El Balonmano Zamora cumple esta temporada 25 años desde su refundación. ¿Qué aspectos del espíritu inicial siguen estando presentes actualmente?

El club se refundó para que hubiera balonmano en Zamora. Ya lo había pero hasta los 17, una vez eras mayor ya no podías jugar. Ese sentimiento del club original pervive. Intentamos siempre que todos aquellos niños y niñas que empiezan a jugar con nosotros, que son más de 700 hoy en día, puedan seguir jugando cuando lleguen a la edad adulta. Por eso hacemos tanto trabajo y tanto esfuerzo.

Uno de los grandes cambios es el seguimiento al balonmano. ¿Hay muchos socios más ahora que entonces? ¿A qué se debe?

Hay muchos más porque nosotros hemos creado una cultura del deporte que prácticamente no existía en esta ciudad. Aquí la gente decía que si nacías en Zamora no podías llegar a la élite del deporte y nosotros hemos cambiado el paradigma. Hemos demostrado que con mucho esfuerzo se puede. Uno de los ejemplos es María Prieto O’Mullony, a la que impusimos la insignia de oro del club el pasado año por su participación en los Juegos Olímpicos de París.

Y esos socios. ¿Participan en el club o solo respaldan desde la grada?

Creemos que el club tiene que ser transparente y la única forma es dar cuentas de todo a los socios y darles voz. Hace menos de un mes tuvimos la Asamblea General que hacemos anualmente donde presentamos nuestros proyectos y exponemos las cuentas. No creemos en una identidad que esté formada solo por una directiva, sino que creemos en lo contrario, en que sean los socios los que «tiren de la cuerda».

¿Cambia mucho el número de socios según la categoría?

Cuando hemos estado en Asobal teníamos más apoyo, pero tenemos un «suelo» de socios en torno a unos 700 que creen en esto. Personas a las que les gusta ir a ver jugar a su primo, a su vecino, a su amiga. Es la gente que apuesta por nosotros, y son la clave de nuestro club.

Antes mencionó los presupuestos. ¿Qué retos abarcan y quieren alcanzar este año con ellos?

Hay unos objetivos de filosofía del club como es tratar de divertir al socio y a todos los jugadores que forman parte del proyecto. Después, deportivamente, ser más competitivos. El año pasado estuvimos a muy pocos goles de volver a la División de Honor Plata, que creo que por esfuerzo es donde ahora mismo deberíamos estar.

Y si ese presupuesto no alcanza para el objetivo, ¿habría forma de sacar fondos para ello?

El presupuesto siempre está justo, pero dejamos un «colchoncito» para tirar de él si falta dinero. Si algún año sobra, se deja ahí para la siguiente temporada. Este año está en unos 24.000 euros. Además, hay una labor comercial durante todo el año y como somos una comunidad grande, todos unidos todos por el balonmano, hacemos muchos lazos e intentamos sacar de ahí recursos para cubrir esos gastos.

En estos 25 años, un gran logro fue el ascenso a Asobal. ¿Cómo se consiguió con tan pocos recursos respecto a otros clubes?

Tuvimos una generación irrepetible, súper generosa que interpuso el trabajo deportivo a sus carreras profesionales. Yo, por ejemplo, dejé la empresa donde llevaba trabajando 13 años para dedicarme al balonmano. Quizá podíamos habernos mantenido una vez ascendidos con nuevos jugadores, pero queríamos que los jugadores que se habían esforzado tanto por llegar hasta ahí lo disfrutaran.

En aquella época era jugador. ¿Qué momento guarda con más cariño de aquel equipo?

Son muchos, pero la fase de ascenso que jugamos en Soria para ascender a División de Honor Plata en 2013 es mi favorito. Pienso que en ella el equipo cambió su mentalidad. Siempre habíamos jugado pensando que el rival era mucho mejor que nosotros y aquel año nos centramos en lo positivo de nuestro equipo.

Ahora, usted ejerce como presidente. ¿Cómo cree que le ha influido ser exjugador en esa tarea?

Siempre he participado en las decisiones del club, mi paso de jugador a presidente únicamente ha cambiado en que soy el que firma, porque el club es un proyecto coral y las decisiones son de todos. Con esto no quiero apropiarme de los éxitos pasados, ni echar balones fuera. Todo lo contrario, pero ha sido difícil ponerse al frente. Soy una persona con muchas aristas, como todos, y esa es solo una de tantas. Eso sí, siempre pienso como presidente, que ojalá tuviera un «Iñaki Gómez» en el vestuario.

Hablando del vestuario, ¿por qué han decidido mantener a tantos jugadores de la plantilla, a pesar de no haber ascendido?

Cuando se hace un nuevo proyecto tiene un periodo de adaptación grande, pese que el año pasado los resultados fueron bastante buenos aunque faltó la guinda final. Durante los primeros meses costó la adaptación de la gente. Y estábamos convencidos que si este año queremos tener más posibilidades de ascender, tenemos que contar con esos tres meses de ventaja. En lo personal el equipo ha funcionado muy bien, son muy buenos chicos y muy trabajadores, teníamos que intentar conservarlos.

Dígame, ¿ha sido muy complicado que los jugadores se quieran quedar en el club?

Ha sido complicado porque todos han tenido ofertas de equipos de categoría superior. Y entendemos que nuestros jugadores han hecho un gran esfuerzo porque nuestro presupuesto es limitado. Han antepuesto las amistades que han creado aquí y lo agradecemos.

Aun así, ha habido cambios. ¿Qué busca el club en un jugador para sumarse al Balonmano Zamora?

Aquí no miramos únicamente el rendimiento deportivo, también se miran otras cosas. Cómo se comportan los jugadores con los chicos y chicas que están detrás, como interactúan entre ellos, cuáles son sus carreras profesionales aparte del balonmano. Insistimos siempre en que tienen que seguir con su formación, con su independencia, tener otro círculo a parte del balonmano y no centrar todo ahí. Nos interesa cómo son ellos como personas no únicamente como jugadores.

Esa selección de jugadores, ¿cómo se lleva a cabo?

Es muy difícil, todo el equipo técnico está viendo vídeos todo el año y va seleccionando a los chicos que cree que funcionan en el club y quedan con ellos o con sus representantes. La suerte que tenemos es que todo el mundo ya conoce la seriedad que tiene el equipo de Balonmano de Zamora. Nosotros no tenemos ninguna deuda y cumplimos siempre. Muchos prefieren venir sabiendo que van a cobrar, aunque sea un poco menos que en otros equipos.

Tras fichar llega el turno de tener éxito colectivo. ¿Cómo se forma el equipo? ¿Resulta difícil que el proyecto cobre forma?

Una de las cosas que digo siempre al principio de temporada a los jugadores es que tengan mucha generosidad. Y se la pido tanto a los que son de casa como a los que vienen de fuera. Porque así, una vez llega noviembre, la gente de fuera que antes se iba todas las semanas a su casa, ya no quiere irse porque están felices aquí; y, los que son de aquí, al final quieren pasar el máximo tiempo posible con ellos. Son generosos, quedando entre ellos dentro y fuera de los entrenamientos. Parte del éxito deportivo de este club, de su identidad, está en saber acoger a la gente que es nueva en Zamora.