Oskar Belategui

Domingo, 28 de diciembre 2025, 11:05

| Actualizado 12:48h.

Hoy no podemos imaginar el terremoto que provocó a mediados de los años 50 Brigitte Bardot y la película ‘Y dios creó a la mujer’, dirigida por Roger Vadim, el primero de sus cuatro maridos. La actriz francesa se convirtió en la mujer más deseada y fotografiada del mundo, en la encarnación de una nueva feminidad lúbrica y descarada, una mezcla nueva de inocencia y sexualidad que al otro lado del Atlántico le tocaría representar a Marilyn Monroe. Para el poeta Jean Cocteau, Bardot, la Bardot o BB, encarnaba «el alma de nuestra época»; según la filósofa Simone de Beauvoir, daba forma a «una nueva forma de erotismo y sexualidad». Brigitte Bardot, icono del cine mundial y defensora acérrima de los derechos de los animales, ha muerto este domingo a los 91 años, según ha anunciado la fundación que lleva su nombre.

«La Fundación Brigitte Bardot anuncia con inmensa tristeza el fallecimiento de su fundadora y presidenta, la señora Brigitte Bardot, actriz y cantante mundialmente reconocida, que decidió abandonar su prestigiosa carrera para dedicar su vida y su energía a la defensa de los animales y a su Fundación», ha informado en un comunicado, sin precisar el día ni el lugar del fallecimiento. Una intrascendente comedieta erótica, ‘La divertida historia de Colinot’, fue su despedida del cine en el lejano 1973. Desde entonces, el mito no se volvió a poner delante de una cámara y, si fue noticia, la culpa la tuvieron declaraciones muchas veces desafortunadas y que acabaron en ocasiones en los juzgados.

Sí, la Bardot se mostró racista, apoyó sin fisuras al ultraderechista Jean-Marie Le Pen y a su hija Marine, se mostró en contra de los derechos de la comunidad LGTBI, los emigrantes y los musulmanes, abominó de las vacunas y tan pronto denunciaba la matanza de las focas en el Ártico como condenaba la caza de elefantes de nuestro rey Juan Carlos I. Desde La Madrague, la mansión asomada al Mediterráneo en Saint-Tropez, el paraíso de la Costa Azul que ella puso de moda, Brigitte Bardot se enfadaba cíclicamente con Francia en compañía de nueve perros, seis gatos y su último marido, Bernard d’Ormale, empresario y político asesor de Le Pen.

Su país nunca la olvidó y el interés por ella resucitaba cíclicamente. Así, hace unas semanas el canal France 2 estrenó un biopic sobre la actriz, que también ha sido objeto de una reciente biografía escrita por Catherine Rihoit titulada ‘Y Bardot creó a la mujer’. En ella se habla de sus cuatro matrimonios, de sus tres intentos de suicidio, del cáncer que superó. Bardot había sido hospitalizada el pasado mes de septiembre en un hospital de Tolón para una cirugía menor y después volvió a La Madrague. Se dijo que había sufrido una grave insuficiencia respiratoria y que padecía notables problemas cognitivos que afectaban al habla y la escritura, aunque ella desmintió que su estado fuera preocupante. ¿La prueba? Una carta que escribió a Macron, «ser maléfico, pedante, sin empatía ni autoridad, títere despreciable, fregona que limpia la sangre y la muerte con la que mancha una Francia sin luces». Los insultos al presidente se debían a la existencia de una boyante industria de carne de caballo francés, que en Japón se utiliza para sushi.

Brigitte Bardot nació en 1934 en París en el seno de una familia acomodada. Su padre era ingeniero y su madre un ama de casa que le inculcó el amor por las artes. Mostró talento desde pequeña para la danza clásica y con apenas siete años ya se formaba como bailarina en el Conservatorio. Su belleza no pasó desapercibida y siendo una adolescente ya protagonizó portadas que llamaron la atención de Roger Vadim, que esperó a que tuviera 18 años para casarse con ella y la lanzó al estrellato con ‘Y dios creó a la mujer’ en 1956

Los jóvenes realizadores de la Nouvelle Vague también soñaban con ella y fue Jean-Luc Godard en ‘El desprecio’ quien osó mostrarla desnuda, en todo el esplendor de su belleza, haciéndola posar junto a estatuas griegas como si fuese una diosa contemporánea. En el medio centenar de películas que rodó hay algunas destacables, como ‘En caso de desgracia’, de Claude Autant-Lara, ‘¿Quiere usted bailar conmigo?’, de Michel Boisrond, y ‘¡Viva María!’, de Louis Malle, donde compartió la pantalla con Jeanne Moreau, el otro gran mito del cine francés. En ‘Las petroleras’, uno de sus últimos trabajos, también se midió con otro icono erótico: Claudia Cardinale.

De las 60 canciones que grabó queda para el recuerdo la inmortal ‘Je t’aime moi non plus’, de Serge Gainsbourg, por entonces su amante. Susurros y jadeos grabados en 1968, que se radiaron en medio de un formidable escándalo, lo que provocó que la actriz pidiera al músico que no la editara en disco. Al año siguiente, ya con Jane Birkin, el tema se hizo inmortal. La larga lista de maridos y amantes de la diva comienza con Roger Vadim y sigue con Jacques Charrier, su segundo marido y padre de su único hijo, Nicolas-Jacques. No fue una madre amorosa y el hijo acabaría demandándola tras escribir en sus memorias que sentía a su bebé como «un tumor que se alimentaba de mi cuerpo».

En 1966, Bardot se casó en Las Vegas con el playboy Günter Sachs. Fue su relación más mediática, protagonizando reportajes en revistas del corazón con idílicos escenarios de la Costa Azul, Londres, París y el chalet de Gstaad (Suiza) en el que Sachs se voló la cabeza en 2011. Con Bernard d’Ormale, con quien se casó en 1992, había encontrado al fin la estabilidad sentimental.

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