El mayor, Landon, se graduó de la Universidad de Missouri con una licenciatura en Administración de Empresas en Finanzas y Bienes Raíces. En 2017 se incorporó a Promus –empresa que se dedica a ayudar a las familias a preservar y aumentar su patrimonio mediante el diseño e implementación de estrategias de inversión inteligentes– donde ocupa el cargo de vicepresidente de relaciones estratégicas. Anteriormente, dirigió el área de relaciones con inversores, donde colaboró con las solicitudes de capital y las distribuciones para diversas estrategias de la compañía. Actualmente reside en California y disfruta del ciclismo de montaña, afición heredada de su padre, que llegó a subir en bici al Kilimanjaro, y la pesca.

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La despedida a Jane Pitt

«Mi querida abuela, Jane Etta, no estábamos preparados para que te fueras, pero saber que por fin eres libre para cantar, bailar y pintar de nuevo nos lo hace un poco más fácil», escribía Sydney Pitt al anunciar la muerte de su abuela, un post de lo más emotivo que iba acompañado de varias fotografías personales al lado de Jane Pitt. “Si conocías a la abuela, sabías que tenía un corazón enorme. Se preocupaba profundamente por todos y por todo, sin hacer preguntas. Me enseñó a pintar, a ser fuerte, a liderar con bondad, a amar a Jesús en todo y a encontrar alegría en las cosas más pequeñas. Inventaba los juegos más tontos solo para hacernos reír, y creía en la justicia, en poner a los demás primero y en hacer el bien simplemente porque era lo correcto”, continuaba la joven.

«Todos los años, antes del colegio, nos daba a cada uno de nuestros nietos un «día especial», que consistía en un día entero para hacer lo que quisiéramos (y papá tenía que estar de acuerdo… aunque sé que en secreto también le encantaba). El mío solía empezar con banana splits para desayunar, horas jugando a Trouble, un proyecto de manualidades, obviamente, subirnos a todas las atracciones de Silver Dollar City como la guerrera que era, cenar en Olive Garden con papá, jugar al minigolf donde hacía una V con los pies para ayudarme a apuntar… (y de alguna manera, todavía me ganaba) y terminar la noche viendo Paulie hasta que nos quedábamos dormidos», añadía Pitt.

“Podía seguirnos el ritmo a los 14 nietos sin perder el ritmo. Su amor era inmenso, y todos los que la conocieron lo sintieron. No sé cómo seguiremos adelante sin ella. Pero sé que sigue aquí en cada pincelada, cada gesto amable, cada colibrí. Era amor en estado puro. Tuvimos la gran suerte de tenerla para amarla mientras crecíamos y sé que sigue viva a través de cada uno de nosotros”, concluía Sydney Pitt.