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Cientos de niños vuelven a asistir a la tortura de seis toros en la plaza de Palma gracias a PP y Vox: "Es adoctrinamiento"
TToreo

Cientos de niños vuelven a asistir a la tortura de seis toros en la plaza de Palma gracias a PP y Vox: «Es adoctrinamiento»

  • 11/08/2025

Cabalgata fue a morir al callejón. Palpó con la cornamenta el ancho que había entre las tablas y se coló por el burladero. Un hombre con montera y traje de luces que aguantaba un capote con la mano izquierda le agarró del rabo con la derecha. El toro tiró con más brío y, semioculto tras la barrera, caminó algunos metros, lento y torpe. En el tendido se escucharon risas, algunas; pitos, muchos; y hubo quien se puso de pie para gritar un “¡quiero mi dinero!” La suerte del animal estaba echada, la tortura no se podía rebobinar y más temprano que tarde su cuerpo diría ‘basta’. Le habían clavado banderillas y picas, un estoque de acero de ochenta y ocho centímetros le atravesaba el lomo. Pero aquellos quinientos kilos de músculo y tendones, cubiertos por una brillante piel retinta, no encontraban el momento de desplomarse. Una agonía ensangrentada. El toro encontró otro burladero y asomó el morro. Una, dos, tres puñaladas en la sien. Morante de la Puebla le estaba esperando para darle la puntilla. La plaza, donde había cientos de niños, aplaudió con bastante menos ímpetu con el que, minutos antes, había vitoreado el himno de España.

La Defensora de la Ciudadanía de Palma cuestiona la promoción de corridas de toros entre menores

La Defensora de la Ciudadanía de Palma cuestiona la promoción de corridas de toros entre menores

Los menores de dieciséis años volvieron anoche al Coliseo Balear. En Inca, la última Semana Santa, ya pudieron entrar, teóricamente, acompañados de un tutor legal, pero la de Palma supuso escenificar un cambio de época: la reforma legislativa que aprobaron PP y Vox en noviembre de 2024 llegaba al coso taurino más importante del archipiélago. Era un espaldarazo para sus impulsores y partidarios. Los que comparecieron este jueves en la corrida no podían evitar sonreír. Entre ellos, el conseller que en el último pleno del Consell de Mallorca equiparó el gasto de dinero público “en putas y cocaína” de algunos cargos del PSOE con “las subvenciones” que el PP balear otorga a entidades que defienden y fomentan el uso “del catalán”: Toni Gili.

En la terraza de uno de los bares que daban servicio y hacían caja frente a las puertas del recinto taurino, Gili tenía corrillo propio. Besaba mejillas, apretaba manos, no paraba de saludar, auguraba, con tono de entendido, “una buena corrida de los Domecq”, la ganadería que aportaba las reses. Cuando cruzó la calle camino a los arcos neomudéjares que proyectó hace un siglo el arquitecto Gaspar Bennázar, el político ultraderechista debió escuchar a las gargantas que gritaban a su espalda: “Asesinos”. Pum. “Cobardes”. Pum. “Abusadores”. Pum. Los adjetivos se encajaban en las síncopas de una batucada.

Toni Gili, polémico 'conseller' de Vox en el Consell de Mallorca, camina por los alrededores de la plaza.

El primer animal asesinado de la noche intentó huir al burladero mientras un torero trataba de impedirlo.

“Sabemos que el 70% de la población está en contra de la tauromaquia: reivindicamos que se deje de practicar y subvencionar. Y, más ahora, estamos señalando que nos parece un acto de adoctrinamiento muy grave para los menores. Se van a matar a seis animales que sienten, se van a amputar miembros… y estamos obligando a niños a verlo. Es educar sin empatía”, explicó Marina Sánchez, una de las representantes de Satya.

Sabemos que el 70% de la población está en contra de la tauromaquia: reivindicamos que se deje de practicar y subvencionar. Y, más ahora, estamos señalando que nos parece un acto de adoctrinamiento muy grave para los menores. Se van a matar a seis animales que sienten, se van a amputar miembros… y estamos obligando a niños a verlo. Es educar sin empatía

Marina Sánchez
— Representante de Satya

Además de esta asociación, centrada en la defensa de los derechos de los animales, también impulsaron la protesta otros colectivos, como la Fundación Franz Weber (que quiere proponer que se retire a Palma de la lista de ciudades amigas de la infancia por considerar “cómplice” a su Ayuntamiento de la celebración de las corridas) o Arran. La organización juvenil de la izquierda independentista denunció en sus redes “cargas policiales” y “la detención de una compañera” por parte de la Policía Nacional.

El reguero de sangre que dejó 'Cabalgata' cuando arrastraron su cadáver fuera del albero.

Un taurino dedica una peineta a la protesta.

“Todavía hay quien piensa que en Palma no hay corridas de toros”

No fue una concentración multitudinaria, sin embargo. En su momento álgido, un centenar de manifestantes. Eran una minoría comparada con la masa humana que iba llegando a una plaza que no se llenó del todo, pero donde, como asegura su web oficial, “caben más de 11.000 espectadores”. ¿Sensación de fracaso? “Hay mucho desconocimiento”, argumenta Marina Sánchez, “todavía hay quien, estando en contra de esta tortura, te pregunta con sorpresa si en Palma hay toros”.

–¿Echáis de menos que los partidos que en 2017 prohibieron la entrada de menores y trataron de abolir la tauromaquia en las Illes Balears estuvieran hoy detrás de estas pancartas?

–Sabemos que hay una ILP a nivel nacional que está en marcha, y es verdad que Més y el Grupo Mixto están muy a favor de que se tenga que abolir, pero nos falta más apoyo. Mucho más apoyo. Es un tema que hay que poner sobre la mesa… para arreglarlo realmente.

Aspecto del Coliseo Balear, justo al inicio de la corrida.

Carteles y pancartas en protesta por la celebración de la corrida de toros.

Las fuerzas de centroizquierda comenzaron a perder el pulso para acabar con la tauromaquia en Mallorca –la única isla del archipiélago donde todavía existen cosos – en 2019. El Tribunal Constitucional, a instancias del Gobierno central del PP, anuló entonces los artículos de la ley impulsada por el primer Govern de Francina Armengol (PSOE) para evitar que se picara con lanzas, se aguijoneara con banderillas y se diera muerte a la res con el estocazo final. Los toros a la balear, como se apodó a estas corridas sin sangre, tuvieron una vida efímera, apenas dos años.

Los toros a la balear, como se apodó a estas corridas sin sangre, tuvieron una vida efímera, apenas dos años. El Tribunal Constitucional, tras un recurso del Gobierno central del PP de Mariano Rajoy, tumbó la normativa del Govern de Francina Armengol

El contexto ahora es otro. Anoche, en el Coliseo palmesano, aquellas políticas de la izquierda parecían prehistóricas y, en cambio, muy saludable la pasión que sienten los espectadores a los que sus padres les pagaron una entrada a precio de saldo (9 euros), comparado con lo que costaba el tique más barato para los mayores de dieciocho (48). Si se preguntaba a los adultos, de veinte a setenta, era difícil rascar respuestas –“prefiero no opinar”, “¿pero qué problema hay en que vengan los menores?”, “he visto chicos también en la concentración de los antitaurinos, ¿no se dan cuenta de que los están metiendo en un entorno tóxico?”, “a mí me hubiera gustado venir estos años y no he podido”–, así que convenía escuchar, de refilón, a los niños.

Dos hermanos están junto a los vomitorios que conducen al tendido. Se han separado un poco de la familia. El mayor tendrá, como mucho, diez años. El menor, poco más de seis. Se muerden las uñas. Dan saltitos de emoción. “Castella me da lo mismo, pero si vemos a Morante o a Manzanares va a ser increíble. Hoy va a estar guapo. Son toros de verdad, los de Inca fueron muy xerecs”, dice en catalán con marcado acento mallorquín el hermano mayor de pueblo. Miran una de las puertas laterales del recinto como quien mira el mostrador de una tienda de chucherías. Aquella verja donde han fijado los ojos los niños se abrirá para que entren las furgonetas con los cristales tintados de las que verán bajar a sus ídolos vestidos de luces, unas furgonetas idénticas al vehículo donde sucede gran parte del metraje de Tardes de soledad, la película que Albert Serra le dedicó al peruano Roca Rey, con la que hace un año ganaba la Concha de Oro en San Sebastián y que se catalogó como recomendada para mayores de dieciséis.

Dos hermanos -el mayor tendrá, como mucho, diez años- charlan en la plaza de toros. ‘Castella me da lo mismo, pero si vemos a Morante o a Manzanares va a ser increíble. Hoy va a estar guapo. Son toros de verdad’, dice uno. Miran una de las puertas laterales del recinto como quien mira el mostrador de una tienda de chucherías

La piel colorada de 'Cabalgata', en carne viva después de clavarle el estoque.

Camisas pastel y pantalones en tonos claros, el atuendo oficioso de una parte del público para entrar en el Coliseo Balear.

Los toros muertos no se pueden fotografiar

“Si se prohíbe que vengan los niños, ¿cómo va a haber un relevo? Ellos están llamados a mantener viva esta fiesta, con tantos años de tradición”. La frase se pronuncia con cadencia sevillana. María Teresa y Salvador son dos jóvenes “del mismo centro” de la capital de Andalucía que andan de vacaciones en la isla. Tienen “relación, por familia, con ganaderos y gente de campo, la que mejor entiende y más valora a un animal que vive, muy bien, cuatro o cinco años con el objetivo de que lo lidien en una plaza”. A ambos, claro, les encanta la tauromaquia y con respeto, casi en silencio, esperan a que lleguen los toreros. Son la excepción porque cuando lleguen los toreros, llegará la euforia. La puerta de arrastre será un caos berlanguiano y nadie prestará atención a otra furgoneta, rotulada con el nombre de una empresa cárnica, que quedará aparcada cerca de la muchedumbre. En su caja, un toro mecánico introducirá el cadáver de Cabalgata, y luego los de los otros cinco toros ajusticiados: Bruñidor, Camelio, Vapuleo, Jarzoso y Licencioso. Los mozos de la plaza tratarán de exigir que no se disparen las cámaras de la prensa en el mismo sitio que, apenas una hora antes, fue un enjambre de retratos.

Los mozos de la plaza trataron de evitar que se fotografiara a los toros muertos.

Un toro mecánico subió a los toros inertes al camión que los sacó de la plaza.

Palmadas en las hombreras, “maestro, una foto con la niña”, la cara de José María Manzanares dibujando y borrando una sonrisa clónica: recuerda a un candidato en el mitin central de campaña. Morante, sin embargo, se hace de rogar. En el corredor que conduce al albero, el matador que brinda toros a Santiago Abascal y quien quizás haya sido el que, dentro de su gremio, mejor haya entendido el poder de las redes sociales para convertirse en un icono, se fuma un puro. Impertérrito y cercano. Lejos del gentío, pero no del todo inaccesible ante sus fans. “Primo, ¿pueden entrar los críos a sacarse una fotico con Morante?” “Vamos, bro, que nos quedamos sin el selfi con Morante”. Hasta el torero de La Puebla del Río peregrina una fauna variopinta. Como si el Cayetano de Carolina Durante lo hubiera remezclado la crew de Omar Montes y se hubiera elegido el Coliseo Balear, una agradable noche de agosto, para grabar el videoclip.

Altercados en el tendido y violencia en el ruedo en la vuelta de las corridas de toros con menores en Mallorca

Altercados en el tendido y violencia en el ruedo en la vuelta de las corridas de toros con menores en Mallorca gracias a PP y Vox

Por un lado: cadenas y pendientes de oro, tatuajes, camisas, brillantes y abiertas, pinchos de gomina y flequillos de amarillo Lamine; en el tendido, farias prendidos y chupitos de hierbas dulces, no hay mujeres a la vista. Por otro lado: pulseras de cuero teñidas de rojigualda, pantalones de pinza, camisas, blancas y pasteles, rayas al lado, patillas y cabelleras onduladas; en los palcos, más cháchara con chicas de melenas planchadas y faldas de tubo que otra cosa. La sangre animal que mancha la arena es la excusa para el cortejo.

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