¿Qué le llevó a escribir este libro sobre salud mental en niños y adolescentes?

Estoy muy sensibilizado para escuchar a los niños y conocer los problemas que tienen. Y, después de la pandemia, empezamos a encontrar más casos de salud mental de mayor gravedad de lo que yo estaba acostumbrado. Lo que deduje es que algo debe de estar pasando para que suceda esto. Cuando ibas a hablar con ellos, tenían un problema muy profundo, no solamente psicológico. Esto me alertó e hizo que me pusiera a investigar para buscar respuestas. Cuando estaba haciendo esta investigación, la editorial San Pablo me escuchó en una conferencia y me propusieron sacar un libro sobre este tema. Y yo accedí.

¿Le resultó complicado llevar a cabo estas investigaciones?

No me fue muy difícil porque cada vez se publica mucho más al respecto, tanto a nivel científico como académico. La verdad es que fue fácil y solamente teníamos que contrastar los datos que encontrábamos con otros estudios. Y la verdad es que encontramos mucha información relevante.

En el libro, habla del impacto de la tecnología en el comportamiento juvenil. ¿En qué medida cree que los móviles, las redes sociales y los videojuegos están influyendo negativamente en la salud mental de los menores?

Están influyendo drásticamente. Para mí, fue una intuición porque descubrí que había niños que no dormían y rápidamente comprobé que, cuando los padres les dejan usar esas tecnologías, cambian. Luego, descubrí que hay un aumento de los casos de salud mental en 2008, que es cuando aparece el smartphone y hay más disponibilidad de nuevas tecnologías. Por tanto, hay una correlación importante entre la tecnología y la salud mental. Lo mismo sucede en 2013, cuando se introduce el 4G y la fibra óptica en España. Por otro lado, hay estudios que muestran que las redes sociales son causantes de algunos problemas de salud mental, especialmente en el caso de las niñas que poseen el Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA) por la comparativa que tienen con respecto a la imagen. En el caso de los niños, pueden ser adictos a los videojuegos, que tienen sistemas de recompensa, que se han prohibido ya en varios países de Europa. En la nueva legislación que estamos esperando, queremos que se incluya la prohibición de estas recompensas porque es una de las cosas que hacen que estos juegos sean adictivos.

Uno de los temas más delicados es el suicidio adolescente. ¿Qué señales de alerta pueden detectar padres y docentes para intervenir a tiempo ante estas situaciones?

No es fácil para los padres, y para los profesores, más aún. Es complicado comprender si los cambios de ánimo de un menor son por un problema o simplemente son naturales por la adolescencia. En el libro, damos algunas indicaciones. Por ejemplo, si los niños tienen alguna depresión o un problema constante, hay que acudir a un especialista. Hay que recordar que uno de cada tres adolescentes se autolesiona, por lo que es importante prevenir esto. A veces me encuentro padres que solamente quieren eludir responsabilidades o dicen que solamente quieren llamar la atención. Y eso es lo que intento cambiar en mi libro y que los niños se sientan comprendidos.

Aparte de la comprensión, ¿la confianza también puede ser un factor importante?

Con los niños, en la adolescencia, se elimina la confianza con los padres. Ellos suelen confiar más en los amigos que en sus progenitores. Muchos niños me dicen que es por vergüenza y no encuentran la manera de contar las cosas a sus padres.

Como voluntario del Teléfono de la Esperanza, ¿qué tipo de llamadas o casos vinculados a menores son los más frecuentes?

Los casos más frecuentes son los que llaman por teléfono o los que nos contactan por el chat. Y hay muchos problemas de ansiedad o depresión, o que tienen problemas con los padres. Algunos llegan a tener ideas suicidas.

¿Cuál cree que es el papel de la escuela en la prevención y detección de estos trastornos emocionales?

En este momento, la mitad de los casos de salud mental son detectados de la escuela. En el caso de adolescentes que tienen problemas con la familia, se refugian en el colegio porque es el rato que juegan con sus amigos y se sienten más escuchados que en su casa. En España, el 94% de los niños se sienten acogidos por el colegio, mientras que el 6% restante son los casos más graves de problemas de salud mental.

¿Cree sinceramente que los prefesores están preparados para ello?

Los profesores no estamos preparados, pero lo intentamos a fuerza de necesidad. Hablamos con los orientadores y ellos nos dan pautas para poder tratar mejor los problemas de salud en los niños. Pero creo que nos falta mucha formación.

¿Cree que estamos enseñando a los jóvenes a expresar lo que sienten?

Hay algunos colegios que intentan enseñarles con charlas o actividades. Yo tengo un programa de inteligencia emocional en momentos puntuales para enseñarles a detectar sus emociones y a expresarlas. También hago rondas de seguimiento con los chicos para saber cómo van progresando. A veces los profesores compartimos nuestras emociones a los alumnos de manera natural.

Finalmente, ¿qué espera conseguir con este libro?

Este proyecto ha superado mis expectativas. La intención es ayudar a la gente y transmitir un mensaje a los padres y docentes para que se preocupen y escuchen más a los niños. Lo que quiero es que llegue a más colegios y a más familias. Para mí, el libro es un instrumento para dar charlas y dar visibilidad al problema.

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