La fama de Eduardo Chillida, con obras repartidas por todo el mundo, no pudo evitar que una controvertida estela suya terminara abandonada en una cuneta … de Martutene y pasara años desaparecida. Esta historia «absurda y llena de coincidencias», como él mismo decía, comenzó cuando en 1955 el Ayuntamiento de San Sebastián le encargó una obra y el artista se decantó por homenajear a Alexander Fleming, el bacteriólogo británico descubridor de la penicilina que había fallecido ese mismo año. Así nació su estela ‘Homenaje a Fleming’. Se basaba en otra obra suya realizada en hierro en 1951 de la que era propietaria la hija del pintor Marc Chagall.

Para el artista esta segunda versión tenía un valor especial. «Es mi primera obra que no tiene relación con el pellejo de la realidad, por así decirlo. En ella se ve, y los críticos lo han comentado, la relación con mi obra posterior, incluso de después del 70. «Quizás ese carácter no figurativo fue la causa de que la estela causara sensación y no poca polémica en la sociedad donostiarra de los años años 50», reconoció.

El primer emplazamiento elegido por el Ayuntamiento de San Sebastián para ‘Homenaje a Fleming’, una estela formada por una base de sección cuadrada de la que salen varios brazos que se doblan, fue un pequeño jardín de Jai Alai, tras una gasolinera. En la prensa de la época, y entre la opinión pública, se subrayó que «la presencia de la discutida escultura de Chillida en este lugar no ha tenido gran eco». También había ciudadanos consideraban que «el insigne investigador y favorecedor de la humanidad» británico necesitaba otra ubicación más digna. Entonces se optó por trasladarlo a Urgull, cerca del ‘cementerio de los ingleses’. Pero esto también provocó discrepancias. ¿Qué tiene que ver el famoso doctor con el carácter histórico que representa el popular Castillo de Mota?, se preguntaba más de uno. Su siguiente destino, hacia 1965, fue el exterior del hospital del Tórax, en Zorroaga. «Fue en parte por la insistencia de mi amigo el médico Miguel Mari Echevarren, que decía que era el lugar ideal para una escultura dedicada a Fleming», reconoció el artista.

Eduardo Chillida y Luis Peña Ganchegui en el lugar donde levantaron su escultura más popular, 'El peine del viento'.

Eduardo Chillida y Luis Peña Ganchegui en el lugar donde levantaron su escultura más popular, ‘El peine del viento’.

D. V.

En 1973 Chillida pidió permiso al Ayuntamiento de San Sebastián para trasladar su viajera y discutida estela a un taller de Martutene con el fin de rehacerla con mejores materiales. «Hice ese trabajo con una piedra pobrísima», confesó.

Se desconoce la fecha exacta en la que un camión de la brigada municipal trasladó la escultura a Martutene. Los empleados públicos la dejaron en una pequeña caseta propiedad del artesano gallego Nicanor Carballo, colaborador de Chillida. Fue entonces cuando comenzó la confusión y se dio por desaparecida la estela. Y es que en 1978 Carballo abandonó Martutene y dejó la escultura ‘Homenaje a Fleming’ abandonada en una cuneta llena de zarzales. Fijó su residencia en Francia y dos años después volvió a Galicia. Algunas fuentes señalan que la marcha del artista orensano de Donostia pudo deberse a divergencias artísticas y económicas con Chillida.

Desconocedores de la tal vez vengativa acción de Carballo, todavía en 1987 era tal el lío sobre el paradero de ‘Homenaje a Fleming’ que incluso el Ayuntamiento se creía que la escultura había desaparecido unos veinte años antes. Tampoco faltaron versiones curiosas como la ofrecida por veteranos empleados municipales. Apostaron porque la obra se encontraba todavía en los almacenes del mercado de Atocha, donde se apilaban los objetos y materiales de propiedad municipal. El entonces alcalde de San Sebastián, Ramón Labayen, llegó a aventurar que «alguien la habrá robado».

Cada vez eran más las especulaciones. José Mari Barkaiztegui, propietario de la sidrería Barkaiztegi, aseguró en mayo de 1987 que un camión con una grúa llegó a una cuneta y se llevó la estela de Chillida. Añadió que durante años hubo una gran piedra «sobre la que trabajaron en un primer momento Carballo y Chillida para rehacer la escultura, pero que desecharon al no salir conforme a su proyecto».

A mediados de ese mes de mayo de 1987 se resolvió el misterio. Para ello jugó un papel importante el periodista de ‘El Diario Vasco’ Mitxel Ezquiaga. El propio Chillida le contó que un vecino de Martutene llamó a su familia para comunicarles que había rescatado una escultura años atrás de unos zarzales situados junto a la sidrería Barkaiztegi. Les explicó que en varias ocasiones descubrió a gente que trataba de llevarse la obra. Confesó que ignoraba que fuera una obra de Chillida, pero sí pensó que se trataba de algo de valor y que más valía tenerlo protegido en su jardín a la espera de lo que pudiera pasar. Al leer lo que había publicado en el periódico sobre la desaparición de ‘Homenaje a Fleming’, deseaba devolvérsela a su autor.

Con la preciada obra ya en su poder en su taller de Ategorrieta, el escultor expresó su deseo de restaurar ‘Homenaje a Fleming’ con materiales mas nobles para poder situarlo de nuevo en el pasaje donostiarra. Reconoció que en 1955 aún estaba lejos del reconocimiento como artista y para hacer la obra utilizó una piedra de baja calidad, «hasta el punto de que el conjunto de trabajo y materiales no costó más de 30.000 pesetas».

Aseguró que desconocía la marcha de Garballo a Galicia y que siempre pensó que su escultura seguía en su taller. Al leer en el periódico la denuncia de un ciudadano que decía haber visto la escultura tirada entre zarzales, se acercó al lugar, pero la obra ya no estaba allí. Durante años no tuvo tiempo para llevar a cabo personalmente la restauración y reconoció que quizás hubo «desidia» por su parte, y también del Ayuntamiento.

En La Concha desde 1991

Chillida dejó en manos del Ayuntamiento la decisión del nuevo emplazamiento para su ‘Homenaje a Fleming y dio por finalizada la restauración de la estela en 1990. Sin embargo, no fue hasta el 25 de julio de 1991 cuando se hizo realidad el sueño del escultor. El arquitecto Joaquín Montero, muy vinculado al artista, diseñó el conjunto de terrazas que, en pleno Paseo de La Concha, acogen el conjunto integrado por la obra ‘Homenaje a Fleming’, esculpida en granito rosa y su pedestal. Mira de frente a la isla Santa Clara y el Monte Urgull. Esta es la segunda versión, la primera se encuentra en el museo Chillida-Leku.