De ningún modo se podría imaginar una fiesta de centenario como la que está viviendo la Fiorentina. En agosto de 2026 el club celebrará el siglo de historia, pero no es momento de decorar el Viola Park: el equipo necesita ser rescatado del fantasma de la Serie B. La primera victoria llegó en la jornada 16 contra el Udinese. Antes del milagro en el Franchi, el balance era de 9 derrotas y 6 empates.
Pero, ¿cómo es posible? Las imágenes de Batistuta y Toldo festejando la Supercopa de Italia están desvanecidas; las de Batigol en la temporada 1992-93, que comenzó con grandes ambiciones y terminó con el descenso, son decididamente más evocadoras. Al año siguiente, el argentino ayudó al equipo a recuperarse, gracias también a la llegada de Ranieri, pero más de 30 años después, ¿quién podría ser el héroe? No parecen ni Kean ni Dzeko, pero pobre de quien solo culpe a quienes juegan. La afición señala al culpable: Rocco Commisso, el “presidente fantasma”.
Su ausencia de Italia por problemas de salud ha causado confusión: ya se había producido un desacuerdo con el gerente Pradè en verano, pero el club lo convenció de quedarse y colaborar con Pioli en el mercado de fichajes. ¿Cómo acabó? Ambos ya se han ido y la pelota está en el tejado de Vanoli.
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La histórica Fiorentina, ganadora de dos scudetti en 1956 y 1969, y de siete Coppas de Italia está en la cuerda floja. la última vez que cayó al pozo de la Serie B fue en 2002 cuando a punto estuvo de desaparecer por problemas financieros. Luego le costó dos años volver a la élite. Ahora la situación recuerda a aquella. Momento crítico. Desorientación total. Reflejo de ello es el brazalete de capitán: lleva semanas dando vueltas y ahora es de De Gea. ¿Cuánto tiempo más? Faltan voces con autoridad como Mario Gómez, Ribéry o el ídolo Baggio. ¿Surgirá alguno?
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