En esa continuidad y falta de descanso influye un segundo factor. Tadej Pogacar es un clasicómano en el cuerpo de un ciclista de rondas por etapas. Él solo disfruta jugueteando, sin guardar, arrancando hasta a por la moto de televisión. Ha reconocido en infinidad de ocasiones que va a las Grandes Vueltas porque se lo reclama su gente, su equipo, su público. El principal objetivo que esbozó ante L’Équipe en su entrevista al final de carrera no era ganar otro amarillo: era levantar el adoquín de Roubaix. Y ganar al fin la San Remo. Nunca habló de La Vuelta.