Desde el Palacio Real de Madrid, discurso de Navidad de Felipe VI en el Salón de Columnas. Un sitio ideal si necesitas esconderte detrás de una y mucho más vistoso que un parking. La fecha de 2025 era especial. Se cumplían 50 años, medio siglo que se dice pronto, desde que su santo padre inaugurase en 1975 la tradición de estos bolos televisados. En aquel primero, el cadáver de Franco estaba aún caliente y nadie imaginaba que hoy, ese mismo cadáver seguiría emanando pestilencias desde la Meseta Central convirtiendo la vida política, de un litoral a otro, en una cosa infumable. Al parecer, así lo anunció el rey en el arranque de su speech, también se cumplían 40 años desde la entrada de España en la Unión Europea. No se habla de otra cosa en las pescaderías. Así que –tachaaaán, que diría Juan Tamariz– su majestad se centró en la “España europea” como concepto abstracto barra clavo ardiendo barra cubilete para esconder la bolita y no tener que hablar con detalle de la España actual, la más dividida en décadas, un marronazo. El Borbón al mando podía haber elegido los 42 años del España-Malta y hablarnos de espíritu de remontada o los 36 años del lanzamiento de la Game Boy para reflexionar sobre tecnologías. Lo que fuese con tal de irse a la cama seco a pesar del tremendo chaparrón. Lo que haga falta para igualar la plusmarca mundial en equidistancia establecida semanas atrás por el anuncio de Campofrío. Ya saben: Ana Rosa Quintana llamando hijo de puta al presidente del Gobierno a un lado y quienes denuncian el auge del fascismo al otro. Crispados todos. A ver si nos dejamos de crispación, hombre ya. Vender productos genéricos, como el chóped o la monarquía, a veces requiere de equilibrios imposibles y de esto iba el discurso de Navidad de Felipe VI.
Al rey que en 2017 se disfrazó de vehemente defensor de la democracia señalando a catalanes subidos al capó de un coche, le tocaba ahora seguir la estrategia del chóped, el pavo y el york haciéndose un Mortadelo. Es decir, disfrazándose de cactus para pasar desapercibido en medio de la mayor crisis democrática en décadas y evitar posicionarse. Ni a favor ni en contra de quienes estos días acosan a inmigrantes en Badalona. Ni a favor ni en contra de quienes piden que se respeten los derechos humanos en Badalona. Quienes apuestan por encarcelar al rival político usando la justicia como arma tramposa y quienes piden que el juego sea limpio son, para Felipe VI y Campofrío, extremos que deberían entenderse. Felpudo VI, como lo llaman con gran salero los españoles más fetén, habló poco –fue el discurso navideño más corto de su reinado– y lo hizo en clave. “Europa”, “convivencia” y “confianza” fueron los tres pilares sobre los que construyó una huida pretendidamente equidistante y encriptada. Desencriptémosla. Europa nos ha traído progreso, repitió varias veces asimilando los tiempos del progreso a los de la monarquía. Del borbonés al castellano: ¿tú qué prefieres, una monarquía parlamentaria moderna como esta o una España aislada del mundo con vete tú a saber quién al frente del Estado? España está viviendo un problema de convivencia, explicó, pero no lo achacó ni al auge del fascismo, ni a la industria del bulo y el odio, ni al quien pueda hacer que haga, sino a una crisis de confianza. Como las mejores canciones, la gracia de estas letrillas es que cada uno pueda interpretarlas como quiera. Con gran posibilidad de acierto, a la derecha lo de la crisis de confianza les sonará a que para recuperar la confianza hay que cargarse a Xabi Alonso –Xabildu lo llaman ahora porque son los mejores en lo suyo–, cargarse a Pedro Sánchez y cargarse a cualquiera en el que, por algún motivo que no tienen por qué explicar, desconfíen. Con ellos al mando, como dios manda, quedará obviamente solucionado ese problema de confianza y la convivencia mejorará una barbaridad.
A falta de más contenido que echarnos a la boca, la noticia, según destacan los medios entusiasmados, fue la puesta en escena. Será de lo más moderna, llevaban todo el día avisándonos y la modernidad consistió en que el rey caminó primero y habló de pie después. Una modernidad relativa, ya que el Australopithecus ya hacía esto mismo hace cuatro millones de años sin tanta algarabía. Algún día lo verdaderamente moderno será que el jefe de un Estado en riesgo por el auge de la ultraderecha –roja satánica llaman a la reina y esposa de Felpudo VI– le hable a la ciudadanía con tanta claridad como lo hacen quienes destrozan la “convivencia” porque tienen absoluta “confianza” en una victoria basada en la ley del más fuerte que dejará a “Europa”, como tantas veces a lo largo de la Historia, sumida en el mismo fango. Si sigue al frente algún Borbón, será entonces buen momento para recuperar en el discurso el 12 a 1 a Malta, a ver si así nos animamos un poco.
Desde el Palacio Real de Madrid, discurso de Navidad de Felipe VI en el Salón de Columnas. Un sitio ideal si necesitas esconderte detrás de una y mucho más vistoso que un parking. La fecha de 2025 era especial. Se cumplían 50 años, medio siglo que se dice pronto, desde que su santo padre inaugurase en…
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