La Asociación de Empresarios de Comercio y Servicios de Huesca reconoce este lunes, durante la Fiesta del Comercio, la trayectoria de Cristóbal Nogués Pérez, quien fundó en 1973 “La Casa del Pintor”, negocio familiar que, tras cincuenta años, y la segunda generación al frente, sus hijos Cristóbal y Nati Nogués Bruno, que siguen demostrando su pasión por la creatividad. Ambos han crecido entre lápices, pinceles y marcos, entre arte y artistas, y han sumado su amor por la música para construir y restaurar instrumentos de pulso y púa.

Un reconocimiento, destaca Cristóbal padre, al “esfuerzo” de los pequeños comercios, sin los cuales, insiste, no existirían las grandes empresas. Su hija Nati agradece que los “compañeros” del comercio hayan pensado en ellos y “en unas fechas tan importantes y emotivas” como San Lorenzo, apunta su hermano.

Esta trayectoria de medio siglo también es fruto de la profesionalidad de quienes han estado al frente. El contacto con la gente y el interés, destaca Nati, han sido el “plus” que siempre han ofrecido en la experiencia de compra de sus clientes. Todos ellos, garantiza su hermano, sea van “con lo que anda buscando y muchas ideas”. Las técnicas de compras, reconoce su fundador, “han cambiado poco” y el único material que “regalamos, pero no vendemos y que no ocupa lugar son los conocimientos”, resume su padre.

Todo comenzó con un pequeño local, en la misma ubicación, en la calle Manuel Bescós, inicialmente dedicado a la pintura industrial, que el mismo llegó a fabricar pero, poco a poco, por su afición a las Bellas Artes, fue introduciendo artículos que ganaron espacio en la tienda. Pero el germen fue el primer negocio que abrió Cristóbal padre como pintor “de brocha gorda”, con un almacén de pintura en la calle Lanuza, profesión en la que se fue formando de manera “autodidacta” desde pequeño.

En 1983 creció el negocio con la escuela de pintura para jóvenes y adultos y, poco a poco, el espacio de Manuel Bescós se fue ampliando con la sala de exposiciones, que también se convirtió en espacio para los campus y actividades infantiles. A las enmarcaciones también se sumó la restauración de Bellas Artes y la construcción de instrumentos de pulso y púa, y talleres más específicos sobre diferentes técnicas artísticas. “Mucha gente conoce la tienda por haber pasado pero -destaca Cristóbal hijo- cuando entra y empieza a profundizar y ve lo que hay se sorprende porque no pensaba que fuera tan grande y por la cantidad de cosas que hacemos”.

Una evolución que ha sido “necesaria”, que hace el negocio “más atractivo” y, valora Nati, que “hace que sigamos abiertos”. Pero a pesar de las dificultades y escollos que tienen que superar cada día, Cristóbal padre valora que es “una persona con suerte”, que ha podido “vivir” de lo que le gusta y que dos de sus hijos continúen con el negocio. Su hijo recuerda esos fines de semana que pasaban en la tienda con sus tres hermanos y que él disfrutaba “abriendo cajones, viendo el material y enredando con las herramientas”. “Teníamos claro que nos queríamos dedicar a eso”, destaca. Su incorporación se produjo hace casi 30 años y ahora trabajan cinco personas en la tienda.