Ahora que ni los trenes mantienen la puntualidad requerida, en España sólo quedan los toros para presumir de algo en lo que no existe retraso. Y a la hora anunciada los novilleros hicieron ayer el paseíllo a los sones del pasodoble elegido por la banda de Tudela.
El problema fue que el reloj de la plaza, con la hora sin poner, marcaba a esas horas más allá de las once de la noche. Y los miles de chavales que llenaban los tendidos de Sol, se lo tomaron de forma literal y convirtieron aquello en una fiesta fuera de hora como si la Cocorico hubiera resucitado.
Intentaba hacerse presente el mexicano Bruno Aloi, que la noche anterior había ganado el certamen de novilleros de “Las Ventas” y el novillo de Tornay, quizá viendo el reloj, prefería echarse por los suelos.
No acertaba a cogerle la medida a los novillos Pedro Andrés y la solanera se entretenía mandando recuerdos a la parentela del Presidente del Gobierno.
Plantábase Jesús Yglesias en los medios, tras haber entrado como sustituto a última hora y los tendidos se entretenían con el vuelo de un dron cualquiera de la Policía. Era muy difícil meter a una plaza en el festejo con la hora perdida.
Pero el salmantino Yglesias, consiguió por momentos hacerlo. Lo había intentado minutos antes en un quite Bruno Aloi, que le enseñó la nobleza del torico y el joven novillero se lanzó a torear confiando en el tranco del Tornay. Aprovechó el pitón izquierdo del animal y por lo menos su esfuerzo no pasó desapercibido en el resto de tendidos, que andaban menos desnortados que los de Sol. Fue el primero de los novilleros en cortar una oreja.
A continuación con la merienda corriendo por la plaza Bruno Aloi recibió al cuarto con guiños a México y lo acompañó al caballo con chicuelinas al paso. Brindó el novillo al taurino francés Roberto Piles y se dedicó a torearlo al natural. No fue una mala faena, aunque pasase desapercibida para unos tendidos de Sol que a esa hora daban menos respuestas que los zombies de las películas.
El toreo del novillero vitoriano Pedro Andrés resultó más deslavazado y soso que las fiestas de la Blanca sin toros, pero acertó a matar a la primera, levantó los brazos como si hubiera ganado una etapa del Tour y le cayó del cielo una oreja.
De manera que para terminar la tarde Jesús Yglesias, que hace un año era novillero sin picadores triunfante en San Adrián, se jugaba el éxito con el sexto. Salió a recibirlo de rodillas y el torico colorado le pegó un golpe en el abdomen que lo puso en órbita. Lo llevaron a la enfermería y consiguió salir. Comenzaba una faena sin la chaquetilla que podría ser vibrante cuando por megafonía sonó a un volumen tremendo el agradecimiento de la empresa y el Ayuntamiento a las peñas por su comportamiento.
Todos perdieron el diapasón. El momento de la emoción se fue al traste y la faena por el sumidero tras tamaña falta de sensibilidad. El anuncio de una redada no hubiese sonado peor. Al menos, no cayeron cubos al ruedo.
GANADO
6 novillos de Tornay, con remate, buenas hechuras y caras brochas. Flojos de fuerza. Destacaron 3º y 4º pos su mayor recorrido, 1º y 5º inválidos. 6º con genio.
DIESTROS
Bruno Aloi, silencio y oreja.
Pedro Andrés silencio y oreja.
Jesús Yglesias oreja y silencio.
PRESIDENCIA
A cargo de D. Francisco Javier Moreno asesorado en el terreno artístico por Carlos Lasheras y en el veterinario por Rosa López. Supieron leer y dosificar las peticiones del público con corrección.
INCIDENCIAS
Plaza de Toros de Tudela, Más de 3.500 asistentes situados mayoritariamente en los tendidos de Sol, superando la mitad del aforo legal. Jesús Yglesias sustituyó en el cartel a Mariscal Ruiz, convaleciente todavía de la cogida sufrida en Las Ventas. Al finalizar el paseíllo sonó el himno nacional.