Adel Pinna, Antonio Brazos o Francisco Ger son algunos de los delineantes o maestros de obras que han figurado en las últimas décadas como autores de algunos de los edificios más emblemáticos de Badajoz. Sin embargo, una investigación de la documentalista Emiliana Habela, ha certificado que todos ellos fueron obra de una saga de arquitectos pacenses, «los gloriosos Vaca».
Precisamente, ese es el título que ha escogido para la trilogía que ha elaborado de la mano de Fundación CB. Es fruto de 17 años de trabajo de investigación recorriendo miles de kilómetros para conseguir demostrar que Francisco Morales, Ventura Vaca y Francisco Vaca fueron sus autores.
El comienzo de una saga
La historia de estos tres profesionales comenzó en 1848 cuando Morales llegó a Badajoz desde Salamanca con una cátedra de Matemáticas. Además, la Real Academia de las Bellas Artes de San Fernando le había reconocido como maestro arquitecto. Con esa formación y ante el estado de deterioro en que se encontraba la ciudad se postuló como arquitecto titular. El consistorio da su aprobación y realiza el nombramiento. Este es el punto en el que comienza una de las etapas más renovadoras de la estética y arquitectura de Badajoz.
Sin ir más lejos, este salmantino fue el responsable de diseñar el palacio municipal, actual sede del ayuntamiento, por el mal estado de las Casas Consistoriales. Asimismo, fue el diseñador del teatro López de Ayala original y quien proyectó el cementerio de San Juan, de muchos de sus panteones y de su capilla.
Imagen de la fachada del palacio municipal, sede del Ayuntamiento de Badajoz. / Santi García
Su yerno, Ventura Vaca, siguió sus pasos. «Lo contrataron como arquitecto de Distrito, arquitecto ayudante,y era obligatorio estar dos años a sus órdenes para poner en práctica la profesión siguiendo sus directrices», relata Emiliana Habela, autora de esta investigación y bisnieta de Ventura Vaca. Juntos realizaron muchos proyectos a lo largo de toda la provincia. Y tiempo después, tomó el relevo a su suegro, Francisco Morales.
Vaca firmó gran parte de los edificios modernistas de la ciudad. Fue el responsable de levantar la sede del casino en la calle Obispo San Juan de Ribera, actual sede de la diputación, el Edificio Metálico, el templete de la música del paseo de San Francisco o Las Tres Campanas, entre otras creaciones.
Detalle de la fachada del edificio de Las Tres Campanas diseñada por Ventura Vaca. / Santi García
Los guiños de Ventura Vaca
En este último, incluyó tres campanas en un adorno que culmina el edificio haciendo referencia a su nombre: «Era una seña de identidad, en todas los edificios hacía un guiño a la familia, a su escudo de armas o a su profesión», cuenta Habela. Otro ejemplo de personalización de los proyectos se encuentra en las rejas con forma de arpas en el templete de San Francisco o en el salón noble del Casino, ambos construidos para interpretar música. Esto se repite en otros edificios modernistas de la ciudad hechos por él. Muchas de las calles del Casco Antiguo cuentan con proyectos de estilo modernista de Ventura Vaca aportándoles un encanto especial.
La saga de arquitectos la completó su hijo, Francisco Vaca Morales. Fue el tercer miembro de la familia en tomar la profesión y en desarrollar grandes construcciones en Badajoz. Su obra fue muy prolífera en cuanto a las viviendas particulares, aunque quizás menos vistosas, ya que el contexto en el que se levantaron era muy distinto: «La posguerra hizo que los diseños fueran mucho más sencillos y funcionales. La escasez económica se reflejaba en la arquitectura», afirma Habela. El estilo racionalista es el que define a este arquitecto y uno de sus máximos exponentes fue el edificio de la cámara urbana, muy conocido porque en él se ubicó la sede del sindicato UGT durante décadas.
Edificio de la cámara urbana, sede del sindicato UGT durante décadas, diseñado por Francisco Vaca Morales. / Santi García
Arquitectos en exclusiva
Desde 1848 hasta 1917 Francisco Morales y Ventura Vaca fueron los arquitectos provinciales de Badajoz. «Eran los únicos en toda la provincia. Entonces solo Madrid, Barcelona y Valencia tenían más de un arquitecto», cuenta Emiliana Habela. Esto hizo que su actividad se multiplicara. «Los medios de transportes de la época les impedía estar en varias construcciones a la vez en poco tiempo y por eso se le da autorización al delineante para que la actividad en Badajoz continuara», explica Habela. Eso provocó que se atribuyeran durante décadas muchos de sus edificios a maestros de obra, ingenieros o delineantes.
Durante 17 años esta documentalista ha recorrido importantes archivos de todo el país para poder justificar que fueron ellos quienes los diseñaron. Entre otros, al archivo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid.
Este laborioso trabajo lo ha hecho con un único fin: «Es un homenaje a ellos, que no iban a pasar a la posteridad», señala la autora. Desde niña ha vivido en su casa el disgusto de su madre y de sus tíos ante la atribución de las obras a otros trabajadores. Igualmente, apunta que «sería de justicia que Francisco Morales y Ventura Vaca tuvieran una calle», al igual que ya tiene Francisco Vaca en Valdepasillas. Al mismo tiempo, afirma que podría estudiarse «una estatua en conjunto» en la ciudad para aquellos que «marcaron la tendencia y la estética de Badajoz durante tanto tiempo». Por el momento, ella ya ha realizado su propio tributo a los «gloriosos Vaca» como su abuela los mencionaba y que ha sido el título para esta obra que «hace justicia».