El día de la inauguración de su museo en Marquiz de Alba, Laudelino Díaz Pino, decidió volver a mostrar su pintura en la capital.

La sala de exposición de la Encarnación acoge desde el jueves la muestra «Síntesis» donde reúne 30 años de pintura en los que ha ahondado en distintas temáticas en óleo.

Pinturas y pirograbados unidos en la Encarnación

Pinturas y pirograbados unidos en la Encarnación

Su interés por la anatomía, su fuerte conciencia social con obras que acercar la pobreza y el sufrimiento en África o la guerra de Gaza sin olvidar la tauromaquia, una de sus pasiones, y panorámicas de ciudades de Castilla y León, entre ellas una de Zamora con fuertes influencias de Sorolla , pueden contemplarse en la sala.

Admirador de Jesúcrito

El pintor también presenta retratos a personas cercanas o cuadros de gran tamaño de Jesús de Nazaret a quien admira y considera «un moderno», para lo que tomó «hasta 300 fotografías en el jardín de mi casa y posaron mi familia», testimonia arropado por los suyos.

Llama la atención un cuadro donde la madre es tan joven como el crucificados. El artista, que tomó como modelos a sus propios hijos, se basa en «el concepto que había en el Renacimiento de belleza era joven, diáfana, fresca… y he querido hacer una virgen siempre joven, una madre por la que nunca pasa el tiempo y que es la única que se queda cuando todos se van».

Despedidas que no fueron posible

Enfrente el impresionante «Manos de pandemia» que «para mí representa las despedidas que no fueron posibles» señala este creador que utiliza como soporte hasta una viaje colcha dotándola de una nueva vida.

En uno de los cuadros situados ante el altar de la antigua iglesia, desarrolla lo que el califica de «una técnica muy particular«. Y prosigue: «Tras el carboncillo o lápiz y utilizo barnices de cerezo y castaño. El oscuro es castaño y después en la zona que quiero recalcar le doy cerezo».

Pinturas y pirograbados unidos en la Encarnación

Pinturas y pirograbados unidos en la Encarnación

Pino , zamorano de corazón y sevillano de adopción, comparte espacio con otro artistas Isidoro Bellver Prieto. Amistad y arte unidos.

Isidoro Bellver comenzó a lidiar con el pirograbador a raíz de «algo que me enviaron al teléfono«. «Me despertó la curiosidad y estuve un año viendo dibujos, viendo tutoriales con distintas técnicas».

Seis años después presenta una docena de pirograbados, a varias temperaturas y con mucha paciencia, de monumentos, como la Catedral o el Puente de Piedra, y esculturas tal emblemáticas como el Merlú, el homenaje al maestro o a Ramón Álvarez, entre otras, realizadas «tras un aprendizaje de muchos años porque soy autodidacta», describe.

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