Existen actores y actrices sublimes, que te animan a pagar la entrada por el placer que te transmiten al observarlos y oírles. Y puede caer en lo grotesco el reproche de ciertos espectadores cuando les acusan de que siempre interpretan al mismo personaje. O sea, que son ellos. Miran, hablan, escuchan, gesticulan, se mueven de la misma forma cada vez que les enfoca la cámara.
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Y también hay otros, dotados de versatilidad y talento, con milagrosa capacidad para meterse en la piel y en el corazón de una tipología muy diversa de gente en la misma película. Para regocijo común del público y de las personas que les dirigen. Cada uno tiene sus favoritos entre estos camaleones. A mí me han fascinado, entre otros, los ingleses Peter Sellers y Alec Guinness o el italiano Ugo Tognazzi, maestros de la transformación. A esas creaciones múltiples se dedica el admirable actor argentino Guillermo Francella en Homo Argentum. Nada menos que a 16 señores variopintos en otras tantas historias regidas por la corrosión, las situaciones surrealistas y dadaístas, la mala hostia, la piedad (sí, hay alguna en medio de la generalizada sátira), las conductas prepotentes o hipócritas de gente instalada que juega con la humillación de los débiles ataviados con un disfraz caritativo.
Guillermo Francella, en ‘Homo Argentum’.
Aunque no existieran los títulos de crédito, sería fácil reconocer la autoría en esta película de dos señores llamados Gastón Duprat y Mariano Cohn. Las películas que he visto de ellos (El ciudadano ilustre, Competencia oficial) y las series (El encargado, Bellas artes, Nada) poseen transparentes señas de identidad. Todas favorables. Para empezar, me hacen reír y sonreír, dos sensaciones impagables. Poseen ideas brillantes, manejan ironía y sarcasmo de primera clase, son imprevisibles en el desarrollo de sus ideas, extraen comicidad retratando la impostura y la farsa, denuncian los comportamientos mezquinos que tratan de ocultar las palabras y las apariencias, demuestran que el absurdo y la paradoja forman parte notable de la existencia. Lo hacen con inteligencia vitriólica.
No me extraña que haya levantado ronchas entre muchos de sus compatriotas. Suele ocurrir con las sátiras que dan en la diana. Pero su descreimiento sería igual de molesto y temible hablando de otras sociedades, de otros países.
Guillermo Francella, en ‘Homo Argentum’.
Optan por mezclar historias breves con otras más desarrolladas. Y son desiguales. Te pueden provocar una sonrisa semiamarga, estupefacción, alguna carcajada y complicidad, a no ser que te sientas retratado en alguna de las miserias que describen. Llevan el siempre identificable sello de la casa. Aunque también hace que recuerdes aquella excelente película argentina que narraba varias historias titulada Relatos salvajes, de Damián Szifron. ¿Y Guillermo Francella? Pues superando un reto tan complicado de hacer creíble, graciosa, patética u odiosa a tanta y diversa gente. Cuesta reconocerle a veces detrás de tantos peluquines y pelucones, gestualidades tan distintas, voces y tonos. Imagino que su trabajo y el permanente maquillaje al que ha tenido que someterse habrán sido agotadores, pero ha merecido la pena.
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Qué buenos son los intérpretes argentinos cuando son auténticos. Pienso en Federico Luppi, en Ricardo Darín, en Norma Aleandro, en Héctor Alterio, en Francella, en gente así. Y qué alegría que existan directores como Duprat y Cohn, que desafían permanentemente las convenciones, los dogmas de la cultura woke, el vanguardismo de cartón piedra. Cuentan que Homo Argentum ha encabronado a los kirchneristas. También pienso en la película que podrían hacer sobre un personaje como Milei. La risa estaría garantizada. Y probablemente, de paso, el miedo.
Homo Argentum
Dirección: Mariano Cohn, Gastón Duprat.
Intérpretes: Guillermo Francella, Eva de Dominici, Migue Granados, Aurora Quattrocci, Gastón Soffritti.
Género: sátira. Argentina, 2025.
Duración: 98 minutos.
Estreno: 24 de diciembre.