En menos de dos semanas, la WNBA ha vivido una situación tan insólita como preocupante: en al menos tres partidos oficiales, un juguete erótico de color verde neón ha aterrizado en plena pista, interrumpiendo el juego.
El fenómeno, lejos de ser un hecho aislado, ha comenzado a repetirse con inquietante frecuencia y ha abierto un debate sobre sus motivaciones y las medidas para frenarlo.
El primer incidente se produjo el 29 de julio, durante el duelo entre las Atlanta Dream y las Golden State Valkyries. Un objeto de este tipo cayó en la pista, provocando la detención momentánea del partido.
Posteriormente se llevó a cabo la detención de un joven de 23 años, Delbert Carver, acusado de alteración del orden público y posible exposición indecente.
Según la policía, el propio Carver reconoció que su intención era «hacer una broma» y conseguir que el momento se viralizara en redes sociales.
Apenas un día después, el 1 de agosto, un hecho similar se registró en un encuentro entre las Valkyries y las Chicago Sky. El tercer caso tuvo lugar el 6 de agosto en Los Ángeles, cuando las Sparks recibían a las Indiana Fever.
Con poco más de dos minutos para el descanso, el juguete erótico verde cayó muy cerca de la escolta Sophie Cunningham, quien se apartó instintivamente antes de que Kelsey Plum le propinara una patada.
El público reaccionó con abucheos y la seguridad se apresuró a buscar al responsable. Aunque en este último caso no se confirmó la identidad del autor, las autoridades han destacado que los sospechosos identificados hasta ahora son hombres jóvenes.
Posibles motivaciones
Las autoridades y analistas coinciden en que estos actos no tienen un trasfondo reivindicativo o político.
Se trata de acciones concebidas como espectáculos virales, que buscan atención inmediata y difusión masiva en plataformas como TikTok.
Algunos expertos señalan la influencia de una cultura digital marcada por la ironía y la provocación sin contenido real, donde el objetivo es generar impacto, aunque sea a través del absurdo.
En este contexto, arrojar un objeto erótico a la pista durante un partido de baloncesto femenino se convierte en un acto de interrupción gratuita, diseñado para obtener notoriedad y, en algunos casos, para ridiculizar el deporte femenino.
Las jugadoras han manifestado su rechazo absoluto a este tipo de acciones. La entrenadora de las Sparks, Lynne Roberts, calificó el comportamiento de «ridículo» y «peligroso».
Por su parte, Sophie Cunningham había advertido días antes en redes sociales que esta tendencia «iba a terminar lastimando a alguna jugadora». Tras el partido en el que casi fue alcanzada, compartió su antiguo mensaje con ironía: «Esto NO envejeció bien».
Ante la repetición de incidentes, la WNBA ha endurecido su discurso. La liga ha recordado que lanzar cualquier objeto a la pista constituye una violación de las normas de seguridad y, en la mayoría de estados, un delito.
En un comunicado oficial, la organización advirtió que cualquier aficionado que lo haga será expulsado de inmediato, recibirá una prohibición de al menos un año para asistir a partidos y podrá enfrentarse a cargos penales.
La WNBA también trabaja junto a los pabellones para reforzar los controles de acceso y mejorar la vigilancia en las gradas.
El objetivo es doble: proteger la integridad física de jugadoras, árbitros y aficionados y enviar un mensaje claro de que este tipo de provocaciones no serán toleradas.