El diagnóstico de una economía “estancada” descansa más en una lectura selectiva de indicadores y en señales anecdóticas que en un análisis macroeconómico integral. Si bien existen retos claros —particularmente en sectores expuestos al ciclo externo—, la evidencia disponible no es consistente con una narrativa de estancamiento generalizado ni de proximidad a una recesión.
En el tercer trimestre, la actividad económica registró una contracción de 0,3% trimestral (cifras ajustadas por estacionalidad), explicada principalmente por caídas en la manufactura y la construcción, sectores particularmente sensibles a la incertidumbre comercial y al ciclo externo. Este desempeño refleja una desaceleración sectorial puntual, no un deterioro generalizado de la economía.
No obstante, bajo una definición estándar de recesión, esta requiere al menos dos trimestres consecutivos de contracción, escenario que actualmente luce poco probable. De hecho, el cuarto trimestre inició con señales claras de fortaleza: en octubre la actividad creció 1% mensual, uno de los mayores avances del año.
Este arranque implica que, aun en un escenario conservador en el que noviembre y diciembre no registraran crecimiento adicional, el PIB del cuarto trimestre mostraría un avance cercano a 0,8% trimestral, un ritmo superior al crecimiento promedio histórico, lo cual es difícil de reconciliar con una narrativa de estancamiento inminente.
No se observa una debilidad del consumo hacia el cierre del año
Durante el tercer trimestre, el consumo de los hogares creció 1,1% trimestral, con cifras ajustadas por estacionalidad, manteniendo un dinamismo consistente con un mercado interno resiliente, incluso en un entorno de elevada incertidumbre externa.
Al inicio del cuarto trimestre, los indicadores vinculados a la demanda interna reforzaron esta señal: en octubre, el comercio al por menor y los servicios de esparcimiento crecieron 1,8% y 3.5% mensual, respectivamente, reflejando una expansión amplia del gasto en bienes y servicios.
En noviembre, las ventas reales de la ANTAD aumentaron 2,6% anual, acelerándose frente al 1,3% observado en octubre. El mayor dinamismo se concentró en rubros típicamente sensibles al ingreso disponible, como la venta de ropa (3,3% anual) y las tiendas especializadas (5,2%), lo que contradice la idea de una contracción del consumo hacia el cierre del año.
Las medidas de política comercial y los ajustes impositivos tienen un impacto inflacionario acotado
El paquete arancelario aprobado tendría un efecto limitado sobre la inflación, dado que en la mayoría de las fracciones afectadas existen proveedores alternativos, lo que restringe el traslado a precios finales. Aproximadamente 85% de las importaciones de insumos involucrados proviene de países con los que México mantiene acuerdos comerciales, reduciendo de forma significativa el riesgo de presiones inflacionarias.
En el caso de los bienes finales, esta proporción es menor, poco más de 50%, lo cual es consistente con el objetivo de incentivar la producción nacional sin generar disrupciones relevantes en las cadenas de suministro ni presiones inflacionarias generalizadas.