Sergio Otegui (Zaragoza, 1989) estudió Comunicación Audiovisual, Publicidad y Relaciones Públicas, en su vida profesional se dedica al marketing y a crear contenido sobre viajes en su blog ‘Nada incluido’. Hace unos pocos años sintió que tenía que escribir para él porque esta historia solo la podía contar él. De esa contingencia nació ‘Villaventosa’, una historia inspirada en el cierzo, donde todo parece tan irreal como cierto, y que va ya a por su segunda edición.

-Una vez que han pasado unos meses desde la publicación, ¿qué valoración hace de la experiencia?

-Al principio, es una prueba de salir y ver cómo la gente reacciona a algo que tú consideras que está bien, porque estás en tu burbuja y escribes lo que a ti te gusta, pero puede que eso luego no le interese a nadie. Hay otra guerra que es que te lo distribuyan bien, que llegues a las librerías, que te recomienden o que los medios se interesen. Cuando eres autor novel en una editorial pequeña es todo infinitamente más complejo. Esa parte no ha sido tan bonita, aunque es verdad que compensa. La verdad es que la sensación está siendo muy buena y quienes lo están leyendo están disfrutando mucho. En el libro hay mucho simbolismo, parece que estás leyendo un cuento de un pueblo donde hace tanto viento que te puede matar en cualquier momento y la gente caza la comida al aire, pero detrás de cada elemento se reflejan todas las cosas que hoy en día me preocupan, lo que pasa es que las he contado de una manera somarda, intentando que con humor puedan calar. Es una novela entretenida, pero no es una novela para nada superficial.

«Fue un flechazo desde el minuto uno, vi que la literatura era el sitio donde quería estar»

-¿Cómo ha sido el proceso de escritor novel en busca de su primera publicación?

-En realidad me dedico profesionalmente a la escritura, siempre he escrito para clientes. Pero llegó la pandemia y a mí me surgió la frustración de que hacía tiempo que no escribía para mí. Entonces, me apunté a un curso de escritura creativa en Zaragoza y ahí empecé a hacer una incursión en la escritura más literaria. Fue un flechazo desde el minuto uno, vi que era el sitio donde tenía que estar y que era una cosa que tenía que seguir desarrollando. Me surgió la idea de ‘Villaventosa’ como proyecto final del curso y la saqué adelante allí. Fue muy bonito todo ese proceso. El de búsqueda de editorial fue más frustrante. Está el mercado muy saturado. Al final, la propia escuela montó su editorial, Milmadres, y decimos sacarla con ella.

-¿Hay que ser resiliente para iniciarse en la literatura hoy en día?

-Hablo desde mi minúscula experiencia, pero la literatura está en un sistema muy capitalista, las editoriales ante un mercado saturado y lo que quieren es un rendimiento inmediato. Si un libro llega a una librería y al mes no ha funcionado es que ni a la librería le interesa, ni a la editorial, ni al propio autor. Yo creo que eso ha contaminado todo el sistema y hay una parte muy importante de resiliencia. Hoy en día, las editoriales buscan números de base, si eres un creador de contenido con una cierta comunidad, independientemente de la calidad literaria, lo vas a tener más fácil. Yo tengo un blog bastante grande, pero sin mucha comunidad en redes, así que lo único que puede llamar la atención a una editorial es que lo que hayas hecho esté bien, y eso es trabajo y constancia.

Sergio Otegui con su libro 'Villaventosa'

Sergio Otegui con su libro ‘Villaventosa’ / Sergio Otegui

-El escritor Julio Espinosa describe ‘Villaventosa’ como «una escritura que está entre Berlanga y Wilder, con un toque Pixar de fondo», ¿está definiendo el particular carácter somarda aragonés?

-Es que, en realidad, yo soy muy somarda y por eso la novela es una comedia, pero no porque quiera hacer reír; el personaje no hace nada, no es gracioso, es una persona normal que vive en un mundo raro y el humor viene de que él comparte la realidad extraña de su mundo y el lector, ante una situación tan absurda, se puede reír. Lo que sí es cierto, es que el pueblo de Villaventosa es un monumento a la resiliencia, que al final la novela para mí es eso: reflejar la capacidad que tiene el ser humano de aguantar cualquier cosa. El ser humano es resiliente por naturaleza y ‘Villaventosa’ es un resumen de eso.

-Por analogía, ¿Zaragoza también es un ejemplo de resiliencia?

-Villaventosa es un lugar imaginario, pero sí que, evidentemente, estoy muy condicionado por nuestra ciudad, por el cierzo y por lo duro que puede ser a veces vivir aquí. El zaragozano es muy de Zaragoza y el aragonés muy de Aragón y eso es muy nuestro, acabas aprendiendo a vivir con los defectos de una tierra y con todas sus virtudes. ‘Villaventosa’ habla de quedarte en un sitio, cueste lo que cueste, y por eso el protagonista se plantea irse. Lo que pasa es que es el único que se lo plantea. Es lo que pasaría en su momento en el Sobrarbe o ahora mismo en Teruel, que la gente tiene tal falta de oportunidades que se plantea irse.

-Humor y realismo mágico caracterizan este libro. Usted, como experto en viajes y que se ha acercado a distintas culturas, ¿cree que a veces cuesta distinguir lo que es real de lo que no en la sociedad actual?

Me cuesta definir el estilo del libro porque no es fácil reducirla, pero es cierto que la realidad que he creado en ‘Villaventosa’ está pensada para que pudiera pasar. Hace dos años tuve la oportunidad de vivir, por ejemplo, con los gunas en Panamá, son una tribu muy cerrada. Yo veía el sistema de funcionamiento de la isla por dentro y me parecía una comedia, pero para ellos es su vida. Era absolutamente extraordinario. También, el mundo ha llegado a un nivel que ya nada sorprende, si te dicen que cuatro vacas han volado y han caído en la mitad de Zaragoza no nos parecía raro, estamos acostumbrados a cosas extrañas continuamente.

-Además de ‘Villaventosa’, ¿qué otros libros no podemos olvidar meter en la maleta este verano? Y desde ‘Nada Incluido’ –su blog de viajes-, ¿qué lugares recomienda para disfrutar esas lecturas?

-Voy a decir una novela que es verdad que la leí hace poco, aunque es viejísima, y me impresionó: ‘El planeta de los simios’. Representa muy bien el mundo en el que vivimos porque hay un desarrollo tecnológico que nos está haciendo poder vivir sin necesidad de usar el cerebro. Y ahora mismo estoy leyendo una novela que me está gustando especialmente. Se llama ‘Canción Dulce’, es la historia de una niñera en París y me está impresionando muchísimo. En cuanto a lugares, recomiendo la zona de los Balcanes. De hecho, hay un libro que me alucina, se llama ‘La piedra permanece’ y cuenta la historia de Bosnia de una manera que ojalá yo algún día pudiera escribir una novela de viajes así.