Dejó su trabajo en una multinacional para dedicarse al incierto mundo del arte. Una apuesta arriesgada que ahora, quince años después, ha demostrado ser todo … un acierto. Sus icónicas Meninas son su seña de identidad, pero su trabajo va mucho más allá de ellas. De nombre artístico Felipao, Felipe Garcia-Bañon visita estos días Cantabria, una tradición que viene de su abuela, originaria de los Corrales de Buelna.

–Ha vivido en varios países y es licenciado en ciencias económicas y empresariales, pero se dedica a la artesanía y al arte. ¿Cómo ha sido su trayectoria?

–Soy hijo y nieto de diplomáticos y he vivido en medio mundo debido a la profesión de mi padre. Nací en Marruecos, viví en Nicaragua, en Kenia, en Pakistán y otros destinos, y luego hice la carrera de empresariales para acabar trabajando en diversas multinacionales. Hace 15 años dejé todo y me dediqué al mundo del arte, en el que empecé desde cero.

–¿Por qué y cómo decidió dar un giro tan radical a su vida?

–Al principio fue complicado. Decidí dar el paso básicamente porque no era muy feliz. Si estás cinco días pensando en que llegue el fin de semana y para que cuando por fin lo haga puedas ser feliz es que algo falla, ¿no? Cuando llegue a esa conclusión pensé qué quería hacer, y lo que verdaderamente me gustaba era el arte. Era coleccionista, compraba muchas cosas y gracias a eso pensé que quería ser artista. Y es lo que hice, centrarme por completo en ese sueño.

–¿Cómo fueron los primeros pasos de esa aventura?

–Empecé en 2009, en plena crisis, y lo hice como cualquier emprendedor. Al principio tienes un recorrido limitado porque no te conocen, pero después vas haciendo amigos, la familia, vas exponiendo… Y así vas avanzando. Lo que pasa que la vida del emprendedor en el mundo del arte es muy solitaria. Tú te inspiras, haces tus bocetos, creas tus propuestas y luego tienes que darles salida y venderlas. Es un proceso solitario pero muy bonito.

«Quise hacer una versión de las Meninas más moderna y geométrica, de estilo cubista»

–En su caso se centró en la escultura como disciplina central de su trabajo. ¿Por qué hizo esa elección?

–Sí, me centré en la escultura desde el principio. El dibujo que me gustaba era el dibujo lineal, me encantaba hacer cosas muy técnicas, pero no se me daba todo lo bien que me hubiera gustado. Así que cuando decidí dedicarme al arte pensé en hacer escultura. A partir de ahí empecé a trabajar por mí mismo y a aprender todas las técnicas necesarias.

–Su afición por el dibujo técnico encaja muy bien con las figuras poliédricas que ahora crea.

–Sí, tiene mucho que ver. No solamente con las Meninas, sino también con otras obras que hago. Geometrizo mucho las piezas. También hago tekels, monos o tortugas, y siempre con ese estilo. Ese enfoque geométrico y poliédrico me gusta mucho.

Las Meninas se han convertido en una de sus señas de identidad. ¿Cómo definió ese tipo de propuestas?

–Empecé realizando bulldogs. Las Meninas llegaron después y son una reacción de las típicas Meninas de formas redondas que a mí personalmente no me dicen demasiado. Yo quería hacer una Menina que me gustase a mí, una Menina moderna, del siglo XXI. A partir de ahí empecé a reflexionar y llegué a la idea de hacer la Menina que hago. Hay muchos artistas fantásticos que han reinterpretado las Meninas, pero esos modelos no me gustaban y por eso decidí fractalizar o geometrizar su silueta, hacer una Menina cubista. Ese enfoque fractal ha sido una novedad y ha hecho que inmediatamente llame la atención. Mucha gente entiende que ese diseño es bonito, que esa escultura es mucho más alternativa, más moderna, menos clásica.

Imagen principal - Figuras de las Meninas de Felipao en diferentes tamaños.

Figuras de las Meninas de Felipao en diferentes tamaños.

Felipao

Imagen principal - Figuras de las Meninas de Felipao en diferentes tamaños.

–El arte siempre ha sido algo elitista y su propuesta permite que mucha gente pueda acceder a él. ¿Era su objetivo?

–El arte tiene que ser algo que enriquezca nuestro entorno, que haga sonreír a la gente, que haga que disfrute de la estancia en la que está. Y por eso tiene que ser accesible. El arte tiene que ser algo que mejore nuestros espacios y mejore las sensaciones que tenemos cuando entramos en cualquier lugar, sea una habitación, una casa o una finca. El arte es lo que da carácter al espacio.

–¿Cómo es el proceso de elaboración de sus figuras?

–El primer paso es la conceptualización. Tienes que pensar lo que estás haciendo, llevarlo al boceto, llevarlo a un positivo, que es como empieza la escultura. Normalmente desde que empiezo a crear hasta que ya tengo el positivo para hacer el molde suelen pasar seis meses. A partir de ahí la reproducción es más sencilla. Lo más importante es el proceso creativo, eso es lo más difícil.

–¿Qué materiales utiliza?

–Trabajo con diferentes materias, que incluyen bronce, resina, fibra de vidrio, madera… Todos ellos son muy interesantes de trabajar, especialmente el bronce.

¿A quién están dirigidas sus propuestas? En general, ¿cuál es su público?

–Es un público amplio. Hay conocidos, turistas… Tengo de todo, entre ellos varios coleccionistas destacados como Juan Antonio Pérez Simón, que es un coleccionista mexicano muy importante. También tengo varias familias españolas a las que les gusta lo que hago. Pero más allá de esos casos no tengo un ‘target’ definido y cualquiera puede disfrutar de mis creaciones. Por ejemplo, la gente que va a La Central en Santander son personas que a lo mejor no son coleccionistas, pero a las que les encanta tener una pequeña pieza mía.

«Mi abuela es descendiente de José María Quijano, el fundador de Trefilerías Quijano»

¿Dónde pueden verse sus figuras en Cantabria?

–Hay una escultura grande en el Hotel Real y ahora se van a poder adquirir otras más pequeñas en La Central, en la calle Hernán Cortés. Ahí es donde tengo mi exposición y el lugar donde se puede ver y adquirir todo lo que hago.

–¿En qué proyectos está trabajando actualmente?

– Sí, estoy inmerso en la construcción de una casa que se va a llamar Villa Felipao en Guadamur, en Toledo. Va a ser un futuro espacio de retiro para mí y de exposición, de recreo, a modo de museo, para el público. Aunque no está construida ya ha ganado un importante premio de arquitectura, así que estoy muy satisfecho de la forma en que se está encauzando el proyecto.

–Volviendo a Cantabria, lleva unos días disfrutando del verano aquí. ¿Cuál es su vínculo con esta comunidad?

–Mi abuela es descendiente de José María Quijano, que fue el fundador de Trefilerías Quijano en Nueva Montaña y los Corrales de Buelna. Así que venir a Cantabria es una tradición de toda la familia. Siempre hemos estado muy unidos a Santander y a Cantabria, ya desde pequeños veníamos a pasar los veranos aquí.

¿Qué plan o lugar recomendaría a quienes visitan esta tierra?

–Uno de los lugares que creo que están muy bien es el Parque de Cabárceno. Es un sitio muy bonito, una experiencia realmente espectacular. También me gusta mucho ir a la playa del Puntal, porque es un lugar que me encanta. Santander es una ciudad me gusta mucho porque es grande pero pequeña, es decir, que te ofrece muchas variables y que puedes disfrutar mucho de una forma muy cómoda, sobre todo en verano.

–¿Por qué recomendaría venir en verano a Cantabria?

–Me parece que en los últimos cinco años el tema de infraestructuras, comercio, restauración, limpieza, seguridad y demás está muy bien tanto en Cantabria como en Santander. Vengo de año en año y eso me permite apreciar más los cambios, que son bastante positivos.