Con su planta libre y fluida, decorada con muebles diseñados por ellos mismos y llena de color, la casa sintetizaba el modo en el que los Eames veían la vida moderna, que debía ser flexible, práctica e íntimamente ligada a la naturaleza.

Hoy, las obras de arte, los objetos traídos de diferentes viajes al extranjero, los arreglos florales, los textiles de colores, los juguetes y los muebles diseñados por la pareja, que se mantienen en su hogar de toda la vida, son una ventana excepcional a su forma de entender la vida y el diseño. Incluso el propio jardín en sí es parte de la experiencia sensorial a través del aroma de los eucaliptos que lo rodean, el juego de luces y sombras en las paredes de vidrio y las vistas al océano Pacífico.

Ray y Charles Eames, una pareja icónica

Charles y Ray se conocieron en la Universidad de Cranbrook, donde él impartía Diseño Industrial y ella atendía la clase. Sin embargo, ni el hecho de ser profesor y alumna, y ni siquiera el que Charles estuviera casado pudieron interponerse en su fulgurante amor, que se selló con el matrimonio al año de conocerse.

Al poco de estar juntos, nació su particular y reconocido universo creativo, que incluyó numerosos muebles, arquitectura, juguetes y hasta más de 75 películas. Como la mencionada Powers of Ten (1968), donde explican la interrelación de las escalas en un discurso que abarca desde los quarks hasta el cosmos.

Los Eames, que querían democratizar el acceso al diseño, fueron pioneros en el uso industrial del plástico.

© Eames Office

Sus primeras piezas, como la Plywood Chair (1946) o La Chaise (1948), fueron éxitos comerciales que además les granjearon gran admiración entre sus colegas por sus innovadoras técnicas. En los años 50 produjeron la silla Wire, la Lounge, las variaciones de sillas de plástico DAX, DAW y DAR (fueron pioneros en el uso industrial de este material) y su famoso mobiliario de oficina, siempre para Vitra.