Lo primero que piensas al coger el Fold 7 es: ¿cómo lo han conseguido?, ¿cómo es posible que un dispositivo tan fino y ligero pueda plegarse hasta parecer un teléfono convencional y, al abrirse, transformarse en una ‘tablet’ extremadamente delgada que, instantes antes, cabía en el bolsillo? La segunda reflexión llega de inmediato: ¿por qué no lo han hecho antes? ¿Era una cuestión técnica, de voluntad o simplemente de coste? Porque el Fold 7, desde luego, no es un dispositivo asequible. Sus más de 2.000 euros lo sitúan entre los teléfonos más caros del mercado, quizá el que más, y lejos del alcance de muchos bolsillos. Sin embargo, es una cifra cercana a lo que muchos pagan por móviles que son solo móviles. Es, por tanto, un dispositivo que puede comprarse y que, ahora más que nunca, trasciende el concepto de teléfono. Es una ‘tablet’, es un libro electrónico, es una de las mejores consolas portátiles disponibles. Es, en definitiva, uno de los productos tecnológicos más impresionantes que pueden adquirirse en 2025. Pero no es perfecto.