Antonio Banderas.Lynn Goldsmith/Getty Images
El recordado “Antonio, te quiero una jartá” que le dedicó Melanie Griffith en un verano en Marbella a Antonio Banderas (Málaga, 1960), su hoy exmarido, bien podría hacer entender cuánto lo quiere la gente que lo conoce bien. “Antonio es cercano y profundamente humano. Tiene esa capacidad de escucharte de verdad, de interesarse por tu opinión o por cómo te sientes. Es alguien con quien puedes hablar de todo, desde lo más profundo hasta lo más absurdo y reírte sin parar”, nos dice Azahara Margón, amiga desde hace años del actor malagueño, con el que ha trabajado en el Teatro Soho. “Como jefe es apasionado, exigente y tremendamente inspirador. Tiene una visión muy clara de lo que quiere, pero deja espacio para que aportes, para que crezcas”, añade. En esa opinión coincide también Arturo Díez Boscovich, director de la Orquesta Larios Pop del Soho y al que Banderas conoció en 2017. “Es generoso, empático y muy atento. Es la fuerza y el ímpetu, pero también la dulzura y la ternura de un niño soñador. Tiene una energía que llena cualquier espacio, pero cuando estás a solas con él, es sereno, reflexivo, incluso tímido en ocasiones. Como jefe es exigente, pero justo. Sabe lo que quiere y no se conforma con menos de la excelencia. Es un líder natural”, cuenta.
Por su parte, Sandra García-Sanjuán, fundadora de la Gala Starlite, lleva más de 15 años colaborando con el intérprete. “Construir este proyecto benéfico con él ha generado entre nosotros un vínculo sincero y profundo. Es una de las personas más generosas, comprometidas y auténticas que he conocido en mi vida. Tiene una enorme sensibilidad, un sentido de la responsabilidad y una genialidad que lo hacen único”, explica la empresaria. Con tanto halago, preguntamos a sus amigos si el actor tiene algún defectillo. “Si tiene alguno, se lo perdonamos rápido”, bromea Margón. “A veces va tan rápido, con tantas ideas en la cabeza que hay que correr para seguirle el ritmo”, añade. “Puede ser un poco impaciente. Cuando algo le entusiasma, quiere hacerlo ya. Pero incluso eso tiene su lado positivo, porque te empuja a estar a la altura”, apostilla Díez Boscovich.
Actor reconocido y empresario de éxito, hay dos cosas por las que Banderas se desvive: su familia y su tierra. “Con Nicole (Kimpel, su pareja) es puro amor y cuando habla o está con Stella (su hija) se le iluminan los ojos. Tiene un respeto profundo por los suyos, por sus raíces. Es muy protector con su gente”, revela Azahara. “Con su hija se le nota el orgullo en cada palabra. Y cuando habla de sus padres, especialmente de su madre, se ve el respeto profundo que le despertaban. Está muy unido a su hermano Chico. Se quieren mucho. Es un hombre de familia”, recalca el director de orquesta. “Lleva a Málaga en el alma. Recuerdo una cena hace unos 25 años en su casa de Los Ángeles en la que estuvimos toda la noche escuchando de fondo la música de las procesiones de Semana Santa que acompañan al trono de Lágrimas y Favores. Hablaba con nostalgia y orgullo de su tierra y se le aguaban los ojos. Es el mejor embajador de Andalucía y de España en el mundo”, dice sin dudarlo García-Sanjuán. “Su tierra lo es todo. Málaga no es solo su origen, es su motor, su inspiración constante. Lleva a Málaga en cada proyecto y lo más bonito es que lo hace desde el amor, no desde la obligación”, recalca Margón.
Si hay una palabra en la que todo el que conoce al actor coincide a la hora de definirlo, esa es humildad. “Es como lo ves: educado, afectuoso, con los pies en la tierra. No necesita fingir nada porque su autenticidad es su mayor fuerza”, responde Arturo. “No finge. Tiene una coherencia entre su esencia y su imagen pública que es admirable. Si tuviera que definirlo en una frase, te diría que Antonio es pasión que inspira, talento que conmueve y corazón que abraza”, remata Margón.