Más allá de lanzar las campanas al vuelo y de inclinarnos a la desmesura o a un optimismo desinformado, algo excepcional está pasando con la Literatura Infantil y Juvenil (LIJ) en Aragón desde hace algunos años. Más de dos décadas. El pasado martes, David Lozano lograba el cuarto premio Cervantes Chico para la Comunidad Aragonesa, y se sumaba a Fernando Lalana, que lo obtuvo en 2010, a Ana Alcolea (2018) y a Begoña Oro (2024). Pero además, Aragón cuenta con varios premios nacionales de LIJ, en texto e ilustración. El primero en lograrlo fue el dibujante Francis Mélendez, en 1987, con su trabajo ‘La oveja negra y otros cuentos’ de Augusto Monterroso; luego lo obtuvo Fernando Lalana en 1991; en 2006 lo consiguió Isidro Ferrer por su trabajo gráfico en ‘Una casa para el abuelo’, un cuento de Carlos Grassa Toro; en 2007, la artista Elisa Arguilé lo ganó por su trabajo para ‘Mi familia’, el libro de Daniel Nesquens, y sería en 2016 cuando lo lograría Javier Sáez Castán, el ilustrador de Huesca que ha hecho el grueso de su carrera en Alicante.