La gente que tiene buen gusto hace que todo a su alrededor sea más agradable. Crean ambientes especiales donde uno se quedaría aunque solo fuera para soñar un ratito. Eso es precisamente lo que le pasa a Ignacio Goitia (Bilbao 1968), un artista que se licenció en Bellas Artes, estudió Historia del Arte y se convirtió no solo en uno de los hombres más elegantes sino en un pintor de cosas hermosas que miran al pasado sin ira y juegan con los volúmenes (sus famosas jirafas paseando por Nueva York le lanzaron a la fama), evocando situaciones donde la arquitectura y la historia se dan la mano. Con Ignacio hablamos en el interior de la tienda que abrió en Madrid, en pleno barrio de Justicia, y donde nada más entrar una se zambulle en un mundo de pinturas o pañuelos de seda con enormes murales que van a juego de las pantallas de las lámparas en lo que bien podría ser el escenario de una ópera. Perfectamente peinado y con un pañuelo anudado al cuello, Ignacio se descubre como un artista que huye de las extravagancias pero que deja muy buen sabor de boca. O eso se intuye.

P: Hace dos años abrió su primera tienda en Madrid, pero es ahora cuando la presenta de forma oficial. ¿Cómo ha sido esta aventura?

R: Mi primera tienda la abrí hace tres años en Bilbao y luego puse esta de Madrid. La verdad es que llevo 35 años ejerciendo mi profesión. Me he formado en Bilbao, en Florencia, París, Inglaterra, más el doctorado en Historia del Arte. Mi padre era ingeniero Industrial y mi madre una apasionada del arte. De niño viajábamos mucho y reconozco que esos viajes tan culturales me marcaron. Mi familia, más que acomodada, era apasionada y con mucho interés en que aprendiéramos y tuviéramos las mentes abiertas a través de lo que sentíamos al viajar por el mundo.

P: Un padre ingeniero suele querer que su hijo siga sus pasos. ¿Le gustó que estudiara Bellas Artes?

R: Tenía una mente muy abierta y la verdad es que nos educaron muy bien. Mi madre siempre quiso que fuéramos independientes y desde muy pronto nos enseñó a fregar, cocinar, ordenar… Somos cuatro chicos, yo el tercero, y con todos fueron igual. Desde niño me encantaba dibujar y siempre tuve claro que quería dedicarme al arte. Cuando empecé en la universidad fue como una liberación porque sentía que hablaba el mismo idioma y compartía las mismas pasiones con muchos compañeros. En ese gran círculo acabas eligiendo dónde sentirte mejor y es verdad que aprendes mucho junto a otras personas y más cuando hay contrastes. Durante 35 años me he dedicado profesionalmente a mi pasión por la pintura y he expuesto por medio mundo. Reconozco que me ha ido muy bien.

P: ¿Cómo se consigue dar el salto?

R: Cuando acabas la carrera te dan el título y te sueltan en la calle. No sabía qué iba a hacer pero tengo mucha disciplina y organización y hasta me apunté a un gimnasio para dividir las horas del día. Empecé con muestras pequeñas en casas de cultura o en algunas galerías que me iban llamando y de ahí pasé a las ferias y poco a poco fui creciendo. Recuerdo que una de las primeras exposiciones fue en ‘La Fundición’, en Bilbao, un centro de arte y danza, y si no mal recuerdo ahí vendí mi primer cuadro que hoy todavía conservan casi como una reliquia. Era una jirafa en un palacio de San Petersburgo. Mi interés por las jirafas en mi obra es porque habla sobre la proporción y la escala de las grandes arquitecturas. Siempre me ha interesado la relación de la arquitectura con el poder y analizar por qué lugares tan enormes como una iglesia, un palacio de Justicia o un congreso tienen esa apariencia tan potente y rotunda. En esa reflexión mi jirafa es un guiño ya que juego a las proporciones y reflejan que esas construcciones más que para personas están hechas para jirafas. Evidentemente hay muchos otros temas en mi obra, pero ese siempre me ha interesado especialmente. Después de esos años que no paraba de exponer y vender mis cuadros por todo el mundo llegué a una retrospectiva en la ‘Sala Rekalde’ de Bilbao, que pertenece a la Diputación Floral, y creé un espacio muy interesante con papeles pintados por mí para inventar un mundo ideal donde los cuadros no eran los únicos protagonistas. Ahí empieza mi pasión por el papel pintado que ahora estoy comercializando y lo hago casi a medida a cada cliente. A partir de ese momento las instalaciones que realizo son muy potentes hasta el punto que me llama el director artístico de la Biblioteca Nacional para proponerme la museografía para una gran exposición que se hizo hace dos años de los viajeros españoles en el gran tour que era el viaje iniciático que hacían los aristócratas británicos en el siglo XVIII en busca del clasicismo. Terminaban sus estudios y se trasladaban a Italia para empaparse de su cultura y es el momento en que se descubre Pompeya. Primero los británicos, luego los franceses y también los españoles que hubo muchos como los duques de Alba. Se hizo una exposición maravillosa con muchísima documentación que prestaron de otros museos y me llamaron para hacer el montaje escenográfico. Construí una calle gigante en papel pintado basándome en los grabados que había en los libros para que el espectador se metiera de lleno en ese mundo. La verdad es que fue un autentico éxito. Cuando terminó todo decidí abrir la tienda de Madrid y me traje algunos de esos papeles que he puesto en la zona dedicada al hogar.

P: ¿Pero su tienda de qué es entonces?

R: Aquí se puede encontrar desde los pañuelos de seda pintados que hago inspirándome en toda mi obra a un monto de aurículas como cuadros, abanicos, piezas especiales de dedicación… La verdad es que han tenido muy buena acogida tanto en Bilbao como en Madrid donde estoy en un barrio maravilloso pero un poco escondido. Te aseguro que estoy encantado con todo lo que me encargan. He decorado un restaurante (en Génova 7) y un estudio de arquitectura por lo que estoy abierto a muchas ideas. Tengo menos tiempo para pintar, pero sé que no tardaré en volver.

P: Hábleme de usted.

R: No estoy casado, pero tengo pareja, Alejandro, que vive en Miami y tiene una empresa de eventos muy potente, Le Vasc, con el que llevo desde el año 2008. Es la razón por la que paso largas temporadas en Miami aunque ahora intento estar más en Madrid y los fines de semana en Bilbao.

P: Si le pregunto por sus clientes…

R: Evidentemente hay mucha gente conocida tanto en España como fuera, pero por discreción no puedo hablar de ellos.

P: He visto que los toreros también le inspiran.

R: Me interesa el mundo taurino. Lo cierto es que no estoy en contra de los toros y cuando el año pasado me encargaron el cartel de la plaza de toros de Bilbao te aseguro que fue como un sueño porque desde niño me había fijado siempre en esos carteles. Fue un reto muy bonito. También hice el cartel de las Fiestas de San Isidro hace unos años. A raíz de esos trabajos he potenciado más la estética taurina que he llevado a mis abanicos.

P: ¿Es muy cara su obra? ¿Puede vivir de su arte?

R: Mis cuadros están entre 15.000 y 20.000 euros y no vivo mal por lo que estoy contento. No debo a nadie nada y espero que la vida no me cambie ese sentido.

P: ¿En qué suele invertir?

R: En viajar. Es fundamental porque es mi mayor pasión conocer nuevos sitios y además conecto con la infancia que me dieron mis padres. Toda mi obra está inspirada en esos viajes que los adapto a mi visión. Un lugar que te recomendaría sin duda alguna es conocer el Valhalla, el templo de los dioses en la cultura germánica, que está en Ratisbona, a orillas del Danubio, y es una réplica del Partenón de Atenas. Están todos los bustos de los representantes de la cultura germánica y te aseguro que es un lugar único. Pero hay millones de sitios fascinantes en el mundo que hay que buscar de manera especial.

P: Un hombre tan refinado y atractivo como usted sorprende no verle en los programas de televisión donde cualquiera da lecciones de estilo.

R: Me han llamado de algunos programas, pero no me interesaban especialmente. Hice uno en la televisión vasca de cocina donde tenía que hacer una tortilla de patata, pero poco más. No soy nadie para dar lecciones y simplemente me gusta contar cosas que he visto. No tengo miedo a ser mediático, pero a mí lo que me interesa es que se conozca mi obra y la disfruten. Si para eso hay que salir más en los medios no tengo ningún problema, pero siempre en aforos relacionados con el conocimiento más que con la frivolidad.

P: ¿Es una buena idea invertir en Goitia?

R: Lo ideal sería comprar un cuadro porque me quedan muy poquitos, pero si quieres disfrutar y gastar menos con un pañuelo lo vas a conseguir, incluso con mis posavasos.

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