En el ‘Cuaderno de notas de Memorias de Adriano‘ con el que Marguerite Yourcenar explicó, entre otros aspectos de su proceso creativo, las razones que le llevaron a convertir al emperador romano en protagonista de la que habría de convertirse en una de … sus más célebres novelas, la escritora decía que Adriano «se convirtió en el hombre que yo hubiera querido ser».

Publio Elio Adriano (76-138 d.C.), el emperador Adriano, nacido en Itálica (la actual Sevilla), es en la novela de Yourcenar un hombre culto, educado, poderoso, pero también reflexivo, introspectivo, vulnerable, complejo, que se enfrenta a la enfermedad, al deterioro físico y a la cercanía de la muerte. Marguerite Yourcenar nos muestra a un hombre profundamente solo, que cuenta su historia con ciertas dosis de melancolía y marcado por la temprana muerte del joven del que se enamoró, Antinoo. El poder no le evitó el dolor que marcaría su vida.

Hacía casi treinta años que Adriano no se acercaba por Mérida. Lo hizo en 1998, en una producción que dirigió el italiano Maurizio Scaparro e interpretó José Sancho, acompañado por el bailarín Igor Yebra, que encarnaba a Antinoo. Ha vuelto ahora de la mano de Beatriz Jaén –una joven directora de voz firme y personal, que ha demostrado su talento en montajes como ‘Breve historia del ferrocarril español’, ‘Nada’ o ‘Mihura, el último comediógrafo’–, en un montaje creado en torno a la figura del actor Lluís Homar –es también su impulsor–, que regresa a los escenarios después de su abrupta y polémica salida de la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Le acompañan en escena, mudos, Clara Mingueza, Álvar Nahuel, Marc Domingo, Xavi Casan y Ricard Boyle. La dramaturgia, sobre la hermosa traducción que hizo de la obra Julio Cortázar, es de Brenda Escobedo, y tras Mérida empezará la gira del espectáculo: entre el 19 de septiembre y el 12 de octubre estará en el Teatro Marquina de Madrid.

Beatriz Jaén traslada a Adriano a nuestros días, verle como un poderoso mandatario actual, y le sitúa en un «despacho oval» –así lo define ella–, en los momentos previos a la grabación televisiva de un discurso en el que va a nombrar a su sucesor. Es más que una elección estética; las palabras de Yourcenar resuenan contemporáneas, actuales, porque más allá del político –Homar define a Adriano como «un humanista que pone la sensibilidad artística junto a la política y se da de bofetadas con la política actual»– Yourcenar nos desvela al hombre, al ser humano cuya muerte cercana le hace mirar atrás con una mezcla de orgullo y de melancolía.

Lluís Homar encarna a Adriano en un ejercicio impecable de interpretación; la dificultad de memorizar el texto (la obra dura hora y media en la que prácticamente no deja de hablar le hizo empezar con cierta monotonía; el relato inicial invita a ello), pero conforme transcurrió la representación fue coloreando su actuación hasta lograr momentos verdaderamente emotivos (favorecido por el ritmo que Beatriz Jaén impregna al espectáculo), como la muerte de Antinoo. Posee además una dicción que hoy en día es un tesoro y una especie en vías de extinción.