Madrid

Es curioso lo que encontramos cuando sabemos mirar. A veces solo hay que buscar otra perspectiva, otras hace falta usar máquinas para ver más allá. Pero siempre encontramos cosas insospechadas. Holbein lo sabía bien y por eso escondió una calavera en su cuadro Los Embajadores. Para verlo tienes que situarte en un punto muy concreto en una esquina.

En el arte, encontrar cosas ocultas es muy común, aunque no siempre son pistas ocultas intencionadamente. A veces al analizar un cuadro encontramos errores que su creador intentó ocultar. Algo así descubrió Jaime García-Máiquez, investigador del gabinete técnico del Museo del Prado, cuando radiografiaron a La condesa de Chinchón, de Goya. «Empezaron a verse piernas por donde no deberían verse, saliendo de los hombros de la condesa» cuenta en el programa A Vivir, con Lourdes Lancho.

Esta obra de Francisco de Goya esconde la historia de tres cuadros distintos. Comenzó pintando al duque de Alba, pero no debió triunfar en el mercado y acabó tapándolo con un retrato de Godoy. De nuevo no quedó satisfecho y le dio la vuelta al lienzo para terminarlo con La condesa de Chichón, que hoy se expone en el Museo del Prado.

El reaprovechamiento, una práctica entre artistas

Pero Goya no era el único que practicaba el reaprovechamiento de lienzos. Imaginad la sorpresa que debieron darse en el gabinete técnico cuando, al analizar un cuadro de Rubens, se encontraron lo que parecía ser un retrato anónimo de Velázquez.

Aunque no se puede asegurar su autoría, porque podría ser del taller del artista, Jaime García-Máiquez asegura que hay indicios serios de que sea una obra del famoso pintor. A Rubens ni siquiera le hizo falta tapar la pintura de su amigo, aprovechó sus tonos para crear su propio retrato.

Diego Velázquez es precisamente uno de los artistas más curiosos de analizar a través de su arte. La evolución de su técnica es tan grande que el experto asegura que si comparamos sus primeros cuadros con los últimos «son dos artistas distintos, si no hubiera sido famoso ya entonces no podríamos vincular ni siquiera técnicamente estas dos pinturas» afirma el experto. Por lo tanto, necesitan conocer su vida para poder comprender el cambio a lo largo de su carrera.

Aunque su cercanía con Rubens pueda engañar, Velázquez no era muy amistoso con otros artistas que pudieran opacarle. Incluso se hablaba de una «mano negra que estaba frenando a muchos artistas muy buenos que no llegaban a destacar en la corte» cuenta Jaime García-Máiquez. Aunque ese sigue siendo un misterio que quizá algún día resolvamos.