En el baloncesto estadounidense suele haber una autopista de sentido único: de la universidad a la NBA. Por eso, lo de James Nnaji ha sonado a ciencia ficción incluso en Estados Unidos. El pívot nigeriano, con pasado en el FC Barcelona, acaba de comprometerse con Baylor Universitydespués de haber sido drafteado en la NBA. Y no hablamos de un jugador que “se apuntó” al draft y se retiró a tiempo: Nnaji fue pick 31 del Draft 2023 y sus derechos siguen perteneciendo a una franquicia NBA, hoy en manos de los New York Knicks. Lo más llamativo: el movimiento llega a mitad de temporada, con la idea de incorporarse ya al tramo decisivo del curso, y con cuatro años completos de elegibilidad por delante.

James Nnaji puede dejar un dinero importante en caja con su salida del Barça

James Nnaji, en un partido con el Barça / ACB Photo – Victor Carretero

De la Masia al Draft… y del Draft a la universidad

La historia de Nnaji tiene giros de guion desde el principio. Llegó a La Masia en 2020 y debutó con el primer equipo azulgrana en 2022, empujado por un perfil muy NBA: 2,11, presencia física e instinto para intimidar cerca del aro. En 2023, la NBA llamó a su puerta: fue elegido en el nº31 del Draft por Detroit Pistons, aunque la noche del draft su destino cambió rápido y sus derechos acabaron moviéndose hasta Charlotte Hornets. El carrusel no se detuvo ahí. En octubre de 2024, los derechos del pívot terminaron en los New York Knicks dentro del traspaso a tres bandas que llevó a Karl-Anthony Towns a Manhattan.

Mientras tanto, Nnaji siguió su camino en Europa: Barça, una cesión en Bàsquet Girona y otra etapa en Turquía con el Merkezefendi. Y cuando parecía que el siguiente paso lógico era apretar para firmar en la NBA, se presentó al escaparate más típico: la Summer League. Ahí está una de las postales más surrealistas de esta historia: Nnaji tiene fotos con camisetas de los Hornets y de los Knicks. Jugó la Summer League con Charlotte y volvió a hacerlo en 2025 con Nueva York, pero no llegó el contrato para dar el salto definitivo. Desde julio, además, estaba sin equipo tras resolverse su situación con el Barça.

En este punto es donde apareció Baylor. La universidad le ofreció una nueva oportunidad a un James Nnaji que ha visto dar un grio radical a su carrera. El nigeriano podría debutar el 3 de enero ante TCU, entrando de golpe en el baloncesto universitario

Nnaji dusputando un partido de la Summer League con los Knicks

Nnaji dusputando un partido de la Summer League con los Knicks / NBA

¿Por qué se ha podido dar un caso así?

Porque el caso de Nnaji se sostiene sobre una combinación poco habitual de reglamento y contexto. La clave inicial es que fue drafteado, pero nunca firmó un contrato NBA: sus derechos han ido pasando de Detroit a Charlotte y después a Nueva York, pero él, a nivel contractual, no llegó a quedar ligado a la liga con un acuerdo firmado. Ese matiz es enorme, porque abre una puerta que normalmente está cerrada para quien ya “entró” oficialmente en el circuito NBA.

A partir de ahí entra el momento histórico del ‘college’. La NCAA está en plena etapa de cambios, con criterios de elegibilidad más discutidos y, en algunos casos, más flexibles, especialmente cuando se trata de jugadores internacionales cuyo recorrido profesional se analiza caso por caso a través del Eligibility Center. Y además, el baloncesto universitario actual es un escaparate mucho más potente que antes: exposición, minutos, protagonismo y un entorno competitivo que puede servir para revalorizarse y volver a llamar la atención de la NBA.

Un futuro incierto

En primer lugar, hay que dejar claro que Nnaji no puede volver a presentarse en el Draft de la NBA. El Draft funciona como un “derecho único”: si ya fuiste seleccionado una vez (como Nnaji en 2023), no vuelves a entrar en otro Draft. Lo que ocurre es que sus derechos pertenecen a la franquicia que los tenga en ese momento (ahora, los Knicks), y la vía para llegar a la liga sería firmar un contrato con ellos (o que esos derechos se traspasen a otro equipo y entonces firmar con ese otro). Mientras tanto, él puede jugar en Baylor, pero su regreso a la NBA no pasa por “ser drafteado otra vez”, sino por ser firmado por alguna franquicia y el ex azulgrana espera encontrar en Baylor el escaparate necesario para hacerlo.