Raúl Incertis acaba de llegar a València tras pasar cuatro meses en el Hospital Nasser, en Gaza. No es su primera vez en Palestina. Este anestesista de 42 años ya había viajado a los territorios ocupados en 2023, aunque entonces no pudo ejercer. “Fue una experiencia muy fuerte para todos, dormíamos en el suelo, al aire libre, caían bombas muy cerca. Los gazatíes nos llevaban a lugares seguros, y una cosa que me sorprendió mucho es que nos daban de comer arriesgando incluso sus vidas. El Ministerio de Salud nos dijo entonces que no fuéramos a los hospitales porque era muy peligroso”. Incertis volvió a Gaza en abril como voluntario de la ONG canadiense GLIA porque, según cuenta, sentía “una sensación de deuda muy grande hacia ellos”, y esta vez sí ha estado ejerciendo en el hospital más importante de Khan Younis, a donde llegan a diario cientos de víctimas. Apenas hace una semana que ha vuelto y, a pesar del cansancio, no ha parado de dar entrevistas, consciente de lo importante que es despertar a ciudadanos y políticos de Europa ante este genocidio. 

¿Cómo está? ¿Por qué ha vuelto?

Estoy bien, en el sentido de que me siento descansado y liberado. El último mes ya estaba muy cansado. Allí estás en tensión todo el rato, no te das cuenta porque te acostumbras, pero estás viviendo cosas anormales: la recepción, a todas horas, de civiles mutilados, los bombardeos alrededor del hospital o en el hospital, y mucha hambre.

Me hubiera gustado quedarme más tiempo, pero mi cuerpo ya no aguantaba más. Querría volver, pero eso dependerá del Ejército israelí que veta a las personas para volver a entrar.

¿Está recibiendo ayuda psicológica para procesar todo esto?

Cuando salí de Gaza la primera vez me demoré casi un año en pedir ayuda. Me sabía mal recibirla cuando los gazatíes no la pueden tener. Finalmente, una psicóloga me ayudó y he seguido en contacto con ella; incluso, le escribía desde Gaza. Porque se te queda todo dentro. Yo no siento, no tengo sentimientos, desde la primera semana me desaparecieron los sentimientos de pena y eso es muy malo, no poder sentir la pena, no poder llorar. El primer día que recibes a niños mutilados ya te pones una coraza, como mis compañeros, y la pena no entra. Lo que pasa es que te sientes rabioso. El sentimiento predominante estos meses es la rabia.

¿ Y el cansancio?

Mucho. El rechazo a seguir atendiendo pacientes, porque ya no puedes más. Cansancio, pero, sobre todo, la rabia que te hace tener pensamientos muy malos.

Iba para un mes, y se quedó cuatro en el hospital Nasser donde vivía y trabajaba. ¿Cómo era el día a día?

Era frecuente que por las mañanas sonará la alarma de múltiples víctimas, especialmente desde que, a finales de mayo, abrió la Fundación Humanitaria de Gaza con el reparto de comida. Si antes teníamos dos o tres eventos de múltiples víctimas a la semana, ahora era todos los días. Bajabas corriendo a urgencias a ayudar a los compañeros que estaban allí y te encontrabas con el apocalipsis: pacientes por el suelo, niños desatendidos, heridos en el suelo de los que no sabes la gravedad, y mucha sangre. No puedes caminar por el box porque te tropiezas con los pacientes. Los papás gritando y llorando, algunos se tiraban al suelo, retorcidos de dolor emocional y, mientras, cadáveres entrando. Faltaban manos. Cuando llegan de repente 100 heridos a la vez, o 70 heridos a la vez, o 40 o 200, falta de todo en esos momentos. Y esto se repite todos los días. 


Sanitarios atienden a los heridos por los ataque de Israel en el Hospital Nasser, en Gaza. / Raúl Incertis

Yo intentaba, en la medida de lo posible, atender a los niños. Muchas veces eran hopeless case, los que los médicos vemos que son casos sin esperanza. El paciente está vivo, pero lo dejas morir. A veces lo dejas morir porque no hay sitio en la UCI y no los puedes intubar ni los puedes conectar a ventilación mecánica, así que a veces tenías que tomar la decisión de a cuál niño intubar y a cuál no.

Y una vez que en urgencias se había controlado más o menos el evento de múltiples víctimas, ya subía a quirófano. Yo soy médico de urgencias, –anestesista y quirófano– y la actividad es constante. 

¿Qué tipo de lesiones atendía?

Sobre todo, perforaciones por metralla: perforaciones de abdomen con perforaciones intestinales, daños vasculares, perforaciones de tórax, muchas fracturas de cráneo por metralla con salida de material de encefálico, muchas amputaciones, aplastamientos, quemados, muchos niños.

En quirófano se nos había acabado el fentanilo, teníamos que operar con muy poquita morfina

¿Con qué medios contaban?

Los medios eran muy precarios, cada vez peor, porque no entró ayuda en esos cuatro meses que estuve allí. La semana anterior a mi regreso, por ejemplo, se había suspendido la curación de las heridas porque no había compresas ni gasas. Tuvo que ser destinada sólo a quirófano. En quirófano se nos había acabado el fentanilo, teníamos que operar con muy poquita morfina. Operaciones que son brutales, muy grandes y con mucha dificultad para tratar el dolor de los pacientes porque no tienes analgésicos suficientes. Reutilizando las jeringuillas para no tirar los fármacos. Faltan antibióticos, falta de todo.

¿Cómo afecta esta situación a los niños?

La población de Gaza es muy joven, hay una gran proporción de personas por debajo de 20 años. Los niños no tienen capacidad de racionalizar lo que les está pasando. Llevan casi dos años sin ir al colegio. Muchos niños que han sido bombardeados tienen estrés postraumático y nadie está cuidando de ellos. Hay miles de huérfanos. A veces recibes un niño que está herido y toda su familia ha muerto. Quien más sufre es la población pediátrica sin duda, lo que pasa es que la forma que tienen de expresar el miedo es diferente a la de los adultos. 


Un niño herido por los ataque de Israel es atendido por sanitarios en el Hospital Nasser, en Gaza. / Raúl Incertis

Estoy pensando también en las mujeres, sabemos que cuando hay guerras padecen muchas situaciones de violencia sexual.

Una compañera, estudiante de Medicina de quinto año que vive en un campo de refugiados, me contó que antes de la guerra tenía el conocimiento de alguna agresión sexual de manera ocasional, pero ahora conoce varios casos de agresiones sexuales en el campo de desplazados. Ella lo achaca a que la infraestructura judicial ha sido arrasada, no hay comisarías, no hay policía, no hay nada. Los agresores campan a sus anchas y no son denunciados. Han aumentado las agresiones sexuales a raíz de la guerra y uno de los motivos que ella aducía era la imposibilidad de la familia para denunciar, no hay ningún lugar al que denunciar.

La milicia de Abu Shabab vino al hospital con ametralladoras y granadas y produjeron tiroteos durante más de hora y media

¿Su hospital fue atacado mientras estuvo allí?

Fue atacado en unas seis ocasiones. Dos veces por bombardeos. En uno atacaron los almacenes del hospital y otro fue para matar al periodista Hassan Aslih, que estaba siendo tratado de las heridas que le provocaron cuando el ejército israelí atacó previamente con drones las garitas de prensa que hay frente al hospital. Israel bombardeó la unidad de quemados para matarle, causándole la muerte junto a un paciente que no tenía nada que ver con él, y además dejando diez heridos.

Tres ataques por milicias, en particular el último ataque de la milicia de Abu Shabab, que es la milicia a sueldo de Israel a la que le están vendiendo armas, una banda de criminales a la que Israel está prestando asistencia. Vinieron al hospital con ametralladoras y granadas y produjeron tiroteos durante más de hora y media. Ahí pasé mucho miedo y asesinaron a civiles dentro del hospital. Y la última vez fue hace un mes, más o menos; el Ejército se acercó mucho, a unos 400 metros del hospital y los francotiradores dispararon y mataron a un hombre.

No tienen tiempo de procesarlo porque les matan a los hijos, pero tienen que seguir viviendo, tienen que seguir buscando comida para los otros hijos

¿Hay espacio para el duelo durante un genocidio?

En el hospital hay una morgue, desde nuestro pabellón podíamos verla por la ventana. Es un lugar que estaba siempre lleno, de día y noche. Veías constantemente entrar cadáveres y salir cadáveres amortajados en sábanas blancas y a los familiares llevándoselos.

Creo que no tienen tiempo de procesarlo porque les matan a los hijos, pero tienen que seguir viviendo, tienen que seguir buscando comida para los otros hijos y es un no parar. No tienen un espacio seguro para poder llorar tranquilamente a sus seres queridos porque ese mismo día van a tener que estar preocupados de conseguir algo que comer.

La muerte es constante. En los pasillos del hospital a todas horas encuentras a mujeres y hombres llorando. Los profesionales sanitarios son víctimas también, ellos viven en tiendas de desplazados y todos han perdido familiares. Una tarde vino un chavalito herido; resultó ser el único superviviente de nueve hermanos y la madre era una doctora de guardia en el hospital.

Y lo normalizas, normalizas la muerte. Normalizas que entre un camión lleno de cadáveres.

Si Alemania dejara de venderle armas a Israel, esto se acabaría mañana. Los germanos son el segundo país que más armas vende a Israel tras EEUU

¿Qué opina de los lanzamientos de comida desde el aire que está llevando a cabo el Ejército español?

Son escasos y peligrosos. Cuando lanzan esta ayuda por el aire genera mucho caos y más posibilidades de que los gazatíes se ataquen entre sí. Yo lo veo como una estrategia para lavarse la cara, para hacer ver que está entrando ayuda, pero todo el mundo sabe que es insuficiente y que es muy peligroso. No quieren utilizar el mecanismo de la ONU, que llevaba ya muchos años implementado y funciona bien, con más de 400 puntos de distribución de comida; porque la UNRWA es una organización terrorista, según Israel.

Además, el ejército israelí dispara a la población cuando va a buscar comida a la Fundación Humanitaria y en los repartos de los camiones. 

¿Crees que en Europa somos conscientes de lo que está sucediendo en Palestina o es mucho más grave de lo que vemos en los medios de comunicación?

Es mucho más terrible, porque aquí lo que nos llega son píldoras de información. La televisión suele dedicar a Gaza un minuto y medio en el telediario, como mucho, y al lado de noticias inconexas. Los políticos que niegan que esto sea un genocidio, deberían de ir un par de días a Gaza al Hospital Nasser. Los gobiernos, las instituciones, debían de presionar más a Israel. El problema fundamental es que la UE es coautora del genocidio. Si Alemania dejara de venderle armas a Israel, esto se acabaría mañana, porque Alemania es el segundo país que más armas vende a Israel tras EEUU. Me da vergüenza decir que soy europeo. La UE dijo que Israel está cometiendo violaciones de los derechos humanos, pero votó en contra de un embargo de armas a Israel. Los gazatíes saben que la sociedad civil de los países no es lo mismo que los gobernantes. Ellos conocen y agradecen la postura de España con relación a Gaza. Pero se sienten abandonados por los países árabes, y sin duda por los gobernantes de la UE.

Los gazatíes saben que no van a volver nunca a sus casas

Hay ruinas por todas partes y la hambruna va a ocasionar seguramente daños crónicos en muchas personas. ¿Si hubiera un alto fuego y mañana acabara la guerra, la sociedad gazatí podría recomponerse o es ya irreparable el daño? ¿Aceptarían los gazatíes esa inmigración voluntaria que desea Netanyahu? 

No queda nada en Gaza, está todo arrasado y los gazatíes saben que no van a volver nunca a sus casas. No sé el porcentaje, pero muchos lo único que desean es salir de allí. Israel ha conseguido lo que quería: convertir Gaza en un lugar inhabitable. Y lo es, es un lugar inhabitable y muchas personas con dolor en su corazón se irían de allí a cualquier otro lugar. Ni sé la cantidad de gente con la que he hablado que me ha pedido ayuda para salir. Ahora Israel está pensando en invadir la ciudad de Gaza. La única manera de que se pudiera reconstruir es que parara la agresión y que hubiera un esfuerzo enorme para volver a levantarlo todo, pero Israel no va a dejar que esto suceda. 

Has dado numerosas entrevistas desde que has llegado. Algunos te preguntan por los supuestos túneles que dice Netanyahu que había en el hospital, ¿qué le parece esto?

Cuando el periodista hace esas preguntas, no acaba de darse cuenta de que tiene delante un genocidio, o no lo quiere ver, o le supera. Estás hablando de que están mutilando niños constantemente y luego la siguiente pregunta es, “bueno, hay túneles en los hospitales según Israel. ¿Qué opina?”. Yo no los vi, pero ¿qué tiene que ver eso con el genocidio? Y luego también dicen que es culpa de Hamás, porque si Hamás liberara a los rehenes, esto se acabaría, cuando todo el mundo sabe que, si Hamás liberara a los rehenes, esto no pararía. En la televisión vemos una noticia de la guerra y luego una noticia de un rehén o de una manifestación sobre los rehenes, cuya situación es desesperada y, sin duda, hay que informar sobre ellos. Pero tengo la sensación de que a veces se pregunta sobre los rehenes de manera tendenciosa, sugiriendo que la culpa del genocidio la tiene Hamás por seguir manteniendo cautivos a ciudadanos israelíes.

¿Qué podemos hacer desde aquí?

Todo lo que se pueda para que se siga hablando de esto, para que no se olvide. La sociedad civil tiene que seguir manifestándose. Hay sanitarios, por ejemplo, que una vez a la semana salen a la puerta de su centro de salud con la bandera Palestina y hacen un minuto de silencio. Hay que hablar del tema, pedir a las sociedades profesionales de las que somos miembros que se posicionen. El boicot a Israel es muy importante, también el boicot en las universidades. Hay que seguir enseñando a los políticos las imágenes del genocidio. 

Es lo único que queda. Como los gobernantes de la UE no les van a ayudar, sino lo contrario, tendrá que ser la sociedad civil la que presione.