Los artistas Ana Herranz y José Luis González Pazos, junto con la Asociación de Escultores y Escultoras Eskuahaldunak, han denunciado este viernes actos de vandalismo … en torno a la escultura ‘Zinka’, instalada en noviembre en la plaza Saregile con motivo de la exposición ‘Iñaki Olazabal bidean’, un homenaje póstumo al artista andoaindarra y vecino de Zumaia. Según los autores de la obra, en la madrugada del sábado 22 de noviembre, sobre las 04.00 horas, cinco personas adultas rompieron los anclajes de la escultura, la volcaron y la arrojaron a la ría. Los autores de ‘Zinka’ y el presidente de Eskuahaldunak, Guillermo Olmo, han comparecido en la plaza donde estaba situada la pieza para denunciar el acto de vandalismo y criticar «la falta de implicación» por parte del Ayuntamiento.
«En mayo falleció nuestro compañero Iñaki Olazabal. Su viuda nos regaló su material y, desde la asociación, pensamos que debíamos rendirle un homenaje aprovechándolo. El resultado fue la obra ‘Zinka’. Estuvimos preparándola durante todo el verano y la trajimos aquí con mucha emoción, como parte de la exposición que organizamos en noviembre», ha recordado Ana Herranz.
La muestra, en la que colaboraron 40 artistas, estuvo instalada en la sala Oxford de la casa de cultura Alondegia del 7 al 23 de noviembre. «Nuestra escultura desapareció durante la noche anterior al último día de la exposición. Al parecer, alguien vio cómo unos individuos arrojaban la obra al agua», ha denunciado una de las autoras de ‘Zinka’. Asimismo, ha señalado que en las imágenes captadas desde lejos por unas cámaras de seguridad se puede observar lo ocurrido.
Según Herranz, desde la asociación esperaron durante un tiempo a recibir novedades sobre lo ocurrido. Sin embargo, según han expresado los afectados, la policía aún no ha dado con la pieza y la respuesta del Ayuntamiento ha sido «escasa». «Hablamos con el Ayuntamiento hace una semana. Al día siguiente de la cita enviaron a unos buzos para ver si daban con la pieza; estos estuvieron buscándola hasta que se les agotó la bombona, pero la visibilidad era muy mala debido a las condiciones del mar. En esa conversación les invitamos a participar en esta rueda de prensa, pero desde el Consistorio lo rechazaron. Desde entonces su actitud ha sido esconderse», ha criticado la escultora.

La intención de Eskuahaldunak, según ha explicado Herranz, es que la ciudadanía de Zumaia conozca lo sucedido. «Colocamos carteles por el pueblo -con la imagen de la pieza y la frase ‘Non dago?- y nos sorprendió comprobar que nadie sabía qué había pasado con la escultura. Cuando acudíamos a los establecimientos, la gente se avergonzaba al conocer lo ocurrido y todos se ofrecían a colocar los carteles en sus locales», ha señalado.
Un mes después del acto vandálico, la escultura sigue sin aparecer. «Queremos que la gente se informe y participe en nuestra causa», ha pedido la artista, recordando que la obra, realizada en zinc como tributo a Iñaki Olazabal, medía 2,30 metros de altura, 2,10 metros de anchura y 70 centímetros de fondo, y tenía un peso aproximado de 150 kilos. «Era una obra de grandes dimensiones, anclada al suelo. Estaba prevista su participación en una exposición en Durango y tenía un valor no solo económico, sino también sentimental. Quienes lo hicieron no eran niños de 14 años, sino personas adultas», ha subrayado, criticando la falta de sensibilidad hacia la cultura.
Por su parte, el presidente de Eskuahaldunak, Guillermo Olmo, ha explicado los motivos de la comparecencia pública un mes después de los hechos. «Desde el primer momento nos pusimos en contacto con el Ayuntamiento, ya que se trataba de una actividad cultural municipal. Nos indicaron que debían ser los propios autores de la pieza quienes presentaran la denuncia ante la Ertzaintza, lo cual hicieron de inmediato, quedando a su disposición para colaborar en las siguientes acciones», ha explicado Olmo.
Desde el Ayuntamiento les convocaron el jueves pasado a una reunión, en la que la asociación les invitó a participar en la rueda de prensa. «Nos dijeron que no. Tenemos una sensación de desamparo. Se han hecho gestiones para la localización de la obra, pero creemos que, ante hechos de esta gravedad, las instituciones deben hacerse cargo y arropar a las víctimas, y eso no ha sucedido», ha criticado. Además, ha añadido que desde el Ayuntamiento se les trasladó que no volverían a permitir la instalación de esculturas. «Nos dijeron que no volvería a pasar porque no volverían a dejar colocar otra escultura. No estamos de acuerdo con esa postura. El camino no es restringir la cultura, sino actuar contra los agresores. Como pueblo no podemos permitir esta falta de tolerancia ni estos ataques al arte», ha reivindicado, insistiendo en que los actos vandálicos hacia el arte deben hacerse públicos.
Cuatro casos en un año
Olmo ha recordado que no se trata de un caso aislado. En el último año se han producido varios actos vandálicos contra obras de artistas de la asociación: en La Arboleda, donde una escultura de Iñaki Olazabal fue arrojada a un lago; en Otsagabia, con varias obras lanzadas al río; en Leitza, donde se derribaron esculturas instaladas en el bosque; y ahora en Zumaia. «Este es el cuarto caso en un año. Estamos hablando de obras de arte. No podemos permitir que se arrojen esculturas de estas dimensiones y que no ocurra nada. Es una falta de respeto y de tolerancia», ha denunciado.
Para finalizar, el presidente de Eskuahaldunak ha leído un comunicado firmado por los artistas que participaron en la exposición ‘Iñaki Olazabal bidean’, en el que muestran su «repulsa total» ante el derribo y el posterior lanzamiento a la ría de la escultura ‘Zinka’. «Estos hechos nos parecen de una extrema gravedad, ya que se vienen repitiendo cada vez con más frecuencia».
Desde la asociación consideran que la sociedad y las instituciones deben dar un paso al frente, defendiendo y apoyando una práctica artística «que nos ha acompañado desde nuestros orígenes como pueblo, formando parte inseparable de nuestra cultura». Asimismo, proponen que, en caso de recuperar la escultura, esta sea restaurada e instalada de manera definitiva como «símbolo de resistencia ante esta ola de barbarie que sufrimos». Si no fuera posible su recuperación, creen que deben ser las instituciones las que encarguen a los artistas la realización de una réplica de la obra destruida.