Por alguna extraña razón, en los larguísimos días del verano, con más tiempo muerto que un final apretado de baloncesto, el ir al cine no está entre las actividades preferentes, y debería de ser un plan imbatible: un lugar fresco, oscuro, donde no te dan … mucho la lata y donde, si eres niño, hay ‘barra libre’ de chucherías y ‘pisicolas’. El estreno estos días de dos películas apropiadas para la infancia y que aguantan bien lo absurdo de la mirada adulta, buscan su acomodo en el fatigoso tardeo de la ciudad y aledaños. Una es española y secuela, ‘Los futbolísimos 2. El misterio del tesoro pirata‘, y la otra, que se estrena la próxima semana, es alemana y también secuela, ‘Los Súper Elfkins‘. Una posibilidad de vía de escape, un alivio, para la hora ya inevitable y rosácea del Aperol spritz.

Al lector/lectora que aún no se afeite/depile tal vez le interesa saber que ese equipo infantil del Soto Alto, de Sevilla la Chica, tiene una nueva aventura deportiva, social y sentimental, y que como la primera utiliza a los adultos, padres, profesores, policías y villanos, para reírse un poco de ellos. Las diferentes tramas son blancas como un fiesta ibicenca, aunque de un blanco puro, sin mil rayas, y con unos niveles tolerables de malicia, a pesar de que haya en su argumento constructores corruptos, dinero sucio, un equipo de fútbol, Los Justos, aún más sucio y un personaje poco ejemplar, el de la niña delincuente, que le aporta sensación de dureza a lo blandito de la historia.

Hay muchos actores infantiles, incluso el protagonista, Pakete, es el narrador, pero tiene más interés (al menos, para los no muy niños) comprobar como los actores adultos hacen grandes esfuerzos para que su nivel interpretativo esté a la altura de los ojos de la infancia. Joaquín Reyes, Carmen Ruiz, Arturo Valls, Miguel Ángel Muñoz, William Miller y el resto tienen la difícil misión de resultar graciosos a los chiquillos desorbitando su torpeza, su bobería y sus ridículas pasiones. No es fácil hacer sus papeles mientras, precisamente, pierden los papeles.

Crítica de ‘Los Súper Elfkins’

En cuanto a la alemana ‘Los Súper Elfkins’, una película de aseada animación dirigida por Ute von Münchow-Pohl, propone también una nueva aventura de estos personajillos diminutos, que viven entre los humanos sin que estos los vean y que tiene como misión en la vida la de ayudar a los demás. Y como no es mal propósito para írselo inculcando a la infancia (siempre con cierta moderación y ojo), resulta una película instructiva, pues todos los personajes están construidos con eso que se llama ‘buena pasta’, incluso los nuevos Elfkins aventureros y gamberros, que solo piensan en divertirse a costa de los humanos botarates, entran dentro de lo atractivo y comprensible para el ojo de la infancia.

La protagonista es una joven Elfkins, Helvi, que necesita mucha más diversión que la que le proporciona su tradicional y rutinario clan, y se vuelca con los recién aparecidos Súper Elfkins, siempre en busca del riesgo y de actos ilegales, como robar caramelos y hacer trastadas. Para los niños espectadores, las aventurillas y las persecuciones y gamberradas serán suficientes para mantenerlos entretenidos y divertidos, y a los que paguen las entradas no les resultará difícil conectar lo pueril de las tramas con asuntos de algo más de calado, como las brechas generacionales, lo positivo de librarse de corsés y de luchar por tus ideas, es decir, esas cosas que ya solo se ven con madurez en el cine infantil.