Dánae Pérez Perdomo

Viernes, 8 de agosto 2025, 17:44

La población de la Tierra tiene más de una cita con el firmamento este verano. Una de las más esperadas son las perseidas, que experimentarán su máximo el martes 12 de agosto (suele estar entre 50 y 100 meteoros por hora), entre las 22.00 y 23.00 horas, justo antes de que la Luna se cuelgue del cielo. Se trata de un lapso de tiempo clave para disfrutar del evento astronómico en todo su esplendor, pues el satélite estará casi lleno por esas fechas y puede velar la observación de las estrellas fugaces.

No es el único fenómeno que promete el cielo para el octavo mes del año, cuando el ojo humano también podrá deleitarse con la Vía Láctea de verano y con la contemplación, incluso, de algunos planetas.

La astrofísica divulgadora del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), Nayra Rodríguez, desvela alguna de las particularidades que presentan las lágrimas de San Lorenzo este año. La más llamativa es la del satélite, que estará «cerca de la fase de la Luna llena».

El cuerpo celeste dará una tregua los días 13 y 14 de agosto, ya que retrasará su salida hasta las 23.30 horas y 00.00 horas, respectivamente, dilatando así el tiempo de oscuridad. El problema es que, para entonces, las perseidas ya no estarán en su máximo y «el número de meteoros por hora va a disminuir».

Una vez que el satélite haga acto de presencia, no eclipsará del todo a las perseidas. La clave está «en mirar en dirección opuesta cuando la Luna esté bajita, para quedarnos con la región más oscura del cielo».

Para asistir al espectáculo de las lágrimas de San Lorenzo «no hace falta subir a la cumbre», sino acercarse a zonas oscuras, libres de contaminación lumínica. «Lo podemos ver incluso desde la costa, desde la playa, buscando esos lugares oscuros y que tengan bastante región de cielo visible y despejada, que no haya nubes», expone Rodríguez, quien añade que este consejo es válido para todas las islas.

Del espacio a la Tierra

La lluvia de estrellas de las perseidas tiene su origen en el cometa Swift Tuttle, que «pasa cerca del Sistema Solar cada 133 años», según refiere la astrofísica del IAC.

El cometa está compuesto por hielo y roca, por lo que, cuando se acerca al Sol, «parte de ese hielo de la superficie pasa directamente a gas». Un proceso por el que se «desprenden un montón de partículas rocosas de la superficie del cometa», dando lugar, primero, a su cola, una suerte de anillo que sigue «viajando detrás del cometa, moviéndose por toda la órbita más o menos a su misma velocidad», profundiza.

La Tierra se cruza con el cometa Swift Tuttle durante su recorrido alrededor del Sol, que efectúa en su propia órbita. En ese encuentro, el anillo de partículas (que son del tamaño de un grano de arena o incluso más pequeños), que viaja por el espacio tras el cometa, «entra en contacto con la atmósfera de la Tierra y las partículas se queman, provocando ese fogonazo que conocemos como estrella fugaz».

Lo normal es observar estrellas fugaces sueltas, que corresponden a «pequeñas partículas que están en la órbita de la Tierra y que al entrar en la atmósfera se queman». Las lágrimas de San Lorenzo, sin embargo, caen en forma de lluvia.

La diferencia es que los cometas «suelen dejar una gran densidad de partículas» y cuando el planeta azul se cruza con ese anillo, «entran todas y parece que proceden de la misma región del cielo, que es lo que llamamos el radiante», explica la divulgadora científica.

Día y hora

Las perseidas experimentarán su máximo, de 50 a 100 meteoros por hora, el próximo martes 12 de agosto, de 22.00 a 23.00 horas, justo antes de la salida de la luna.

¿Dónde?

Para disfrutar de la lluvia de estrellas en todo su esplendor conviene trasladarse a lugares oscuros, ya sea en la costa o en la cumbre, alejados de la contaminación lumínica.

«Cada lluvia de estrellas toma su nombre de la constelación donde se encuentra el radiante. Para las perseidas, el radiante está en la constelación de Perseo y de ahí viene su nombre», puntualiza.

Tanto es así que las perseidas se desmarcan como una de las lluvias de estrellas fugaces más importantes del año, por el número de meteoros que dejan por hora, que oscilan entre los 50 y 100 en su máximo.

Rodríguez señala que hay algunas lluvias «que tienen algunos meteoros por hora más, como las gemínidas», que se observan en diciembre. Y ahí radica la gran diferencia respecto a las perseidas, que hacen acto de presencia en pleno verano, cuando impera el buen tiempo, los cielos suelen estar despejados y buena parte de la población tiene vacaciones, por lo que puede dedicar su tiempo a contemplarlas.

Otra característica de las perseidas, enfatiza la astrofísica, es que son «muy rápidas, se mueven a unas velocidades de casi 60 kilómetros por segundo, por lo que también son muy impresionantes». «A veces, se producen bólidos, que son partículas más granditas que, al quemarse cuando entran en la Tierra, dejan un rastro muy brillante, muy espectacular», agrega.

Otros espectáculos del cielo

El verano es una estación «ideal» para perderse en el cielo. Lo es por varios motivos, pero, fundamentalmente, por el buen tiempo, que permite «estar un buen rato tumbados o reclinados en una silla y contemplar el firmamento a simple vista», de acuerdo con Rodríguez.

Existen al menos dos eventos astronómicos relevantes que causarán especial regocijo entre quienes echen la vista al cielo. Uno de ellos llegará de la mano de la Luna nueva, que tendrá lugar en dos semanas, el día 23 de agosto. Entonces, se podrá contemplar la Vía Láctea de verano, «que es muy bonita porque es bastante brillante».

Las buenas condiciones climáticas, acompañadas de la ausencia de Luna, permiten deleitarse con algunas de sus zonas. Eso sí, para ello resulta esencial alejarse de los lugares con luz, como son las ciudades, pueblos o carreteras, e instalarse en los oscuros.

También en el octavo mes del año, varios planetas asomarán los hocicos y serán visibles desde la Tierra. Se trata de Venus, Júpiter y Mercurio, que se podrán observar los días 19 y 20 de agosto. El caso de Mercurio es especialmente curioso, pues estará en «la máxima distancia respecto al Sol», tal y como especifica la astrofísica.

Así, será visible justo tras la puesta del Sol, a la máxima altura que suele alcanzar el planeta en el cielo. «Mercurio siempre está muy cerquita del horizonte, entonces, ahora va a ser muy fácil verlo», ahonda.

Con las perseidas se abre un calendario de oportunidades, más allá de pedir un deseo por cada estrella cazada, para conocer y acercarse al lejano universo.

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