La semana pasada publicábamos la lista de los personajes del año en la cobertura de Planeta Futuro y las noticias que abrieron una grieta de esperanza en un mundo marcado por guerras, crisis climática, desigualdad y pobreza. Pero este 2025 también ha sido un año cargado de imágenes. Fotografías que hablan de las consecuencias del consumo desaforado en el Norte Global y de cómo este afecta al Sur. Del impacto en las vidas de la gente de los recortes de fondos destinados a la cooperación o de la resiliencia de la población palestina en medio de la destrucción. Hemos narrado la rabia y hartazgo de los jóvenes kenianos asfixiados por la crisis de deuda en su país y que han vuelto a ocupar las calles para exigir un futuro mejor y la desesperación de refugiados sudaneses como Nema Musa que ven el suyo suspendido por la guerra.

Lo que sigue es un recorrido, a través de la fotografía, por algunas de las historias que han marcado nuestro 2025:

Mercado KantamantoLa fotografía muestra los comercios devastados del inmenso mercado ghanés de Kantamanto, el 4 de enero de 2025. Julius Mortsi (Zuma/Alamy Stock Photo)Las llamas que devoraron un símbolo del consumismo desaforado del Norte Global

Comenzábamos el año con la noticia de que el mercado de Kantamanto en Acra (Ghana) símbolo del consumismo desaforado del Norte Global, había quedado devastado por las llamas. El 2 de enero un incendio redujo a cenizas al menos dos tercios de los comercios del considerado como uno de los mayores centros de compra y venta de ropa de segunda mano del mundo. Miles de personas perdieron su sustento. Kantamanto recibía semanalmente unos 15 millones de prendas usadas que eran compradas por comerciantes locales.

La mala calidad de mucha de la ropa que se adquiere en el Norte Global hace que sea menos duradera y pone en entredicho esa segunda vida que se le pretende dar cuando se deposita en un contenedor, desde donde puede recorrer miles de kilómetros para terminar en lugares como Kantamanto.

En febrero, en Planeta Futuro quisimos seguir el rastro de prendas como estas. El resultado son once meses de investigación y miles de kilómetros recorridos.

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Guerra en GazaEl profesor de música Ahmed Abu Amsha, de 43 años, del Conservatorio Nacional de Música Edward Said, imparte una clase a niñas palestinas con un edificio dañado por la ofensiva israelí al fondo, en la Ciudad de Gaza, el 5 de agosto de 2025.Dawoud Abu Alkas (REUTERS)Cantar y tocar entre las ruinas de Gaza para conjurarse contra el dolor

En Planeta Futuro no hemos dejado de contar en estos años las consecuencias que ha tenido la ofensiva de Israel para las vidas de la población gazatí. Cómo la masacre israelí ha impactado en absolutamente todos los aspectos del día a día en la franja de Gaza, de la educación a la alimentación o la vivienda. También hemos querido narrar aquellas grietas de esperanza que surgen en medio del horror.

Una de ellas es la de los profesores y estudiantes del Conservatorio Nacional Edward Said en Ciudad de Gaza, que reanudaron las clases de música pese a la destrucción y los desplazamientos forzados por la ofensiva israelí. Entre tiendas de campaña y edificios dañados, cerca de 600 alumnos aprenden a tocar instrumentos como forma de resistencia cultural.

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Djae Aroni, abogado y guitarrista afropunk keniano. Miembro del colectivo social Powa 254 (en alusión al prefijo de Kenia), participa en todas las protestas. “Las del año pasado surgieron sin organización, sin un líder o partido, fueron todos los kenianos de todos los sectores y rincones del país los que salieron a la calle para protestar contra el proyecto de ley de finanzas”, dice.Diego MenjíbarLos rostros de las protestas en Kenia

Una ola de descontento juvenil ha recorrido el mundo este 2025. Ha derribado Gobiernos en Nepal, Perú o Madagascar y ha vuelto a sacar a las calles a jóvenes y activistas en Kenia para reclamar un país más justo. En junio de 2024, ya lideraron protestas multitudinarias que obligaron al Gobierno a retirar una reforma con la que pretendía aumentar los impuestos para pagar la deuda pública y cumplir con las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI). Al menos 60 jóvenes murieron entonces por los disparos y la represión policial.

Este año, en la movilización que conmemoró aquellas marchas y en las que exigieron mejor educación, sanidad de calidad y transparencia a un Gobierno que consideran corrupto, 19 jóvenes perdieron la vida. Pudimos hablar con los aquellos que exigen un país mejor. Estas son sus historias.

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niños SudánEn la imagen, un grupo de niños juega en el desierto de Al Dabbah el 17 de noviembre de 2025. Los trabajadores humanitarios del campamento de refugiados han instalado los toboganes.Giammarco SicuroLos olvidados de Sudán: Un viaje al interior de la peor crisis humanitaria del mundo

Durante más de dos años, la guerra civil en Sudán ha dejado cientos de miles de muertos y más de 7,2 millones de desplazados internos. La situación sanitaria es crítica, con brotes de cólera y dengue, y un aumento de casos de desnutrición infantil. Miles de personas han huido de Darfur del Norte en las últimas semanas, donde Naciones Unidas denuncia masacres y limpieza étnica. En esta serie de fotos, tomadas en noviembre, nos adentramos en el interior de la peor crisis humanitaria del mundo. En la imagen, un grupo de niños juega en el desierto de Al Dabbah el 17 de noviembre de 2025. Los trabajadores humanitarios del campamento de refugiados han instalado los toboganes.

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Tirhas Teweldemdh, también refugiada en el IDP Haki, sostiene a su pequeña hija en brazos. “¿Por qué [Trump] nos ignora antes de que se implemente al 100% el acuerdo de paz [firmado en Pretoria, Sudáfrica, en 2022]? Él es el más rico del mundo; nosotros, los más pobres. Él juega con nuestra hambre, ¿por qué lo hace? Le diría eso a Trump si pudiera hablar con él”, expresa la mujer de 30 años mientras mece a su bebé.SOPA Images (SOPA Images/LightRocket via Getty Images)El hambre en Tigray

En 2025, el Sur Global se ha visto sacudido por un terremoto provocado por los recortes de financiación tras el cierre de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, la USAID, y la reducción de fondos llevada a cabo por otros países donantes, como el Reino Unido y Alemania. Esto ha impactado en las vidas de millones de personas que dependían de ese dinero para comer, acceder a la atención sanitaria o a la educación. Uno de los lugares del mundo donde se han sentido los efectos de este seísmo humanitario ha sido Tigray, al norte de Etiopía, escenario entre 2020 y 2022 de la guerra considerada la más sangrienta del siglo XXI.

Pese a la firma del acuerdo de paz, aún hay civiles que viven en campos de desplazados en condiciones precarias y han sufrido las consecuencias de la suspensión de USAID. “Él es el más rico del mundo; nosotros, los más pobres. Él juega con nuestra hambre, ¿por qué lo hace? Le diría eso a Trump si pudiera hablar con él”, expresa Tirhas Teweldemdh, una mujer refugiada de 30 años mientras mece a su bebé. “No tenemos opción, no hay esperanza, lo único que nos queda es esperar a morir”, remata.

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Matrimonio infantil en IndiaRinka, una joven de 19 años que se casó a los 16, está embarazada de su tercer hijo. A su lado, su marido Govinda en Lakhapur, Uttar Pradesh, India el 5 de agosto de 2024.Marta Teixidó VallsLos rostros del matrimonio infantil

Cada año se casan unos 12 millones de niñas en todo el mundo. En India contraen matrimonio anualmente alrededor de 1,5 millones de chicas menores de 18 años, según Unicef. En esta fotogalería pudimos conocer los rostros detrás de esta estadística. Las historias de Rinka, una joven de 19 años que se casó a los 16, o de Sangita de 13 años, que contrajo matrimonio con Sonu, un chico de 16 años a quien no conocía antes.

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Nema Musa (22 años) refugiada de Sudán, en el centro de tránsito de Renk, en Sudán del Sur, el 14 de febrero de 2025. Nema estudiaba periodismo en el Nile College, en Jartum. De un día para otro, su plan de futuro se derrumbó: pasó de ser una estudiante con el propósito de “ayudar a los demás”, a ser una desplazada interna. Diego MenjíbarLos sueños rotos de la refugiada sudanesa Nema Musa

En marzo publicamos la historia de Nema Musa, una refugiada sudanesa de 22 años que huyó con su familia a la vecina Sudán del Sur. Ella era estudiante de periodismo, pero el 15 de abril de 2023, cuando estalló el conflicto que desde hace dos años enfrenta al ejército regular del país y a las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido, su plan de futuro se derrumbó. Ahora vive atrapada en una paradoja: pasa sus días en el centro de tránsito de Renk, un lugar que antes de la guerra era una residencia universitaria y que en estos momentos alberga a 16.000 personas, el doble de su capacidad máxima, según afirman fuentes humanitarias en el terreno. Nema Musa explica que en Jartum tenían “comida, una rutina y una vida”. “Aquí no hay nada”, afirma.

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Diario póstumo de Fátima HassounaUna ciudad de fantasmas: «Esta es mi ciudad, Gaza, y así se veía el 5 de mayo de 2024: calles cubiertas de arena, casas demolidas, infraestructuras inexistentes… Todos los lugares que amábamos se han convertido en un inmenso vacío en las calles y Gaza se ha transformado en una ciudad de fantasmas. Esta es la calle Al-Mukhabarat. Solía ser una de las avenidas más animadas, conducía al mar y pasaba, por ejemplo, junto al hotel Al-Mathaf y otros lugares que la gente disfrutaba visitar. Pero hoy solo puedo ver las cicatrices de la destrucción y me costó reconocerla cuando llegué. ¡Nos han arrebatado todo lo que queríamos!»Fátima Hassouna (Plan International)El diario póstumo de Fátima Hassouna, fotoperiodista de Gaza

Fátima Hassouna, palestina de Gaza, activista por los derechos de los jóvenes y fotoperiodista, falleció en un bombardeo israelí en abril con tan solo 25 años. La fotógrafa dejó un legado de imágenes tomadas durante 18 meses de guerra que describen la devastación y también la vida diaria que intentaba abrirse paso en medio de la tragedia humanitaria. Las fotografías de este diario nos permiten adentrarnos en su mundo y compartir sus pensamientos, emociones, miedos y frustraciones diarias ante la destrucción que avanzaba ante sus ojos. Hassouna dio su permiso a la ONG Plan International, con la que colaboraba, para que estas imágenes y sus comentarios se publicaran.

Tras su muerte, y con el visto bueno de la familia que sigue con vida, la ONG compartió con EL PAÍS parte de este trabajo fotográfico. Su esposo, Motaz, contó en un texto enviado por Plan International que Hassouna le había dicho antes de morir: “Si me matan, no entierres mis fotos. Que griten por mí, que cuenten mi historia, que expongan todo lo que he visto y todo lo que no he podido salvar”.

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Marionetas de tamaño natural de jirafas, ñus, elefantes o gorilas hechas con cartón desfilaron por las calles del barrio de Ouakam en Dakar, una parada importante en su viaje desde el Congo hasta Noruega. Marta MoreirasMarionetas gigantes para alertar sobre el colapso climático

Un espectacular desfile de artistas y marionetas gigantes invadió a principios de mayo las calles de Dakar con el objetivo de sensibilizar al gran público a través del arte. Se trata de The Herds, una experiencia teatral y emocional que recorre las vías de distintos centros urbanos del mundo para alertar sobre el colapso climático y las migraciones que provoca. Marionetas de tamaño natural de jirafas, ñus, elefantes o gorilas hechas con cartón desfilaron por las calles del barrio de Ouakam en Dakar, una parada importante en un viaje que comenzó en la República Democrática del Congo y recorrió 20.000 kilómetros hasta llegar a Noruega el pasado mes de agosto.

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Casa ataúd Hong Kong ChinaEn la imagen, Coco Au yace en su ‘ataúd’ en Hong Kong, el 10 de julio de 2024.Tyrone Siu (REUTERS)Las “casas ataúd”, reflejo de la crisis habitacional de Hong Kong

Más de 200.000 personas en Hong Kong viven en pisos subdivididos en unidades minúsculas, insalubres, envueltas en un olor a humedad y plagadas de chinches en verano. La ciudad, considerada por 14 años seguidos la menos asequible del mundo, según una encuesta de Demographia, tiene una de las tasas de desigualdad más altas del planeta. Este grave problema de acceso a la vivienda se ejemplifica en las llamadas “casas ataúd”, unidades sin ventanas aún más estrechas que los pisos subdivididos. Con un tamaño de 1,4 a 1,7 metros cuadrados, tienen el espacio justo para dormir y guardar unos pocos enseres personales. La falta de ventilación obliga a dejar abiertas las pequeñas puertas correderas de los habitáculos, lo que niega cualquier vestigio de intimidad a sus habitantes. También comparten los baños con hasta otras 20 personas.

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El señor Walter y su nieta Kevem en el Campamento de Resistencia contra el megaproyecto «Puerto de Açu». El campamento fue establecido en abril de 2017 en la ciudad de Água Preta, Distrito V de São João da Barra, en el norte de Río de Janeiro. Cerca de 150 familias, expropiadas debido a la construcción del megapuerto en 2014, ocuparon el campamento.Pablo VergaraLa comunidad agrícola brasileña que resiste los impactos ambientales

Los conocidos como ‘Pueblos de la Arena’, que durante 150 años habitaron la Restinga, un ecosistema costero de características arenosas y salinas en la costa este de Brasil, tienen una agricultura arraigada en conocimientos ancestrales con técnicas agrícolas adaptadas a suelos arenosos. Es una forma de vida que se ha visto amenazada en estos años por la expansión del puerto de Açu, el mayor complejo portuario e industrial privado de Latinoamérica, que se encuentra al norte de Río de Janeiro, en la localidad de São João da Barra.

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Sierra Leona mpoxDos trabajadores sanitarios examinan a Wilson [nombre ficticio], un bebé de un mes ingresado en el centro de tratamiento de ‘mpox’ en Calaba Town, Freetown (Sierra Leona), a mediados de junio.Noor Ahmad Saleem (MSF)Sierra Leona combate el brote de mpox

Este año también hemos contado cómo un brote de mpox volvió a golpear a Sierra Leona y cómo la propagación de la enfermedad llevó al ministerio de Salud del país africano a intensificar la campaña de vacunación y a introducir medidas de distanciamiento entre personas. El estigma y la falta de concienciación son algunos de los factores que impiden a las personas afectadas buscar atención sanitaria para la mpox, que este año no solo afectó a Sierra Leona sino a unos 26 países africanos.

“Inicialmente, los casos leves de mpox se manejaban mediante el autoaislamiento, y los casos graves eran ingresados en un centro de salud. Sin embargo, debido a la estigmatización, la falta de información y el miedo, muchas personas no acuden a los centros de tratamiento. Vemos casos de negación total por parte de los pacientes, que se refieren a la mpox como varicela y lo tratan con alcohol, arcilla local y hierbas tradicionales”, explica Agnes Dama, referente de Médicos Sin Fronteras para la respuesta de mpox en Sierra Leona.

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