De James Cameron pueden decirse muchas cosas, pero una es incuestionable: de máquinas asesinas, el director canadiense sabe un rato. No en vano su primer gran éxito nos mostró un futuro distópico con la humanidad al borde de la extinción (y a Arnold Schwarzenegger diciendo «¡volveré!», pero esa es otra).

Así las cosas, la preocupación de Cameron acerca de la inteligencia artificial (IA) va más allá de lo habitual. Mientras el resto de los mortales tememos que las máquinas nos manden al paro, o que consuman toda el agua de nuestro planeta para hacer memes de Studio Ghibli, el cineasta está alerta por cosas como la guerra termonuclear global. Así lo ha declarado en una entrevista con Rolling Stone (vía Variety).

«Tal vez la superinteligencia sea la respuesta»

Presentando Ghosts of Hiroshima, el libro de Charles Pellegrino que próximamente llevará a la pantalla, Cameron expresó la posibilidad de que Skynet sea una realidad demasiado cercana. «Creo en el peligro de un apocalipsis al estilo de ‘Terminator’ si juntas la IA con los sistemas de armamento, incluso al nivel de los sistemas de armas nucleares, los contraataques nucleares y todas esas cosas», afirma. 

«Como el teatro de operaciones es tan rápido y las ventanas de decisión tan breves, haría falta una superinteligencia para procesarlo», prosigue. «Tal vez seamos listos y dejemos a un humano en el proceso. Pero los humanos son falibles, y ha habido un montón de errores que han llevado a incidentes que podrían habernos llevado a una guerra nuclear. Así que no sé». 

Según James Cameron, el presente de la humanidad se define por «tres amenazas existenciales: el clima y la degradación del mundo natural, las armas nucleares y las superinteligencias». «Todas ellas se están manifestando a la vez y llegando a su cénit. Tal vez la superinteligencia sea la respuesta. No lo sé. No estoy haciendo predicciones, pero podría ser». 

En declaraciones anteriores, Cameron ha expresado también su desconfianza hacia la llegada de la IA al cine, aunque también confía en usos para esta tecnología que no impliquen despidos masivos ni usurpaciones de la propiedad intelectual.  «Se trata de reducir a la mitad el tiempo que les lleva terminar un plano para que tu ritmo sea más rápido, tu producción sea más rápida y los artistas puedan seguir adelante haciendo más cosas chulas», explicó.