Preparación del coloquio | Foto: Kristina Kellnerová,  Radio Prague International

Preparación del coloquio|Foto: Kristina Kellnerová, Radio Prague International

Carlos A. Aguilera es narrador, poeta y ensayista cubano y lleva más de diez años viviendo en República Checa. Sus libros, que a menudo tratan de manera irónica los sistemas políticos totalitarios y las amenazas a la democracia, no se publican en Cuba desde hace más de dos décadas. Su presencia en el festival del Mes de la Lectura, que tiene este año como tema principal el exilio, no podría ser, por lo tanto, más acertada. Su presentación en el centro cultural Provoz de Ostrava tuvo de todo: desde lectura en voz alta de algunos fragmentos de su obra, hasta el análisis de la actualidad cubana, pasando por política, literatura, y, por supuesto, la presentación de su libro “El Imperio Oblómov”, recientemente traducido al checo.

Preparación del coloquio | Foto: Kristina Kellnerová,  Radio Prague International

Preparación del coloquio|Foto: Kristina Kellnerová, Radio Prague International

La obra, publicada originalmente en 2014, es una novela que sigue por un lado a una familia, y por otro la historia de una región entera.

“La familia Oblómov vive en el Este, en el Este europeo, por decirlo así, y de alguna manera intentan concretar sus, entre comillas, utopías, sus delirios, porque es una novela que va sobre el delirio y la grandeza de alguien, que quiere construir un imperio. Y entonces construyen sus delirios en esta zona que es el Este, y viven en una constante guerra con ese Este. Esa región es también un objeto de odio grande, y a la vez es un objeto de placer grande. Entonces, la novela es precisamente la tensión entre ese placer y ese odio por una región que, de alguna manera, es el fetiche de esta familia”.

Carlos A. Aguilera  (en el centro) | Foto: Mes de la Lectura

Carlos A. Aguilera (en el centro)|Foto: Mes de la Lectura

En resonancia con el clima político actual, donde se evidencian embates contra que la democracia, la novela de Aguilera se muestra como una mirada crítica, pero con tintes de humor, ante los grandes totalitarismos del sg. XX, algunos de los cuales parecen reinventarse en las últimas décadas. Lejos de tratarse de la única obra política del autor, el escritor presentó en Ostrava también un poema llamado Mao, que de hecho dio nombre a su coloquio: La Maodemocracia y el gorrión liso.

La Maodemocracia y el gorrión liso

“Es un poema que habla de un suceso real que hubo en China, en la Revolución Cultural, y es que Mao mandó a matar los gorriones porque decía que eran los culpables de que en China había hambre, ya que los gorriones se comían el arroz, las espigas de arroz. Y entonces, mandó a matarlos. Hay muchas fotos y documentación de miles, millones de chinos con escopetas disparándoles a los gorriones en el campo, y montañas de gorriones muertos. Y entonces, yo escribí un poema, hice un poema que habla de este suceso, que ese poema se llama Mao”.

El Imperio Oblómov | Foto: Kristina Kellnerová,  Radio Prague International

El Imperio Oblómov|Foto: Kristina Kellnerová, Radio Prague International

Juntando el título del poema y el dictador Mao Zedong, con la palabra democracia, surge ese término nuevo que critica, justamente, la ironía de un sistema político que se proclama como democrático, a pesar de tratarse en muchos casos, y como lo fue también en el caso del revolucionario chino, de sistemas totalitarios y opresivos.

“Es un término irónico, porque Mao era cualquier cosa menos demócrata, era un dictador, pero es un término irónico que se usa en el poema. Pero claro, para un dictador siempre está construyendo su propia democracia, no la democracia como tal, pero la democracia de sí mismo”.

En esa visión retorcida de la democracia, Aguilera explora en su obra los límites de los sistemas totalitarios, sus inicios y sus fines. A su vez, en El Imperio Oblómov concibe que a veces, el deseo de someter a otros bajo un régimen totalitario puede ser iniciado por un deseo de protección, o al menos sus motivos pueden ponerse este disfraz.

Firmando el libro | Foto: Kristina Kellnerová,  Radio Prague International

Firmando el libro|Foto: Kristina Kellnerová, Radio Prague International

“La familia Oblómov intenta construir un territorio donde solamente se haga lo que ellos quieren. Tienen un cierto poder benéfico, porque el deseo de Oblómov es precisamente construir un imperio para aquellas personas que no son bien recibidas por los otros. Se trata, por ejemplo, de personas que tienen defectos físicos: cojos, tuertos, personas que tienen algún problema determinado… entonces, él quiere construir un imperio para que esa gente pueda vivir allí, y se sientan seguros bajo la ley de Oblómov”.

La democracia y los totalitarismos se entrecruzan en la obra del autor cubano. Pero lejos de tratarse únicamente de una cuestión ficticia, el escritor nos recuerda que se trata de temas muy actuales.

“Yo siempre pienso que la política o el modo político, el modo de ejercer política, siempre debe tender hacia cierta neutralidad y hacia cierta construcción de políticas públicas que beneficien a la mayoría de las personas. Es mi idea de lo que debe ser la política. Y siempre me sorprende que cuando llega al gobierno un partido de extrema derecha o de extrema izquierda o qué sé yo, generalmente se caotiza, se distorsiona ese equilibrio. Lo mismo sucede cuando llegan populismos, como el de Trump en Estados Unidos, el de Bolsonaro en Brasil o Milei en Argentina, y demás, ahí se distorsiona todo”.

Al reflexionar sobre la situación política actual, con la guerra entre Rusia y Ucrania, el conflicto de Gaza, y los totalitarismos de América Latina como algunos de los puntos negativos sobresalientes, Aguilera recuerda una de sus frases favoritas sobre la democracia.

“Yo creo que la democracia es algo que siempre está amenazado por algo o por alguien. Hay una frase muy linda de un filósofo francés, que es Jacques Derrida, y Derrida decía que la democracia es algo que siempre se está haciendo. La democracia la vamos a hacer mañana. Es decir, mañana tú tienes que levantarte y decir, hoy vamos a hacer la democracia. Y mañana y al otro día también, porque si no, la democracia se desmorona, se rompe”.

Censurado en Cuba

A pesar de que ni en el poema Mao ni en la novela El Imperio Oblómov se menciona Cuba, el país de origen del autor, para muchos lectores es inevitable leer las obras como un símil a la cuestión totalitaria de Cuba y el comunismo cubano. En relación a ello, el autor menciona una anécdota de cuando todavía vivía en la isla del caribe.

“Mao es un poema escrito en Cuba todavía. Yo salí de Cuba hace 20, casi 25 años, y ese fue el último poema que yo escribí allí. Y para mucha gente, cuando yo leí ese poema en Cuba, que lo leía siempre en espacios privados, la gente siempre pensaba que yo estaba hablando de Fidel. Pero no, yo estaba hablando de Mao. Pero para la gente, inmediatamente, había una resonancia con Fidel Castro”.

Video of MAČ 2025 / Carlos A. Aguilera

Desde su partida de la isla, el escritor ha publicado numerosos títulos con temáticas similares. Su obra ha supuesto, entre otros, la censura de su obra literaria en su país de origen, además de ser declarado como persona non grata.

“Estoy censurado en Cuba, en el sentido de que mis libros no se publican allí, no se divulgan en Cuba, ni se venden. Generalmente, publico mis libros en España o en México, y cuando tengo el PDF, lo suelo enviar a personas que conozco en Cuba. Entonces, eso hace que, de alguna manera, haya gente que Cuba que sabe lo que yo estoy haciendo, desde hace 20 años. Pero, en realidad, mi obra no se vende en Cuba, ni circula, ni se me edita, y casi ni se me cita allí. Nunca, nunca existe un papel que diga que tu libro está prohibido, pero tu libro ya no se publica más”.

'La fábrica de Absoluto' de Karel Čapek | Foto: editorial Millennium Publishing

‘La fábrica de Absoluto’ de Karel Čapek|Foto: editorial Millennium Publishing

A pesar de estar censurado en su país natal y enfrentarse en su obra a cuestiones en algún punto desgraciadas, el autor afirma divertirse durante la escritura, ya que utiliza el humor y la ironía como herramientas de transformación y cambio. Con esa visión del mundo, quizás no sorprende tanto la respuesta del autor ante la cuestión de sus autores checos favoritos.

“Siempre me ha interesado la literatura checa. Hay un libro de Čapek que a mí me fascina, que es La fábrica de Absoluto. Y ese libro ya se había traducido en los años 60 en Cuba, también La salamandra, también otros libros de Čapek, pero ese de La fábrica de Absoluto es un libro que a mí me fascina, y que tiene que ver también con todo esto”.