El idilio entre el arquitecto David Chipperfield y su familia con Galicia dura dos más de décadas, siendo hoy unos de sus embajadores internacionales más destacados. Su lista de reputados proyectos y premios es difícilmente condensable en estas páginas. Para hacerse una idea, podría valer la mención al Pritzker, el equivalente a un Nobel en el mundo de la arquitectura, pero ayer recibió uno muy especial: «Hay muchos premios feos, por fin uno bonito. Este es el definitivo. Gracias, Manolo».

Con esta alegría recibía el reconocimiento de la Fundación Manolo Paz, pasando a formar parte de esta «familia artística» que la asociación del escultor cambadés empezó a crear hace precisamente una década, con la celebración de la primera edición de unas jornadas donde se entregan galardones y se disfruta de diferentes expresiones artísticas, del vino albariño –patrocinado por Paco & Lola–, las conservas gallegas y, por su puesto, de la obra de Paz, que salpica la finca donde se unen el Umia y la ría de Arousa. «Un lugar muy especial que contiene el espíritu de lo que valoramos tanto de Galicia», añadió el también «sir» inglés.

Pero a Chipperfield no le han dado el galardón por haberse construido una casa en Corrubedo (Ribeira). Casi ni siquiera por ser una de las mentes creadoras más brillantes, sino por su compromiso con un bien común, el territorio; mediante sus obras y y las iniciativas que ha impulsado para promover un cambio real, como la Fundación RIA, un laboratorio de ideas multidisciplinar que trabaja por la sostenibilidad a largo plazo del entorno construido y natural de Galicia.

«Su respeto por el territorio»

El gestor cultural David Barro, su antecesor en el premio y el encargado de presentarlo, lo señaló como garante del principio de que «un arquitecto debe ser empático. Es una responsabilidad» porque «no se trata de proteger el pasado, sino de proteger el futuro», añadió, parafraseando al propio Chipperfield. En resumidas, cuentas «su contribución va más allá de la construcción de un edificio (…). Galicia le agradece su respeto por el territorio y su deseo de preservar nuestra identidad».

El programa arrancó con una charla en la que el homenajeado y la arquitecta Sofía Blanco reflexionaron sobre la construcción con arte y conciencia. Los asistentes también pudieron disfrutar de las creaciones de Markus Linnenbrink y la música de Antía Muíño que, con su maravillosa voz, fue atrayendo poco a poco al público repartido por la finca, llenando las sillas vacías en un principio.

Entre los asistentes no faltaron autoridades como el conselleiro de Cultura, José López Campos, quien le agradeció su apuesta por la comunidad y la labor de la Fundación Manolo Paz. También estuvo el titular de Educación, Román Rodríguez; el alcalde de Cambados, Samuel Lago, y el diputado provincial, Javier Tourís, entre otras. Además de una importante cantidad de asistentes a una cita que crece cada año.