El BBVA se enfrenta esta semana a una de las decisiones más difíciles de los últimos años: seguir adelante con la opa sobre Banco Sabadell, a riesgo de no obtener los frutos esperados, o hacer una retirada estratégica ante el cambio de escenario que supone el bloqueo del Gobierno y la venta de TSB.
Carlos Torres y su equipo no dudaron en seguir adelante con la operación el pasado 30 de junio, tras asumir que el bloqueo durante al menos tres años de la fusión que impone el Ejecutivo retrasaría las sinergias que aporta la integración de BBVA y Sabadell.
Pero la salida de la ecuación de TSB, la filial británica de Sabadell, priva al banco vasco de un negocio que podía dar muchos beneficios a futuro, con una entidad fusionada que estaría en el top del sector financiero europeo.
El reparto millonario de dividendo que supone esa operación (2.500 millones) ha unido a los accionistas en torno a la actual dirección del Sabadell en una demostración de fuerza que no anima a los más críticos con la opa dentro del BBVA.
Ese dinero extra y el planteamiento agresivo del reparto de dividendos, de 6.300 millones en tres años, ha servido para apuntalar con dinero el respaldo político y empresarial logrado por la entidad catalana desde Moncloa y desde la Generalitat.
En la decisión final pesa, además, otro hándicap importante. Todo el mercado da por hecho que BBVA sólo puede recuperar las riendas de la situación si presenta un folleto en septiembre con una mejora sustantiva del precio.
La evolución en estos 15 meses de culebrón desde que se lanzó la opa ha dado la vuelta a la oferta inicial. La ha dejado un 6% por debajo del valor actual del Sabadell en el mercado.
Los analistas no sólo esperan un canje más favorable entre acciones del previsto (una de BBVA por cada 5,3 del Sabadell), sino también una parte mayor de los 0,70 euros por título que se pagarían en metálico.
Desde BBVA se han mantenido firmes en que la oferta planteada no se va a mover. Con todo, los buenos resultados y el exceso de capital en más de 4.000 millones que presenta el banco azul dan pie a pensar en un golpe de efecto final en el precio para sacar adelante la opa.
BBVA presentó a finales de julio un beneficio semestral de 5.447 millones de euros, con un ritmo de crecimiento del 9%. Ese dato le mete en un club selecto de entidades capaces de ganar más de 10.000 millones al año.
Banco Sabadell ganó 975 millones en los seis primeros meses del año, un 23% más que en el mismo periodo del ejercicio anterior.
La integración de ambos negocios crearía un líder europeo, en un momento en el que la Eurozona se enfrenta a unos retos geopolíticos que exigen entidades de envergadura. Las inversiones previstas en defensa, tecnología y reindustrialización serían un negocio a su alcance.
No obstante, el propio consejero delegado de BBVA, el turco Onur Genç, avisó a las claras la semana pasada de que la operación sólo se haría si los números de la entidad conjunta salen bien.
Por si acaso, el banco entró en esa lucha por el reparto de dividendo y mostró un plan a cuatro años, sin contar con el Sabadell, en los que BBVA ganaría 48.000 millones de euros, de los que se repartirán entre los accionistas 36.000 millones.
Los analistas no descartan que el banco desista de la operación avalado por la ley de opas, tras haber cambiado las cifras de forma sustancial en la recta final del proceso.
El riesgo reputacional que supondría este movimiento sería considerable para la cúpula de la entidad. Pero, tal vez, sería más grave no lograr el 50% del capital en la opa tras un esfuerzo titánico de año y medio.
Hay que tener en cuenta que, de seguir adelante con la operación, se entraría en un escenario de BBVA contra todos: Sabadell, el Gobierno, la Generalitat, los empresarios catalanes y hasta los sindicatos, temerosos de los ajustes laborales a largo plazo.
Cabe además que BBVA vaya a por todas y recurra al Tribunal Supremo para congelar un año las condiciones del Gobierno. Un proceso en el que le avalan la mayor parte de los expertos en competencia y hasta la Comisión Europea, que ha abierto expediente a España por el caso.
El sudoku al que se enfrentan los responsables del banco es difícil de resolver y tiene mil aristas. Siempre se ha dicho que una retirada a tiempo es una victoria. Pero también que solo el que resiste gana.