La búsqueda de exoplanetas (o incluso vida en dichos planetas) es una de las prioridades de la NASA, que utiliza algunos de sus recursos más valiosos como el telescopio James Webb para realizar sus observaciones. La agencia espacial ha descubierto un gigante gaseoso en Alfa Centauri.
El sistema estelar más cercano al nuestro, situado a apenas 4,36 años luz de distancia, parece albergar un exoplaneta gigantesco compuesto principalmente por gas, que orbita una de las dos estrellas ubicadas en dicho sistema, en este caso Alfa Centauri A.
Los investigadores determinaron este hecho tras una serie de observaciones realizadas en agosto del 2024, que dieron lugar a los hallazgos más recientes. Unas investigaciones que en un primer momento no dieron los resultados esperados por la NASA.
Un gigante gaseoso en plena Alfa Centauri
Todo comenzó en verano del año pasado, cuando posicionaron el sistema de máscara coronográfica del MIRI del James Webb para bloquear la luz de Alfa Centauri A, una de las dos estrellas similares al Sol que reinan en dicho sistema estelar.
En ese momento y pese a las complicaciones de la presencia de Alfa Centauri B y su luz, pudieron descubrir un objeto con un brillo más de 10.000 veces más débil que Alfa Centauri A, separado de la estrella por una distancia el doble de lejos que la del Sol y la Tierra.
El problema es que en ese momento, la agencia espacial requería de más datos para llegar a conclusiones definitivas. Ni siquiera las observaciones del sistema de febrero y abril de este año pudieron revelar qué era exactamente.
Las simulaciones, cuenta la NASA, tuvieron en cuenta un avistamiento pasado de un potencial exoplaneta observado por el Very Large Telescope del Observatorio Europeo Austral, así como datos recabados por el James Webb.
Arriba: paneles capturados por el Telescopio Espacial James Webb. Abajo, sistema estelar Alfa Centauri desde varios observatorios terrestres.
J. DePasquale (STScI)
NASA, ESA, CSA, STScI, A. Sanghi (Caltech), C. Beichman (NExScI, NASA/JPL-Caltech), D. Mawet (Caltech)
Finalmente, un análisis meticuloso llevado a cabo por el equipo de la NASA valiéndose de un modelado computacional de alta categoría pudieron determinar que la fuente de brillo de las imágenes del Webb podría ser un planeta, y no otra cosa.
En este sentido, basándose en el brillo del planeta en las observaciones del infrarrojo medio, se ha establecido que podría ser un planeta gaseoso, con una masa aproximada a la de Saturno viajando en una trayectoria elíptica.
Si bien es cierto que la idea de un gigante gaseoso echa por tierra la posibilidad de que haya vida en ese planeta, el propio descubrimiento del mismo supone un avance enorme para la NASA y sus observaciones.
Y es que según la NASA, este sería el planeta más cercano a su estrella visto hasta la fecha, siendo además el más parecido en temperatura y edad a los planetas gigantes de nuestro sistema solar, así como el más cercano a la propia Tierra.
Recreación artística del James Webb
NASA GSFC/CIL/Adriana Manrique Gutierrez
Según relata Aniket Sanghi, coautor principal de los artículos de la investigación perteneciente al Caltech de Pasadena, la simple existencia del planeta en un sistema de dos estrellas tan separadas «pondría a prueba nuestra comprensión de cómo se forma, sobreviven y evolucionan los planetas en entornos caóticos».
Tanto es así, que incluso habla de «un planeta en desaparición». Sanghi aclara el porqué las investigaciones no dieron en primer lugar con este planeta. En ese caso, el equipo del experto usó modelos informáticos para simular órbitas potenciales.
La clave está en estas simulaciones. «Descubrimos que en la mitad de las posibles órbitas simuladas, el planeta se movió demasiado cerca de la estrella y no habría sido visible para el Webb tanto en febrero como en abril del 2025″, expone el estudiante de doctorado.
La cercanía del planeta también supone un punto de inflexión. «Cualquier exoplaneta encontrado nos brindaría la mejor oportunidad para recopilar datos sobre sistemas planetarios distintos al nuestro», dice Charles Beichman, del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA y del Instituto de Ciencia de Exoplanetas.
Telescopio James Webb en una ilustración.
NASA-GSFC, Adriana M. Gutierrez (CI Lab))
NASA
A ojos de Beichman, parte del logro radica en que las observaciones «son increíblemente difíciles de realizar, incluso con el telescopio espacial más potente del mundo, debido a su gran brillo, cercanía y rápida movilidad por el cielo».
La esperanza está puesta en la misión del Telescopio Espacial Grace Roman, que tiene un lanzamiento previsto en 2027. Este está equipado, dice la NASA, con hardware que permitirá probar tecnologías para observar sistemas binarios precisamente como Alfa Centauri.
Así, los datos de luz visible que el Nancy Grace Roman recopilaría podrían complementarse a las observaciones infrarrojas del Webb, arrojando datos únicos sobre el tamaño y la propia reflectividad del planeta descubierto por el Webb.