Se acaban de cumplir tres años desde el lanzamiento de ChatGPT, la herramienta de inteligencia artificial (IA) que puso a esa tecnología en boca de todo el mundo. Desde entonces, las redes sociales se han llenado de vídeos e imágenes generadas por ordenador cada vez más realistas. ChatGPT y otros chatbots como Gemini (de Google), Claude (Anthropic) o Copilot (Microsoft) se han incorporado al abanico de herramientas que usan diariamente centenares de millones de personas para trabajar, buscar información o entretenerse.
En estos tres años, la IA generativa (la que crea contenidos supuestamente nuevos a partir de una serie de instrucciones o prompts) ha mejorado sustancialmente. Los modelos cada vez son más complejos y útiles. Siguen equivocándose, pero de forma menos grosera que antes. Y ahora son multimodales: muchos de ellos son capaces de generar texto, pero también imágenes, vídeos o audio. Trabajan a partir de instrucciones aportadas en esos distintos formatos.
La IA ha arraigado tanto entre el gran público que ha logrado cambiar hasta al buscador de Google. Ese icono de internet, que probablemente sea la única aplicación que ha logrado mantenerse entre las más usadas del mundo durante 20 años seguidos, incorpora ahora la opción de hacer búsquedas asistidas por IA. Y la primera respuesta ya no es un enlace, sino un texto creado para la ocasión.
Sin embargo, pese a la evidente mejoría de los modelos, no ha habido novedades sustanciales en lo que estas herramientas hacen. Son aplicaciones pasivas: el usuario aporta una serie de instrucciones (por ejemplo, redacta un email en el que se mencionen estos puntos) y el sistema produce un resultado, con mayor o menor éxito.
Esto va a cambiar pronto, posiblemente en 2026. La industria lleva tiempo trabajando en los llamados agentes: sistemas de IA que puedan realizar tareas en nombre del usuario. Hasta ahora, la IA puede ayudar a encontrar las mejores ofertas para hacer un viaje a un destino en concreto. O dar recomendaciones sobre qué visitas hacer, teniendo en cuenta la previsión climática o si viajamos con niños. Los agentes de IA darán un paso más: serán capaces de hacer las reservas de alojamiento y de comprar los billetes en nuestro nombre. Para ello, se deberán comunicar con otros agentes (el del hotel, el de la aerolínea, etcétera) y acreditar que actúa en el nombre de un particular.
El proceso se complica. La IA ya no solo ofrecerá respuestas más o menos acertadas a las preguntas que le hagamos, sino que también planificará y ejecutará acciones. Este cambio se ha ido introduciendo poco a poco en el entorno empresarial, donde se empiezan a automatizar cada vez más procesos. Si atendemos a las promesas de la industria, los agentes empezarán a desembarcar en los móviles de los particulares a partir de 2026.
Pero conviene gestionar esta novedad con cautela. Los expertos advierten de que los agentes de IA podrían influenciar en exceso a personas vulnerables. ¿Qué pasa si no nos gustan las decisiones que toman por nosotros? ¿O si siguen una agenda determinada? Y luego está su efecto en las billeteras: ahora solo hará falta escribir una frase para que te llegue a casa un paquete con la chaqueta que luce tu cantante favorita en el vídeo que acabas de ver. Llega una nueva era para el consumismo.
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Especial Tendencias para 2026 de ‘El País Semanal’
Esta pieza forma parte del número especial de ‘El País Semanal’ con los personajes, las citas y las tendencias para 2026 que se publica el 28 de diciembre.
