y lo que casi siempre fueron estas películas. Y lo hace con tacto y profesionalidad, aunque sin brillantez.

De izquierda a derecha, Johnny Flynn, Andrea Riseborough, Timothy Spall, Kate Winslet y FIsayo Akinade, en 'Goodbye June'.De izquierda a derecha, Johnny Flynn, Andrea Riseborough, Timothy Spall, Kate Winslet y FIsayo Akinade, en ‘Adiós, June’.Kimberley French/Netflix

Hijos y nietos reunidos alrededor de la persona que vive sus últimas miradas, sonrisas cómplices y muecas de dolor. El espíritu de la Navidad, multiplicado por el padecimiento físico y psicológico, dividido por la reconstrucción de los afectos en un par de hermanas que llevan tiempo sin dirigirse la palabra. Suena a fórmula y efectivamente lo es. Así esta pergeñado el guion de Joe Anders, de 22 años. Un nombre que quizá no les diga nada —en realidad es un seudónimo—, pero que es el del hijo de Winslet y del cineasta Sam Mendes.

El jovencísimo escritor aporta a su libreto una llamativa y valiente novedad: esos últimos días —buena parte del mes de diciembre— no se van a desarrollar en el cálido ambiente del hogar sino en el mucho más frío del hospital. No son muchas las películas de este estilo que no apuesten por el entorno de lo conocido, del apego junto a un buen fuego. Sin embargo, dos detalles devalúan un tanto el triple salto mortal que supone componer un drama navideño en la habitación y los pasillos de un hospital. El primero, la trampa de que en la institución británica donde se desenvuelven los personajes (con más pinta de privada que de pública), no parece haber movimiento, ni más enfermos, ni muchos médicos, y apenas un enfermero, que obviamente es un encanto: en definitiva, es un hospital de película.

Segundo, que ante la vieja batalla de las dos hermanas que no se soportan, se impone la reconciliación, pero esta se produce más por inercia que porque los motivos fueran realmente (ir)resolubles o porque haya una catarsis emocional. En ambos sentidos, Anders es relativamente delicado, está lejos de hacer sangre, y articula su último acto en torno a la dulzura.

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Mientras, con la cámara, el montaje, el tono, el ritmo y los aditamentos artísticos (principalmente la tenue música de piano), Winslet nunca fuerza lo lacrimógeno, mantiene la distancia en los instantes más crudos, y fía su película a lo mejor que tiene el producto: un grupo de intérpretes extraordinarios, con Helen Mirren como la matriarca agonizante; Timothy Spall como el marido que de nada se entera simplemente porque está muerto de miedo; ella misma como la más triunfadora y sensata de las hermanas; Toni Collette como la extravagante espiritual, y Andrea Riseborough como una sociópata de manual. Es aquí, en el carisma de todas ellas, cuando la película se hace más férrea, armada del cariño familiar. El mismo que parece haber guiado a una madre célebre a dar un paso más en su carrera, para apoyar la correcta aunque aún balbuceante escritura de su joven hijo.

Adiós, June

Dirección: Kate Winslet.

Intérpretes: Kate Winslet, Helen Mirren, Andrea Riseborough, Timothy Spall.

Género: drama. Reino Unido, 2025.

Plataforma: Netflix.

Duración: 114 minutos.

Estreno: 24 de diciembre.