En su primera misa de Nochebuena en el Vaticano, León XIV ha avisado de que no es compatible despreciar la dignidad humana y abrazar la fe. El Papa ha presidido una larga ceremonia ante 7.000 peregrinos en el Vaticano, durante la que ha evitado … referirse explícitamente a la guerra, pero ha marcado el camino para construir la paz.
Después de citar a Benedicto XVI, quien lamentaba que la sociedad aparca «a los niños, a los pobres, a los extranjeros», el Papa ha dicho esta noche en su homilía que «en la tierra no hay espacio para Dios si no hay espacio para el hombre: no acoger a uno significa rechazar al otro». «En cambio, donde hay lugar para el hombre, hay lugar para Dios; y entonces un establo puede llegar a ser más sagrado que un templo», ha añadido.
Según el Pontífice, «la sabiduría de la Navidad», -la idea de que «en el niño Jesús, Dios da al mundo una nueva vida ―la suya―, para todos»-, «no es una idea que resuelva todos los problemas, sino una historia de amor que nos involucra», y que por tanto no es un concepto sino una experiencia.
Evocando la escena del Niño Jesús en Belén, ha dicho que «ante el dolor de los miserables, Dios envía un indefenso, para que sea fuerza para levantarse; ante la violencia y la opresión, Dios enciende una suave luz que ilumina con la salvación a todos los hijos de este mundo».

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El Papa León XIV oficia su primera misa del gallo
«Mientras una economía distorsionada induce a tratar a los hombres como mercancía, Dios se hace semejante a nosotros, revelando la dignidad infinita de cada persona. Mientras el hombre quiere convertirse en Dios para dominar al prójimo, Dios quiere convertirse en hombre para liberarnos de toda esclavitud». Por eso ha invitado a los católicos a vivir la Navidad como «tiempo de gratitud y de misión: Gratitud por el don recibido, misión para dar testimonio de este don al mundo». Misión que consiste en hacerse «mensajeros de paz» «sin temer a la noche».
La primera gran ceremonia del Papa esta Navidad ha comenzado con la basílica de San Pedro completamente a oscuras, y una tímida luz que iluminaba sólo el atril que utilizaba un diácono para leer el «pregón de Navidad». Sin acompañamiento musical y únicamente con la fuerza expresiva de su voz, ha entonado en latín la «kalenda», una melodía que se canta en los últimos instantes del Adviento y que señala el inicio exacto de la Navidad.
Después de pronunciar solemnemente las palabras «Nativitas Domini nostri Iesu Christi secundum carnem», se han encendido de golpe todas las luces de la basílica y han comenzado a repicar sus campanas, a la vez que se desvelaba una escultura del Niño Jesús en una cuna dorada situada ante el altar. La metáfora teológica de Cristo que lleva la luz a un mundo asediado por tinieblas ha sido este año un poco más explícita que en el pasado, por la falta de horizontes de paz en la guerra en Europa.
La misa comenzó a las diez de la noche, tres horas más tarde del horario de los últimos años, pues desde el Covid19 solía comenzar a las siete de la tarde. Hasta 2009, Benedicto XVI la celebraba a medianoche y luego la adelantó a las diez. En sus primeros años de Pontificado, Francisco solía celebrarla a las nueve y media.
La ceremonia ha sido muy internacional y ha incluido una lectura en español y otra en francés. También se han leído oraciones en inglés, portugués, árabe, tagalo y igbo, idioma de Nigeria. «Príncipe de la paz, que rompes las cadenas del odio y de la violencia, transforma los corazones de los gobernantes de las naciones para que a todas las gentes les sean donadas la auténtica esperanza de bien», ha implorado uno de los laicos en la oración de los fieles, en la referencia más explícita a las guerras.
Junto a los embajadores y cardenales sentados en primeras filas, y los 7.000 peregrinos repartidos por la basílica, en la ceremonia ha estado muy presente el recuerdo del Papa Francisco, quien hace un año abrió aquí la puerta santa para inaugurar el Jubileo, y puso en manos de los católicos «el don y la tarea de llevar esperanza allí donde se ha perdido».
Este miércoles, al final de la misa, el Papa y un grupo de niños vestidos con trajes tradicionales de varias naciones, han llevado la imagen del Niño Jesús hasta el Nacimiento que hay dentro de la basílica, pues la tradición en Italia es que la cuna esté vacía hasta que empieza la Navidad. Allí han cantado el «Adeste fideles», el primer villancico del Papa León.
Tristeza por el rechazo a la tregua
La Navidad de este año en Roma ha sido tan solemne como en el pasado, pero quizá podía distinguirse de fondo un aire de cierta desilusión en el Vaticano, por el fracaso de la propuesta de tregua de 24 horas entre Rusia y Ucrania para conmemorar esta fiesta cristiana. «Realmente, entre las cosas que me causan mucha tristeza en estos días está el hecho de que, aparentemente, Rusia ha rechazado la petición de una tregua de Navidad», había lamentado el Papa a última hora del martes en su última comparecencia pública antes de Nochebuena.
«Hago una vez más este llamamiento a todas las personas de buena voluntad para que respeten, al menos en la fiesta del nacimiento del Salvador, un día de paz», insistió entonces intentándolo públicamente por última vez. «Ojalá nos escuchen y haya 24 horas, un día de paz en todo el mundo», añadió.
Aunque tampoco este miércoles ha llegado ninguna respuesta al Vaticano tras esta propuesta, León no se rinde. Para reconstruir la paz, está reivindicando el respeto de la dignidad humana en todas las circunstancias. Lo hace ya en su tarjeta personal de felicitación para estas fechas, que el Vaticano ha difundido este miércoles. Se trata de la imagen de un mosaico natalicio de 1955 situado en la capilla privada del Palacio Apostólico, con un breve texto escrito de su puño y letra: «El Nacimiento del Señor es la Navidad de la Paz», escribe citando un juego de palabras de san León Magno en italiano, pues usa la misma palabra para «Nacimiento» y «Navidad».
También lo hizo su comparecencia ante la prensa, en la que adelantó el mensaje de fondo de su homilía de Nochebuena pues solicitó «reflexionar en esta fiesta de Navidad sobre la naturaleza de la vida humana, sobre el valor de la vida humana» y pidió que «vuelva a crecer el respeto por la vida en todos los momentos de la existencia humana, desde la concepción hasta la muerte natural». «Dios se hizo humano como nosotros para mostrarnos qué significa realmente vivir la vida humana», aludió entonces.
Este 25 de diciembre, el Pontífice regresará a primera hora a la basílica de San Pedro pues
ha retomado la antigua tradición de los Papas, de celebrar la misa de Navidad también por la mañana del día 25. El último que lo hizo fue Juan Pablo II, en 1994. Después, a mediodía, impartirá la bendición «Urbi et orbi» ya desde el balcón que asoma a la plaza de San Pedro, y leerá su tradicional mensaje navideño.