Ahora, el acceso a las tecnologías ha ampliado notablemente el acceso a la literatura y también ha modificado la calidad de la experiencia lectora, especialmente entre los más jóvenes. En Colombia, las cifras de hábitos de lectura muestran un crecimiento importante, pero esto no significa que con nuevas generaciones vengan retos difíciles de enfrentar. 

Según el estudio Hábitos de lectura, asistencia a bibliotecas y compra de libros en Colombia, elaborado por la Cámara Colombiana del Libro con la firma Invamer, el 72 % de los colombianos mayores de 18 años afirma tener el hábito de lectura, frente al 28 % que no lo tiene. Además, según este informe, quienes leen de forma habitual alcanzan una media de 6,91 libros por año, frente a los 5,45 de 2017.

Lo que quiere decir que la lectura continúa siendo una herramienta fundamental para el desarrollo intelectual, la formación del pensamiento crítico y la construcción de ciudadanos informados, pese a los desafíos que impone el entorno digital.

En este contexto, la profesora María Xesús Bello Rivas, investigadora y coordinadora académica del Observatorio Nebrija del Español de la Universidad Nebrija, cuenta que una de las causas por las que el 28% que no suele leer, se aleja cada vez más de los libros se debe al desplazamiento de la atención hacia otros formatos de ocio digital. 

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“El tiempo que antes se dedicaba a la lectura prolongada se destina ahora a redes sociales, plataformas de vídeo o videojuegos. No se trata únicamente de falta de tiempo, sino de una menor predisposición a la concentración sostenida que exige el acto lector”, asegura la investigadora.

Por otro lado, tiene en cuenta las barreras económicas y sociales, porque son factores que siguen limitando la disponibilidad de libros, especialmente en contextos de menores recursos, y de la tecnología móvil que está democratizando el acceso en regiones donde antes era impensable llevar literatura universal. 

Con estas observaciones, se ha resaltado la importancia de repensar las políticas de fomento lector desde una perspectiva más inclusiva y digital. “En varios países del sur global, muchas personas han leído por primera vez gracias a sus teléfonos móviles”, explica Bello Rivas.

Finalmente, la experta también analiza que estas cifras en Colombia, se pueden deber a la familia y a los espacios comunitarios, que son esenciales para transmitir el amor por la lectura.

Aunque estos entornos tradicionales se han visto debilitados por cambios sociales y el auge del entretenimiento digital, están surgiendo nuevas formas híbridas —clubes virtuales, comunidades en redes sociales, proyectos de mediación digital— que permiten reconstruir el tejido lector. 

El reto, concluye Bello Rivas, «es no perder la dimensión colectiva y afectiva de la lectura, aunque cambien los soportes y formatos».

Redacción Cultura